No habrá firma, ni foto, ni ningún papel que sustente el acuerdo verbal al que han llegado los partidos constitucionalistas con el presidente del Gobierno para hacer frente al desafío secesionista en Cataluña, como pidió Albert Rivera. Mariano Rajoy seguirá haciendo de anfitrión en el particular desfile que desde hace una semana se vive en el palacio de la Moncloa mientras se niega a firmar un pacto de Estado contra el bloque independentista. “Ya hay un documento muy importante, que es la Constitución, y se trata de cumplirla”, zanjó.
Fue la llamada que le hizo Pedro Sánchez hace una semana la que le hizo cambiar el chip. Mariano Rajoy decidió, por fin, salir del plasma para convertirse en el presidente-candidato que toma las decisiones y al que los demás líderes respaldan. Acto seguido, invitó al secretario general del PSOE a almorzar en La Moncloa y filtró él mismo la información. Fue la primera instantánea del 'show' diario que ha protagonizado y que ha provocado actos hasta ahora inéditos, como que el líder de Podemos, Pablo Iglesias, y el de Ciudadanos, Albert Rivera, le visitasen también en la sede institucional.
La estrategia del candidato del PP al 20-D pasa por venderse como el único político que tiene los instrumentos necesarios para apagar el fuego abierto por los independentistas catalanes. Los demás partidos constitucionalistas que respaldan su posición le han brindado la oportunidad de cerrar un pacto firme para bloquear el acuerdo secesionista. Sin embargo, Rajoy quiere evitar a toda costa formar parte de un bloque junto a PSOE, Ciudadanos y Podemos y “seguirá llevando la batuta, porque así él se pone en valor”, reconocen fuentes internas del PP a EL ESPAÑOL. Es la única bala electoral con la que cuenta a 45 días de las elecciones para afianzar su figura y conseguir, aunque sea por los pelos, que el PP sea la lista más votada.
De momento, lo único que pactará con Sánchez y Rivera será presentar un recurso ante el Tribunal Constitucional "el día después" de que el Parlamento catalán vote y apruebe la declaración de desobediencia. Antes de tomar cualquier decisión sobre el tema, Rajoy se ha comprometido a telefonear a los principales líderes del país para intentar lograr un consenso y, si es necesario, se volverá a reunir con ellos. Pero él siempre irá por delante de todos los demás.
Vender su proyecto
Para los más alarmistas, volvió a enviar el mensaje de que el Estado tiene todos los mecanismos para hacer cumplir la ley, aunque volvió a evitar pronunciar el tan temido artículo 155 de la Constitución. "Es cierto que hasta ahora nunca hemos tenido que emplearlos porque hasta ahora nunca se ha dado semejante deslealtad de una administración contra la ley sobre la que se fundamenta su legitimidad". Además, dejó caer que España irá mejor si él continúa en La Moncloa y se calificó como el mejor candidato posible del PP que “nunca” ha pensado en tirar la toalla.
El jefe del Ejecutivo aprovechó el encuentro que le brindó el diario El Mundo para vender su proyecto, el de una España reformada y modernizada que alcanzará los 20 millones de empleos en cinco años, ante la atenta mirada de su círculo más cercano en el PP y un nutrido grupo de empresarios. Sin embargo, el cebo de que el presidente inauguraba en el madrileño teatro de Canal un foro pensado en clave electoral no fue suficiente para llenar el auditorio.
Un foro a medio gas
Las dos primeras filas estaban reservadas para los pesos pesados de Unidad Editorial, la empresa editora del periódico que lo organizaba, y altos cargos del PP que acompañaban al presidente: la secretaria general, María Dolores de Cospedal, que aún no sabe si irá en la lista por Madrid o encabezará la de Albacete; la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, que saludó amablemente -al menos delante de las cámaras- a la líder regional del partido, Esperanza Aguirre; el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y los vicesecretarios Javier Arenas, Pablo Casado y Andrea Levy, que contesta con un "lo presentará el presidente" cuando se le pregunta insistentemente por el programa electoral que le toca cerrar.
En la segunda fila se dejaron ver los empresarios César Alierta, presidente de Telefónica; María Dolores Dancausa, consejera delegada de Bankinter; Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol, el presidente de OHL, Juan Miguel Villar Mir y Manuel Manrique, presidente de Sacyr. En el ambiente sobrevolaba la volatilidad de las encuestas y el secreto de qué desvelará este jueves el CIS: si Ciudadanos ya supera o no al PSOE y si el PP mantiene el tipo.
De momento, los altos cargos del Ibex prefieren mostrarse prudentes a la hora de hacer una quiniela electoral y los diputados del PP se tiran de los pelos mientras escuchan al presidente lamentarse de lo difícil que es encajar una lista electoral. Este jueves, ya caída la tarde, Rajoy presidirá la Junta Directiva Nacional. Todos cruzan los dedos para que de allí se salga, por fin, con programa y con lista.