Jordi Pujol tenía firma autorizada en Andorra para mover su dinero oculto
En el manuscrito que entregó al Andbank puso el número de cuenta escrito en letra, mecanismo empleado en los paraísos fiscales.
29 octubre, 2015 01:54Noticias relacionadas
El expresidente de la Generalitat, Jordi Pujol, tenía capacidad de hacer operaciones y movimientos desde la cuenta que ocultaba bajo la identidad de su hijo primogénito en Andorra. En el manuscrito redactado en 2001 de su puño y letra hay un dato especialmente relevante. Junto a su firma, escribió en letra el número de cuenta cuyo titular formal era Jordi Pujol Ferrusola. Según expertos bancarios, éste es el mecanismo utilizado por bancos situados en paraísos fiscales para que el titular real de la cuenta pueda realizar operaciones.
Es decir, la autorización para cualquier orden al banco se hace no con la firma de la persona que tenga capacidad para ello sino escribiendo el número de cuenta en letra. De esta manera, el titular real de la cuenta puede hacer movimientos sin que conste su firma oficial.
Cuando en 2001 el expresidente catalán entrega al Andbank una nota manuscrita, tal y como adelantó EL ESPAÑOL, dejando constancia de que en caso de fallecimiento todo el dinero guardado fuera para su mujer, Marta Ferrusola, reflejó esas dos firmas.
La explicación ofrecida por los expertos consultados es que en ese manuscrito demuestra que él es la persona que está detrás de los fondos guardados en esa cuenta y ofrece al Andbank su firma válida para hacer operaciones, que es el número de cuenta escrito a letra. Es propio de entidades ubicadas en paraísos fiscales trabajar con firmas o mecanismos que eviten identificar a la persona propietaria de los fondos.
Esta nueva revelación refuerza la tesis de que Jordi Pujol Ferrusola era un mero testaferro utilizado por su padre para ocultar toda la fortuna amasada mientras era presidente de la Generalitat. La cuenta en cuestión fue abierta en el año 2000 pero el manuscrito se entrega un año después. Desde entonces, el padre habría manejado su cuenta hasta 2010, cuando el Andbank les insta a abandonar la entidad.
Esta entidad requirió a la familia Pujol el cierre de sus cuentas después de que en 2010 el Principado aceptara firmar el primer acuerdo de intercambio de información fiscal con España para dejar de ser considerado como paraíso financiero. Hasta esa fecha, los bancos andorranos no estaban obligados a facilitar datos sobre sus clientes.
A raíz de ese acuerdo la familia traspasó cuatro millones de euros a la Banca Privada de Andorra (BPA), único banco en aquel entonces que admitió el dinero.
Cinco años después, en marzo de este año, Andorra se vio en la obligación de suspender el BPA bajo la sospecha de su participación en delitos de blanqueo de capitales tras una investigación iniciada en Estados Unidos.
Según el Tesoro norteamericano, altos directivos de BPA han colaborado durante los años 2011 a 2014 en el blanqueo de dinero de terceros que actúan en nombre de organizaciones criminales transnacionales.
Pujol no confiaba en sus hijos
Los investigadores del caso Pujol se preguntan por qué el expresidente catalán dejó constancia en el banco de que los fondos ocultos bajo la titularidad formal de su hijo eran realmente suyos. La defensa de la familia alega que ese movimiento se hizo con la intención de que la mujer de Jordi Jr., Mercè Gironés, no pudiera reclamar ese dinero durante su proceso de divorcio.
Sin embargo, esta versión no es creíble para los investigadores porque el primogénito ya envió al Andbank un escrito en 2000 dejando constancia que los fondos de esa cuenta eran realmente de su padre, y con ese documento hubiera servido a los efectos del divorcio de Pujol Jr. y Gironés.
Además, Gironés y su marido seguían manteniendo sociedades a medias después de 2001, lo que tampoco cuadra con la versión de que ella quisiera pleitear por el dinero oculto en Andorra.
De ahí que los investigadores crean que el ex 'molt honorable' quería controlar él mismo la cuenta y no se fiaba de su propio hijo, al tener que dejar claro al banco por escrito que el dinero no era del primogénito sino suyo y que si se moría tendría que ir destinado a su mujer.
El riesgo que asumía dejando una prueba escrita de que esos fondos eran suyos, sobre todo en unos años en los que era presidente de la Generalitat y por tanto máximo cargo público de una comunidad autónoma, se sobrepuso al temor que pudiera tener de dejar toda su fortuna en manos de su hijo.