De los creadores del juego que cambia las reglas sostenibles, llega el síndrome del niño insatisfecho. Cada año los españoles regalamos de más, 684 euros por persona de media.
Creyendo ser los más generosos, nos posicionamos como los europeos más derrochones de estas fechas. Por delante de los franceses y los italianos, según el estudio Consumers who buy gifts for others for Christmas, de Clearpay.
Por Papá Noel, Reyes Magos o cumpleaños, los pequeños de la casa son los más regalados y a los que se les destina un presupuesto mayor. Pero también los más insatisfechos. De media, cada niño se junta con 10 paquetes entre el regalo que encargó su abuelo, su tía, el de sus otros abuelos y los que llegaron a su casa. Una generosidad que puede producir el efecto contrario del que deseamos, además de devaluar el premio que es en sí un regalo.
Por un lado, como revela la psicóloga Laura Palomares de Avance psicólogos Madrid, “si a los niños y niñas les damos un exceso de regalos no les dejamos atender de manera concentrada a cada uno". Y explica que, así, dispersamos su atención y "al final desenvuelven regalo tras regalo como si ese fuera el juego".
Según la experta, esta dinámica "enseña erróneamente que la felicidad consiste en acumular, en tener, y no en desarrollar el juego, compartirlo, atenderlo para poder disfrutarlo". Esto, con el tiempo, generará sentimientos de vacío y enfado. O, como añade, "lo que se conoce como el síndrome del niño hiperregalado".
Por suerte, como asegura un reciente estudio de Toys R Us, 4 de cada 5 niños creen que lo mejor de la Navidad es pasar más tiempo con la familia. Lo priorizan por encima de los juguetes. Y eso que los quieren mucho, pues son su segunda prioridad.
El mismo texto indica que al 88% les gustaría tener más tiempo para jugar con sus juguetes, porque les ayudan a divertirse y pasar tiempo con sus amigos. Así que, atendiendo a los deseos de los más pequeños y a lo detallado por Palomares, quizás la clave no esté en hacer muchos regalos para que se sientan felices, sino en regalar poco y con más tiempo para saborear cada uno de ellos.
"Para que el impacto de primacía del objeto dure, necesita tiempo de disfrute y valor”, explica Pilar Guerra
Por otro lado, además de la frustración del niño al no saber por dónde empezar ni entender la orgía de regalos, está la pérdida de valor del objeto regalado. La psicóloga clínica Pilar Guerra nos habla de la devaluación del regalo cuando no se le da protagonismo y se le junta con otros 9. “No hay que olvidar que el regalo es un premio. Un refuerzo positivo que durante todo el año ayuda a los niños a adquirir hábitos, normas y valores", explica.
Además, añade que "sólo hay dos veces al año en la que los niños reciben regalos sin ser premio: en su cumpleaños y en Navidad. Y no por ello debemos comprar indiscriminadamente". Para que el impacto de primacía del objeto –la sensación de novedad cuando estrenamos algo– dure debemos "dar un protagonismo, tiempo de disfrute y valor", explica Guerra.
La regla de los 4 regalos
Según las expertas, es muy importante que los adultos pasemos tiempo de calidad con los niños, y no suplamos esa carencia con sustitutos materiales. Es preferible que, aunque el tiempo sea escaso, sea un momento de atención, durante el que compartir, aprender y comunicarse sea prioritario, por encima de lo material.
La solución para evitar este empacho de juguetes podría estar en la regla de los 4 regalos de Navidad. A lo mejor ustedes ya han oído hablar de ello: se trata de que sólo reciban 4 regalos entre todas las casas y familiares. Por ejemplo, un libro o algo creativo, una prenda de ropa que necesiten, el regalo individual que hayan elegido y un regalo para jugar con el resto de la familia.
No hay que olvidar que los niños son folios en blanco en continuo aprendizaje para socializar, adaptarse y adquirir límites. Uno aprende conducta positiva cuando obtiene consecuencias positivas. Y entre la conducta y el premio debe haber una equidad.
Si estos Reyes regalamos mucho más de lo necesario, generaremos expectativas y placeres confundidos. Si encontramos el equilibrio, además de objetos, les daremos satisfacción y juego. Justo lo que desean 4 de cada 5 niños. Al despistado, le tenemos que dar más tiempo y educar.