El terremoto que han provocado en el seno del PP los malos resultados electorales de Cataluña sigue teniendo consecuencias internas. Al mensaje que José María Aznar envió a las esferas del poder se suma la crítica del equipo de Xavier García Albiol con la estrategia impuesta desde Génova en la región. El partido se ha quedado solo con once escaños, aseguran, porque “ni la dirección nacional ni el jefe de campaña, Jorge Moragas, ha acertado con la campaña electoral”.
Fuentes internas del Partido Popular Catalán comparan a EL ESPAÑOL las diferencias que hay entre esta campaña y la de 2011, cuando Albiol consiguió con mayoría absoluta la Alcaldía de Badalona. “No han dejado que Xavi sea él mismo. Sus discursos han sido flojos, no contundentes, como se necesitaba en un momento tan delicado como ahora. Tampoco se le ha dejado acercarse a trabajadores, a empresarios, a sectores más específicos de la sociedad catalana”, critican.
La dirección del PPC apunta directamente a Moragas como el hombre que “consumó el desastre electoral” catalán. Mariano Rajoy encomendó a su jefe de gabinete el milagro catalán cuando Artur Mas volvía otra vez con el tema de la independencia. Rajoy cambió el cartel electoral a dos meses del 27-S y puso a Xavier García Albiol, el alcalde de Badalona acusado de xenófobo, al frente de la candidatura para intentar retener el voto del ala más dura del PP. Rajoy encargó el tema a su jefe de gabinete, pero en Cataluña están descontentos con la forma y con el fondo.
Albiol era partidario de hacer una campaña electoral personalista, pero Moragas apostó por fotografiarlo con líderes internacionales como Nicolás Sarkozy y, casi a diario, pasearlo acompañado del presidente Mariano Rajoy, siempre con las siglas del PP cerca. Por no decidir, el candidato ni siquiera tuvo voz cuando el ministro José Manuel García Margallo se empeñó en jugarse un puñado de votos en un plató de televisión al debatir con Oriol Junqueras, de la lista independentista Junts pel Sí.
Las quejas que llegan tras el batacazo desde Barcelona son entendidas en Madrid. “Es verdad que la campaña la hemos teledirigido desde aquí y la coordinación de los dos equipos de comunicación a veces era complicado de gestionar”. Apostaron por dos esloganes, Unidos ganamos y Plantemos cara. “Y resaltamos siempre el primero, que era más blando”, entienden ahora.
Pese a haber conseguido solo 10.000 votos más que la CUP, en Génova hacen propia la derrota y descartan que hubieran fallado en elegir al candidato. “Albiol era el mejor. Teníamos encuestas de julio que nos daban seis escaños. No bajar de los dos dígitos ya era una victoria”, se resignan. “Se ha tardado mucho en actuar, sabiendo que el partido estaba muy mal en Cataluña. El mayor reproche hay que hacérselo al Gobierno”, reconocen las mismas fuentes.
El voto útil
Que el voto útil para frenar al independentismo haya recalado en Ciudadanos y no en el PP es percibido desde las filas populares como un peligro inmediato. Sin embargo, en Madrid quieren creer que el éxito de Ciudadanos se debe a que “es un partido catalán” y confían en conseguir frenar la sangría de votos a favor de Albert Rivera.
La amenaza, no obstante, “está ahí”. Las encuestas que maneja el PP en organizaciones regionales y provinciales apuntaban a un desgaste de Ciudadanos tras las elecciones autonómicas y municipales por su heterodoxa política de pactos. Otra vez fallaron las previsiones. Rivera cosechó el domingo 750.000 votos, los mismos que PP y PSOE. Seis escaños más que los diecinueve escaños del PP en su época más dorada.