José Rosales (Málaga, 1989) tenía una vida como otro cualquiera; le gustaba el deporte, salir con los amigos y con su novia. De joven estuvo tanteando el fútbol sala profesional, pero al final, como la mayoría, se dedicó a algo más estable. En su caso, estudió para ser profesor de educación física y todo iba bien, hasta que tuvo un ictus. 

La apoplejía se produjo en el lado izquierdo del cerebro y le dejó inmovilizada la parte derecha. Fue un duro shock, pero nada que un joven de 28 años, con fuerza y ganas, no pudiera superar. Tras el ataque, Rosales estuvo viajando a Madrid para sesiones de rehabilitación y fue su tía quien le animó a buscar algún deporte

"Pensamos primero en la rehabilitación física y, aunque me ha ayudado a mejorar la movilidad y la fuerza, lo que de verdad me ayudó fue en la parte mental". Él hacía antes muchos deportes. Era el típico chico que lo mismo coge una raqueta, una pelota o se sube a la pared, que todo se le da bien.

Pensaba que estaba limitado a poder hacer disciplinas en equipo como fútbol o baloncesto, que requirieran movimientos y cambios bruscos de dirección, pero la escalada se ajustaba a sus necesidades. Era algo que no le pillaba de nuevas, ya lo había hecho antes en Málaga —el paraíso europeo de la escalada de invierno—. 

Aun así, como en todo lo que se empieza, los comienzos fueron duros. Al principio los entrenamientos eran frustrantes. Cuando ascendía se encontraba con problemas de movimientos: "Eran cosas que sabía que podía hacer, pero siempre me fallaba lo mismo. Lanzaba el pie derecho y se resbalaba en el mismo punto".

Entrenar para competir

Fue su entrenador el que le quitó de la cabeza los 'no puedo' y le enseñó a aceptar la situación, "porque hasta que no lo haces no empiezas a disfrutar". Una de las mejores cosas que tiene la escalada es que es una superación contra uno mismo y el objetivo es claro: subir hasta arriba por una vía con diferentes niveles de dificultad. 

Este deporte pone a todos en su lugar porque nadie es más fuerte que la montaña. "Cuando haces un '6b' —un nivel alto de dificultad— te sientes como cualquier otro escalador. Has llegado hasta arriba, has cumplido el objetivo que te has propuesto y ahí la discapacidad pasa a un segundo plano". 

José Rosales escalando un 6b en desplome.

A partir de aquel momento, Rosales empezó a competir. Quedó segundo en el campeonato de España en 2022 y tercero en 2023. En 2024 ha tenido una primera clasificatoria en junio, donde quedó tercero, y la siguiente será el 6 de octubre. 

Hacia arriba

Desde que la escalada entró en los Juegos Olímpicos, este deporte ha ganado mucha relevancia. En especial en España, cuando el extremeño Alberto Ginés consiguió el oro en Tokio 2020. Y se espera que la para escalada estrene podio en Los Ángeles 2028. Estar en este tiempo de competiciones consigue que el deporte se siga dando a conocer y ganando adeptos.

Pero, como Rosales dice, la mejor parte de la competición no es la clasificación, sino el ambiente en sí: "Ahí es cuando hay ciegos, con cojos, madrileños, con andaluces y todos somos escaladores". La escalada es un deporte que todavía guarda el espíritu colaborativo de la montaña, porque la única forma de tocar cumbre es con el apoyo de tu cordada.    

EL equipo de para escalada de la federación andaluza Cedida

Además, actualmente Rosales está empezando un proyecto de escalada adaptada en Bilbao, junto con el centro de escalada Biwak. Su intención es atraer a más personas a la paraescalada, que llegará a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028.

"Quiero ayudar a la gente a mejorar, no solo a nivel físico, sino sobre todo a nivel mental. Que el sientan que hacen algo que no imaginaban", cuenta el escalador, "además en los campeonatos nacionales no viene nadie de la federación vasca, y eso es bastante extraño".

El proyecto valdrá no solo para entrenar y ponerse fuertes, que también, sino para mejorar la salud mental. Para él —y es lo que quiere transmitir— este deporte es una forma de cumplir objetivos e "ir para arriba". Y un evento como los Juegos tiene visibilidad internacional.

De hecho, los Juegos Paralímpicos agruparon en París a 4.400 deportistas de élite, de 116 países diferentes. Compitieron en 22 disciplinas: atletismo, bádminton, baloncesto en silla de ruedas, boccia, ciclismo, esgrima en silla de ruedas, fútbol-5, goalball, halterofilia, hípica, judo, natación, piragüismo, remo, rugby en silla de ruedas, taekwondo, tenis de mesa, tenis en silla de ruedas, tiro, tiro con arco, triatlón y voleibol sentado. La próxima edición incluirá escalada, un deporte para tocar el cielo