–“Cuando fui a recoger a los niños al colegio, su coche me embistió. Solo dañó un poco el mío. Pero hirió mi alma para siempre".
–"Estábamos discutiendo y me empujó. Fue suficiente para que cayera por las escaleras".
–"Estaba harta de que pensaran que era tonta o que no veía bien, excusando siempre mis moratones con accidentes de hogar”.
–“Todavía hoy siento que no valgo para lo que estoy haciendo. Yo nunca he sido válida más que para tener hijos”.
–"Bastaba que me mirase con su cara de perro para que a mí se me saltaran las lágrimas”.
–"Como tenía orden de alejamiento, escribía a mi familia, amenazándome”.
Podría seguir, tengo testimonios para aburrir. De abogadas, secretarias, arquitectas, periodistas, marquesas, esteticistas… Las conozco a todas. Ya no viven con sus maltratadores. El próximo 25 de noviembre es Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y quiero rendirles homenaje, a ellas y todas las víctimas de maltrato machista.
Deseo recordar que el número 5 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible establece como meta la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas. Y conviene recordar también que es la creencia de la supremacía masculina arraigada en algunos hombres y algunas mujeres, lo que impide en gran medida la igualdad real.
Un efecto que no sólo se produce en el ámbito familiar, sino en todos. Hace unas semanas, un grupo de periodistas deportivas denunciaba en el diario Sport maltrato, vejaciones, insultos, recibidos por parte de hombres, a veces compañeros, que creen que el deporte es de, por y para ellos.
Así, mientras no se viva en total equidad, esa sensación de superioridad que algunos tienen les conduce al intento de rebajar a la mujer con todas las consecuencias, hasta llegar a veces al asesinato. Que por cierto en lo que llevamos de año ha producido 37 víctimas, según datos provisionales del Ministerio de Igualdad, aunque otras fuentes las cifran en 41.
La violencia de género, tipificada como "cualquier acto de discriminación u obstáculo que impida gozar de sus derechos a una mujer por el hecho de serlo”–esa que algunos y algunas niegan, enviándose a sí mismos a la caverna insidiosa y perversa, con el argumento de que hay maltratadoras– es un hecho delirante.
Tan hecho, que a nivel mundial, según Naciones Unidas, un tercio –el 30%– de las mujeres que han tenido una relación han sufrido violencia física y/o sexual por parte de su pareja. Pero no hay manera.
Es la creencia de la supremacía masculina arraigada en algunos hombres y algunas mujeres, lo que impide en gran medida la igualdad real
La hegemonía de la dominación pervive en estereotipos que por desgracia siguen floreciendo entre los jóvenes. En el estudio Percepción de la violencia de género en la adolescencia y la juventud, realizado en 2021 por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, se señala que uno de cada cinco chicos de entre 15 años y 29 años califica la violencia de género como “invento ideológico”.
En el reciente informe No es amor, de la fundación Save the Children, se explica que los roles de género se mantienen en nuestra sociedad ciberavanzada, de tal manera que ellas "colocan el amor en el centro de sus vidas, asumiendo ser más dóciles y dulces".
Mientras que de ellos "se espera que sean más protectores, confundiendo actitudes de control con actitudes de protección […]. Se crea así un binomio cariño-control que puede acabar dando lugar a una relación basada en la dominación, generando conductas que pasan de relación en relación y son normalizadas y no identificadas como violencia ni por los chicos ni por las chicas”.
Claro que según el informe, la mayoría de la violencia es psicológica (ellas la ejercen en mucha menos proporción) y sexual; la física apenas se produce. Pero estamos hablando de pautas de conducta en una edad temprana de las relaciones, que como buenas pautas pueden convertirse en comportamientos habituales entre ellos y ellas.
Esas pautas violentas son las mismas que exhibe la pornografía, de consumo cada vez más temprano. Uno de cada cuatro varones españoles se inicia antes de los 13 años, según el informe Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales, elaborado por la Red Jóvenes e Inclusión Social y la Universitat de Illes Baleares.
Uno de cada cinco chicos de entre 15 años y 29 años califica la violencia de género como “invento ideológico”
Un escalofrío me recorre el cuerpo, porque normalizan no sólo el porno, sino modelos de relaciones basadas en la violencia y la dominación. Y es muy curioso que muchos jóvenes no quieren ser conscientes de cómo este tipo de visión puede distorsionar la mirada del sexo y las relaciones con las mujeres, lo que desde mi punto de vista está muy relacionado con el no freno absoluto de la violencia de género.
Últimamente, me he encontrado con la opinión de adolescentes tardíos que no son capaces de entender que en el porno –en el ciberporno– se entra en el territorio de la prostitución. Lo cuenta muy bien mi querida Mabel Lozano, en su libro PornoXplotación (Alrevés 2020), escrito junto a Pablo J. Conellie, que por cierto el año próximo podrá verse como docuserie.
“La prostitución se ha digitalizado", me dice Mabel, en una de esas conversaciones rápidas de amigas que saben de lo que hablan. "Es prostitución filmada que algunos se empeñan en decir que se trata de entretenimiento para adultos. Pero no es así. O no sólo. Necesita de cientos de niñas para que generen esos contenidos pero también a niños consumidores".
Otro escalofrío. Espero que remueva a quien lo lee como me removió a mí escuchárselo: "No es virtual, como a veces se dice. Lo es para los consumidores, pero no para las mujeres que son filmadas. Lo de ellas es real”.
*** Charo Izquierdo es periodista y consejera independiente.