La salud mental sigue siendo una nebulosa para los médicos. Hay tantas causas y efectos relacionados con depresiones y ansiedad, que a veces son un amplio cajón en el que entran muchos síntomas. En los últimos años, especialmente tras los efectos invisibles de la pandemia, se ha dedicado más atención y recursos a esta rama de la medicina.
Carlos Piserra, subdirector de la estrategia de salud mental de La Rioja, ha hecho una valoración de la aplicación de las medidas que habían definido en el IV Plan de Salud Mental. Por un lado, confirma la normalización de estos problemas entre la gente de a pie. Tener momentos en los que uno no se siente emocional, o mentalmente, fuerte no es signo de debilidad; no se debe tener ningún reparo a la hora de buscar ayuda.
Por otro lado, también menciona la falta de personal especializado. Hasta hace no mucho, a la psiquiatría y la psicología clínica "no se les daba importancia o se les tenía como en un segundo nivel respecto a la salud física", comenta el médico.
Nada más lejos de la realidad. En España, se calcula que el 34% de la población sufre algún problema de salud mental. Los más comunes son los trastornos de ansiedad, los del sueño y los depresivos.
Sin embargo, y con un tono más positivo, Piserra menciona que se está perdiendo el estigma. "La sociedad en general es más sensible y eso se ve también en los jóvenes, que tienen la salud mental absolutamente integrada en su día a día". Lo más importante es que se identifiquen señales y se sepa pedir ayuda cuando se necesita.
Esta normalización también ha llegado a la administración. El subdirector está orgulloso de ver cómo en este IV Plan se han involucrado otros muchos actores. En los anteriores habían estado involucradas las dos universidades de La Rioja, pero en esta han estado involucradas otras consejerías, asociaciones, sector privado y el tercer sector.
Ansiedad en los jóvenes
Este IV Plan empezó en 2021, justo con la pandemia recién pasada y todavía con muchos efectos por aflorar. Aun así, como es de esperar, los expertos tenían indicios de algunos problemas mentales latentes. Piserra menciona la solución que más temen los médicos de acabar con la propia vida: "Lo que lleva al suicidio es el sufrimiento y el no recibir la escucha o el apoyo adecuado".
Y en línea con lo que decía de la colaboración con otras áreas, La Rioja ha aprobado un protocolo de acción unificado con los equipos de emergencias, desde policía, enfermeros o bomberos. Así sabrán identificar las señales de una tentativa de suicidio y poder preverlos poniéndoles en manos de quien pueda ayudar, que no tiene que ser necesariamente un psiquiatra.
Aún las patologías más comunes son la ansiedad y la depresión, y lo que les sigue preocupando a los médicos es el aumento de casos conforme se baja la edad. Esto es una tendencia que se repite en toda Europa.
Desde los servicios sanitarios se les intenta proporcionar las herramientas adecuadas para que los jóvenes sean capaces de gestionar las diferentes situaciones. Piserra no ve justo que la definan como la generación de cristal: "Tienen una situación muy difícil, en un entorno cambiante que han pasado ya por varias crisis. Hay que poner en valor mantener la salud mental en estas circunstancias que no hemos tenido otras generaciones".
PrevenIA
En muchos casos, el acceso a internet sin control y a contenido inapropiado para ciertas edades es el origen de comportamientos antisociales y traumas que nunca hasta ahora se habían dado en edades tan jóvenes. Pero también es cierto que es una herramienta que bien usada puede ser beneficiosa.
Por ejemplo, Rioja Salud está cerca de publicar un chatbot impulsado por inteligencia artificial, PrevenIA, para apoyar a los jóvenes. Esta aplicación, hecha en colaboración con la Universidad de La Rioja, aún está en las últimas fases de validación. Es una forma de acercar herramientas a los más jóvenes en un formato en el que ellos mismos se sientan más cómodos.
La IA estará entrenada para descubrir códigos de conductas y comandos ante las que disparar los protocolos de actuación y activar las alarmas. Entonces pasaría a un humano especializado que tomaría el control de la situación.
Parte del plan también estaba enfocado en la parte formativa de los profesionales. La normalización de estos problemas también llega a las academias, pero son cursos complejos que necesitan muchos años, pero aún más para conseguir un tejido de profesionales que sean capaces de hacerse cargo de las estructuras educativas que formarán a los psiquiatras y psicólogos del futuro.