En estos tiempos donde la arruga ha dejado de ser bella y los filtros de Instagram cada vez son más agresivos, el uso en estética del bótox se ha convertido en casi un deporte al que pocas personas de las que llamamos in se resisten.
Plancharnos la cara para desvanecer los pliegos que hablan de nuestra edad constituye una práctica extendida que no avalo, pero tampoco repruebo. Mas, ¿sabemos qué es y qué otros usos tiene el famoso borrador de las líneas de expresión?
Para comenzar, lo que conocemos como bótox es una de las neurotoxinas botulínicas que produce una bacteria conocida como Clostridium botulinum. Digo una, porque en realidad se han identificado ocho cuya denominación va desde TbA —la usada en estética—, hasta la TbH.
Las diferentes cepas existentes de Clostridium botulinum pueden provocar el botulismo, una enfermedad poco frecuente, pero lo suficientemente grave como para intentar evitarla.
Al entrar en el organismo, vía oral o infectando una herida, esta bacteria produce las neurotoxinas que te he mencionado y aparecen las complicaciones clínicas, la mayoría relacionadas con la paralización de los músculos que pueden traer consigo la muerte. El efecto paralizante de estas neurotoxinas ha llevado a que se firme un acuerdo internacional prohibiendo su uso como armas de destrucción masiva.
Un dato curioso: el tipo TbH fue encontrado en 2013 en las heces de un bebé que sufría un tipo de botulismo extremadamente grave. Conociendo cuán despiadados podemos llegar a ser los humanos y a pesar de las prohibiciones internacionales, la información molecular sobre la estructura de la TbH no se publicó para evitar que fuese usada en ataques terroristas.
Pero toda cara B tiene una cara A. La capacidad que posee la toxina botulínica para producir parálisis muscular por denervación química se aprovecha, no sólo en estética, también como medicamento en el tratamiento de algunas enfermedades neurológicas como la migraña.
En este sentido, me ha llamado la atención un estudio publicado recientemente en una de las revistas científicas más leídas en el ámbito médico, New England Journal of Medicine. Se trata de un ensayo clínico donde han utilizado inyecciones locales de toxina botulínica tipo A, el conocidísimo bótox, para tratar el temblor esencial de cabeza. La aplicación no es nueva, pero hasta el momento no se contaba con ensayo clínico exhaustivo.
¿Qué es el temblor de cabeza?
Es un trastorno neurológico en el que el paciente mueve involuntariamente la cabeza de un lado a otro o de manera rotatoria. No es párkinson, pero en ocasiones se puede confundir. La enfermedad no es mortal, mas trae consigo un empeoramiento de la calidad de vida de la persona que lo sufre.
En un ensayo multicéntrico y aleatorizado, a pacientes adultos con temblor de cabeza se les inyectó toxina botulínica tipo A o placebo en el cuello, específicamente en el músculo esplenio.
Con un total de 120 pacientes, el estudio concluyó que el 31% de quienes recibieron el bótox experimentaron una mejoría de al menos 2 puntos en la escala que mide el grado de afectación de quienes padecen esta enfermedad. Hay que mencionar que la mitad de ellos sufrieron efectos adversos como dolor de cabeza y cuello, debilidad cervical posterior y disfagia.
La conclusión científica a la que arribaron los autores del ensayo clínico reza que la inyección de toxina botulínica en cada lado del cuello fue más eficaz que el placebo para reducir la gravedad del temblor de cabeza a las 18 semanas. Este efecto desaparece a las 24 semanas, justo cuando cabría esperar que acción del bótox disminuyera.
Probablemente un par de números te hayan decepcionado, no lo disimules. ¡Sólo el 31% de los que recibieron bótox se beneficiaron! ¡El efecto desaparece a las 24 semanas, tan rápido!
Es mi propósito divulgar la ciencia, tal cual es. Sin cartón ni artificio. Los experimentos suelen tener resultados en la gama de los grises, casi nunca son definitivos. Te digo más, cuando se obtiene algo que a priori parece rotundo la intuición y la experiencia nos dice: repítelo unas cuantas veces más porque seguro que es un artefacto.
El ensayo clínico ha dado un espaldarazo a la aplicación del bótox en esta patología sin causa conocida que afecta fundamentalmente a los mayores, ahora habrá que seguir afinando. No es magia, es ciencia.