En una galaxia no muy lejana, el plástico ha desaparecido y la última moda es tener un objeto basura-vintage de nuestras abuelas. Si es de usar y tirar mejor. La basura es el nuevo tesoro y ser voyeurs de los otros a través de lo que siempre se oculta –lo que está en el contenedor– es el nuevo entretenimiento de las clases altas.
Luce en vitrinas, museos y escaparates. Se realizan excavaciones en los vertederos y se clasifica a la anterior civilización en función de lo que fueron tirando.
Decidme qué tiró y os diré quien fue es el nombre del test de basurtipos con el que arqueólogos y tesis doctorales determinan si fue momia: no tenía qué ponerse y compró ropa hasta vendarse.
Sería necio negar que la basura no nos va a identificar como época y a clasificar como feroces productores y consumistas
Pero ese es un futuro que aún no ha llegado. En la actualidad, lo que el día de mañana se verá como basura, aún no lo es. Porque no solo el plástico de un solo uso o los desechos diarios se convierten en residuos. También los objetos electrónicos o nuestra ropa los son.
Y es que tan solo en la ciudad de Nueva York, según la Sanitation Foundation, alrededor de 200.000 toneladas de ropa, zapatos y accesorio acaban cada año en los vertederos de la ciudad.
"Eran como el perro del hortelano", pensarán en el futuro de la sociedad actual: compraban mucho para comer sano, pero se les iba de las manos. Greenpeace calcula que el 30% del campo que se cultiva jamás se consume. Sin embargo, Naciones Unidas asegura que una de cada diez personas en el mundo está desnutrida.
"Los geeks nunca supieron qué hacer con sus teles, cables, móviles y gadgets", pensarán en ese futuro lejano. Y no es para menos: según los expertos, tan solo en Europa, cada persona produce 17,7 kg de basura electrónica al año.
De basura al museo
La basura indiscreta se llama esta película que no me he podido resistir a imaginar. Pero no hay que esperara a su estreno para ver basura en los museos. De momento, no cómo el legado de nuestra época –todo llegará–, sino como agitador de conciencias.
El primer Museo del Plástico 100% reciclable del mundo fue creado y reciclado en Madrid con el objetivo de invitar a la reflexión y superar el problema de las basuras marinas. Actualmente, en San Petersburgo, la basura es el tesoro del Museo Pro Waste, dedicado a cambiar la visión sobre los residuos, convirtiéndolos en obras de arte.
Y se acaba de inaugurar un museo en la isla de Java con más de 10.000 plásticos recolectados en ríos. Desde botellas y bolsas hasta pajitas y envases. "Estos plásticos son muy difíciles de reciclar. Todos deberíamos dejar de usar plásticos de un solo uso porque contaminará nuestro océano, que también es una fuente de alimento", reivindica Prigi Arisandi, fundador del museo.
Residos que cuentan historias
¿Qué basura será la que hable de nosotros en los museos del futuro? Sería necio negar que esta no nos va a identificar como época y a clasificar como feroces productores y consumistas.
La arqueología siempre ha estudiado el pasado del ser humano a través de los restos. De cualquier tipo, desde sus cuerpos hasta sus residuos.
Y a basura no nos gana nadie. Tenemos hasta islas de residuos y siete días al año dedicados a concienciarnos sobre ello: la Semana Europea de la Reducción de Residuos, que este año se celebrará entre el 20 y 28 de noviembre.
Este año, parece que más que nunca seremos basura para celebrar esa semana. En concreto, en España producimos 2 kg de residuos sólidos urbanos cada día por cabeza.
Nuestra historia hecha basura
El retrato que la basura ha hecho del ser humano se inicia en el Neolítico cuando la población dejó de ser nómada. En Egipto, los basureros estaban a kilómetros de Menfis. Y en Roma, la cloaca máxima o las letrinas públicas fueron grandes obras de ingeniería.
Fue en la Revolución Industrial cuando aparecen los primeros residuos inorgánicos no biodegradables –e incluso químicos– y los grandes vertederos sin control sanitario en las proximidades de las ciudades. Y en la década de los 70 del siglo pasado, cuando aparece la primera ley europea que obliga a la recogida de basura y el tratamiento de residuos.
Actualmente, a la hora de reciclar hay diferencias entre países. Mientras que en Alemania hay 9 contenedores para hacer una distribución selectiva de los residuos, en España son, depende del municipio, 4 o 5: azul, amarillo y verde, orgánico o marrón, y restos o naranja –o gris, en algunas localidades–.
De lo que echamos a reciclar sólo se recicla el 33,9% frente al 55% que exige la UE
Pero ¿cuánto de lo que los ciudadanos echamos a reciclar realmente se recicla? Según Greenpeace, no llega al 50%. De hecho, es del 33,9%, una cifra muy distante del 55% que exige la UE para 2025. Y el problema no está solo en la basura que generamos, sino que lo que podría ser un recurso de la economía circular se queda muerto contaminando.
Lost in TrashLation se llamaría la película del reciclaje. Al abrir la bolsa de la basura contamos mucho más de lo que cualquier lenguaje –oral, corporal, gestual…– contaría. Basurama es la asociación española creadora del proyecto artístico TrashLation, que hizo una visualización a nivel mundial de la basura que cada uno produce independientemente del estrato social, país de origen o edad.
Con esta iniciativa, se generaron narraciones de consumo y desecho.
Hable con ella se llama la película
La empresa certificadora Revivack recoge y clasifica la basura y evita que se convierta en residuo. Su gestión permite la devolución de los objetos usados a las empresas para su desmontaje y posterior recuperación.
Además otorga un sello que certifica que un producto, cuando llega al fin de su vida útil, es retornable a la empresa que lo ha fabricado. Con esta brillante iniciativa, los trasteros y vertederos liberarán mucho espacio y las empresas podrán fidelizar clientes.
Minority Report
Se rumorea que la multinacional, SnapShot ha sido contratada por gobiernos, como el chino, para analizar el ADN de los restos celulares que quedan depositados en los residuos y obtener un retrato robot de quien lo tiró.
Sería circular, irónico, un final de película, que los vertederos en 2025 contasen sólo historias del pasado, de una época que ahora abastece a una nueva generación que puede crear con los restos del pasado.
Que los vertederos sean grandes espacios ordenados y abrillantados donde ya está todo inventado, limpio y clasificado.