El 29 de octubre ya ha pasado a la historia. El desastre natural acontecido en las proximidades de Valencia se ha cobrado 223 vidas, cifra que aún no es definitiva, ya que, a pesar de que el número de desaparecidos ha disminuido considerablemente, todavía siguen siendo 23 las personas de las que no hay rastro.
Casas, colegios y supermercados, entre muchas otras instalaciones, fueron arrasados por una DANA que también ha impactado en los comercios y compañías ubicadas en la zona cero de la catástrofe. En total, se estima que han sido 48.722 empresas afectadas, 51.000 autónomos, 355.000 trabajadores, 34.800 locales, establecimientos, naves y oficinas y 63 parques empresariales.
Entre todos ellos, se encuentra Pilar Mateo, una de las diez científicas más prestigiosas de España y de las cien del mundo. Actualmente, cuenta con ocho familias de patentes y es presidenta de la empresa Inesfly Corporation. Ha recibido más de 70 premios nacionales e internacionales por su trabajo en el desarrollo y aplicación de nuevas tecnologías para erradicar enfermedades mortales que se difunden a causa de la pobreza.
"Trabajamos en el control de vectores en general y, sobre todo, aquellos que transmiten enfermedades endémicas tipo la malaria, el dengue, la leishmaniasis o el Chagas", explica Mateo a ENCLAVE ODS. Y aunque sus hallazgos ya se han implementado en la industria agroalimentaria y la ganadería, "ahora de forma experimental está empezando a ser usada en la agricultura".
Pero todos estos años de investigación se desvanecieron el pasado 29 de octubre, cuando la DANA —que ya nunca olvidaremos— arrasó con todo lo que se encontraba a su paso, sin hacer distinción entre ciudades, polígonos industriales, campos de cultivo e infraestructuras. Porque, dice Mateo, "es como si toda la ciudad de Valencia hubiera sido destruida".
Día 0
"Me enteré por teléfono de que se estaban produciendo las inundaciones", cuenta la científica. Ese día ya había pedido a los trabajadores que se quedaran en sus casas, sin embargo, los hijos de Mateo sí estaban en la empresa esa tarde: "Empezaron a ver que llevaba mucha gente desde Paiporta al polígono industrial y, por suerte, pudieron salir unos diez minutos antes de que llegara el agua".
En aquel momento —y como no podría ser de otra forma—, su primer pensamiento fue "saber en qué situación estaban ellos". Tiempo después, cuando tuvo la oportunidad de evaluar lo ocurrido, fue consciente del panorama "desolador" al que tendría que hacer frente.
Y es que, pese a que "hay más de 80 publicaciones internacionales" sobre los resultados de su tecnología en el control de los artrópodos (principalmente mosquitos) y eso "va a ser seguir estando", hay proyectos que se han perdido. Entre ellos, las investigaciones que tenían en marcha sobre "nuevos productos microencapsulados".
Su 'experimento' central se basa, como se contó en este mismo vertical a principio de año, en pinturas insecticidas en base acuosa diseñadas para aplicarse en paredes interiores donde suelen instalarse los mosquitos. Una iniciativa en la que el Gobierno francés decidió financiar para controlar el mosquito anofeles transmisor de la malaria en Tanzania.
La 'reconstrucción'
Ahora, cuenta, llevan dos semanas "sacando agua y barro de las instalaciones", mientras continúan a la espera de "tener agua y luz" en la nave para "poder acabar de limpiarlo todo con maquinaria especializada". Lo siguiente, dice, será "dejarlo secar e iniciar los procedimientos para saber en qué situación real se encuentra la fábrica, las máquinas y el resto de las instalaciones, incluidos los laboratorios".
Es precisamente por esta incertidumbre ante la tragedia que Mateo define el momento en el que se encuentran como "la fase más difícil". Debido a la gran riada, donde se acumuló en solo tres horas y 20 minutos el agua equivalente al de un año normal en la zona, la científica se teme que "casi todo el tejido industrial de la zona se va a ver totalmente afectado".
En este proceso de reconstrucción y trabajo para la vuelta a la normalidad, la labor de los voluntarios está cobrando un papel esencial. Tan solo el 2 de noviembre, más de 100.000 personas se congregaban en los alrededores de la Ciudad de las Artes de Valencia, aunque el número final es infinitamente mayor y no deja de crecer.
Motivo por el Mateo quiere agradecer el "apoyo altruista y desinteresado de muchos familiares y amigos a los que se han añadido jóvenes entusiastas" cuya dedicación e implicación, confiesa, "ha sido conmovedora". En concreto, aprovecha para destacar la labor de empresas como Vicky Foods o Clyype, además de a sus amigos Julia Higueras, Carolina Godayol, Esther, Marisa, Silvia Sabría, Rafael Juan y Fernando Brufal. Una solidaridad que destaca como "exagerada" y señala que le ha emocionado.
Pese a que la labor humana es fundamental, asegura que lo más necesario es "maquinaria especializada en cuestiones de retirada de lodos" para sacarlo de las zonas de difícil acceso, además de "equipamiento especializado en temas de limpieza y secado de las naves".
Explica que es precisamente ahora cuando están "empezando a ver un poco la luz dentro de ese túnel inmenso" porque, al fin, poco a poco está llegando el material que necesitan para recuperación. Aunque comprende que "evidentemente la prioridad tenía que ser la del rescate de las personas y el restablecimiento de la vida en las ciudades", razón por lo que han estado trabajando con sus propios medios.
Por el momento, Mateo tiene claro que "hasta que no pasen unas semanas" y puedan comprobar la situación exacta de cómo han quedado las instalaciones, no podrán saber lo van a hacer. Principalmente, dado que tenían toda la fabricación computarizada y robotizada en "máquinas muy sensibles que seguramente han sido afectadas por el agua". En lo que respecta a la investigación, señala que "va a ser imposible hacer nada durante varios meses".