Algo más de cuatro millones de españoles, uno de cada diez, asegura sentirse solo con bastante frecuencia a lo largo de un año. El estudio La soledad Española, promovido por la Fundación AXA y la ONCE, es el primero en abordar el problema desde una perspectiva subjetiva, la soledad sentida, y no desde la óptica tradicional del número de personas que viven solas, porque podemos sentirnos solos estando en compañía igual que podemos tener una vida social rica sin salir de casa.
La tesis, desarrollada por los profesores Juan Díez Nicolás y María Morenos Páez, desmonta la asociación entre vivir solo y estar socialmente aislado. Mientras que el 27,5% de los españoles que viven solos dice no haber sentido soledad en ningún momento, el 52,6% de las personas que viven acompañadas se sienten solas. La noche y la enfermedad avivan este sentimiento.
Entonces, ¿qué factores llaman a la soledad?
Para el presidente de la Fundación AXA, Jean Paul Rignault, “resulta paradójico pensar que en un momento donde impera la ciberconectividad, pueda haber tanta gente que se sienta sola. El número es muy significativo”. “El problema nace cuando este sentimiento se prolonga en el tiempo, no es buscado, nos hace infelices y se convierte en el germen de futuras patologías”, añade.
Las variables que mejor lo explican son individuales y socio-demográficas: el sexo, la edad, el nivel educativo, la situación laboral, los ingresos y el lugar de residencia.
El lugar de trabajo continúa siendo mencionado como el primer espacio de socialización de los españoles. La situación laboral y el estado civil son los factores más relevantes para dejar de lado la soledad. El estudio muestra que las mujeres solteras y desempleadas son las que más la sufren, ya que son más proclives a la soledad que los hombres.
La autora María Morenos indica así que “los casados con empleo estable, con ingresos más altos, y que viven en núcleos de población más pequeños son los más inmunes a la soledad”. O al menos esto es lo que en el fondo pensamos los españoles, lo cual se desprende de las respuestas de 1.500 entrevistados y el análisis de más de quince expertos.
La familia, que incluye a la pareja, sigue siendo considerada el apoyo principal para las personas que sufren soledad. Ninguna otra institución pública o privada puede sustituirla, aunque los españoles piensan que el Estado debería ocuparse de este asunto, desarrollando políticas para reducirla o eliminarla.
Pero, ¿en quién pensamos cuando hablamos de soledad?
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Una amplia mayoría, el 75% de los españoles, cree que los mayores y jubilados son los más propensos a sufrir este sentimiento.
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Cerca del 50% piensa en las personas sin hogar o en riesgo de pobreza o exclusión social. Entre ellos los inmigrantes.
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Un 33% cita a los parados y personas sin trabajo.
La soledad crece entre las personas con discapacidad.
Mientras el 10% de los adultos se siente solo de forma habitual, entre las personas con alguna discapacidad este porcentaje se eleva hasta el 23%. Además, tener o no pareja es el factor más determinante para este colectivo.
Sin embargo, los discapacitados están más preparados para vivir solos si esa es su voluntad, mostrando un nivel de sociabilidad más elevado que el resto en este caso. Un dato que lleva a los autores a subrayar la importancia de asegurar la autonomía personal de estas personas. Además, los discapacitados se apoyan más en las asociaciones o grupos en los que participan si tienen un problema.
Eso sí, discapacitadas o no, las personas que se ven obligadas a vivir en soledad (especialmente las personas mayores, enfermos y pobres) son los que más padecen esta situación. Alrededor de un 20% de los españoles mayores de edad viven solos, de los cuales el 59% lo hace por voluntad propia y un 41% por obligación. Es decir, que casi un 8% de los españoles mayores de dieciocho años vive solo porque no tiene otro remedio.
¿Influye la soledad en la percepción de nosotros mismos?
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Los solitarios voluntarios se sienten más seguros de sí mismos, disfrutan más la soledad, son más individualistas y se consideran más tímidos.
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Los que viven solos por obligación están menos satisfechos con cualquier aspecto de su vida.
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Los que viven con su pareja o hijos se consideran más útiles y productivos. Son los que están más contentos con la mayoría de aspectos de su vida, a excepción del trabajo.
¿Cuándo se sienten más solos los españoles?
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La noche, los fines de semana y los problemas personales o por enfermedad son los principales desencadenantes del sentimiento de soledad.
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Los solos voluntarios se sienten más solos los fines de semana, los festivos y los días de mal tiempo.
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Los solos obligados lo sufren más cuando caen enfermos o cuando tienen un problema personal.
¿A quién acudimos cuando nos sentimos solos?
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Los amigos son la primera opción para todas las personas que viven solas.
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Los solos obligados se apoyan también en familiares y vecinos, mientras que los solos voluntarios o no recurren a nadie o tiran de sus parejas.
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El cónyuge es la persona más “imprescindible” para los que viven en pareja, mientras que el resto otorga ese papel principal a padres, hijos y otros familiares.
¿Cuáles son las causas de la soledad?
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Falta de comunicación, compañía y aislamiento.
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Falta de cariño o carencia de afecto.
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Tristeza o depresión.
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Sólo un 16% lo atribuye a un fracaso personal.
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Los menos creen que la causa se encuentra en el rechazo por parte de otras personas.
Las nuevas tecnologías han modificado el concepto soledad
Si antes las relaciones sociales se lograban cara a cara, en la sociedad de internet, las redes, los medios de comunicación, dispositivos y demás aplicaciones permiten mantener una agitada vida social sin necesidad de salir de casa.
“Primero fue el transistor. ¿Cuánta gente que vivía sola dormía con el pinganillo en la oreja? Más tarde la televisión, y especialmente a partir del año setenta y cinco cuando empieza a acompañar a la gente las 24 horas. Pero más ahora con Facebook, Twitter y Whatsapp”, explica el profesor Juan Díez.
Si no quieren sentirse solos sigan estos consejos
Juan Díez Nicolás propone un ‘Decálogo contra la Soledad’:
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Vivir acompañado es el mejor antídoto contra la soledad.
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Hacer uso de todos los medios posibles, también los que ponen a nuestra disposición las instituciones.
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Trabajar. Mantenerse activo el mayor tiempo posible.
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Continuar aprendiendo cosas nuevas todos los días.
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Estar al tanto de las nuevas tecnologías telefónicas e informáticas.
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Mantener y cuidar las relaciones con familiares y amigos.
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Participar activamente en actividades de grupo.
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Tener intereses y pasatiempos, y practicarlos siempre que se pueda.
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Cuidar el físico y practicar deporte.
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Mirar en nuestro interior para detectar los motivos que nos hacen sentir solos.
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Por la especial vulnerabilidad de las personas con discapacidad: mejorar la tasa de actividad y empleo, sus condiciones y calidad.
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Reducir la brecha educativa entre la población con y sin dificultades.
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Fomentar la accesibilidad en bienes y servicios. Especialmente: transporte, vivienda, nuevas tecnologías, redes sociales y ocio.
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Impulsar la autonomía personal de las personas con discapacidad.