1. Puro Cuerda.
La asamblea de la CUP superó ayer las cotas de delirio psicotrópico de las elecciones de Amanece que no es poco, aquéllas en las que se votaba cada año a la puta, a la adúltera y a la marimacho del pueblo. En la pista de atletismo de Sabadell sólo faltaba un asambleario con las facciones de Antonio Resines pidiendo el micrófono para defender a Artur Mas con el argumento de que “también tiene cosas positivas”. Afirmación que habría sido respondida por la dirección de la CUP a coro con un “¡Vete a la mierda, hombre!”.
2. Piqué triunfa.
A la dadaísta jornada se sumó Gerard Piqué, que se preguntó sorprendido en Twitter por las probabilidades de que se diera un empate a 1.515 votos. Cualquier respuesta sensata, como la de que la pregunta no tiene sentido porque una votación no es un suceso aleatorio, habría caído en saco roto. Mejor responderle a Piqué que la probabilidad de que suceda algo, como por ejemplo la de que él reciba el Premio Nobel de la Paz, es siempre y en todos los casos del 50% (porque las cosas pueden pasar o no pasar pero no pueden pasar a medias o a cuartos). Uno ha de saber qué batallas intelectuales pueden ganarse y cuáles más vale dar por perdidas de antemano.
3. Cara de Papa.
La cara de Artur Mas a lo largo del día de hoy promete rivalizar con la del retrato del Papa Inocencio X de Francis Bacon. Sería injusto decir que el proceso entró ayer en terreno circense porque lo cierto es que lleva tiempo instalado en lo extravagante. Pero aun así el hecho de que tu destino político y la presidencia del país que pretendes conducir hacia la independencia dependan de poco más de 3.000 asamblearios de una fuerza marginal (la menos votada de las seis que obtuvieron escaños en las recientes elecciones autonómicas) le resultaría difícil de digerir hasta al más cínico y encallecido de los políticos. No existe cuerpo serrano capaz de comerse el banquete de desprecio, bochorno y desdén que le cocinó ayer la CUP a Artur Mas.
4. Maquiavelo Mas.
A Mas no le queda otra salida que la de convocar hoy mismo nuevas elecciones y anunciar su inmediata retirada de la vida política. Ni siquiera desde un punto de vista maquiavélico (el de que el fin de la independencia justifica los medios del ridículo) se puede sostener ni por un minuto más esta bufonada. Artur Mas ha puesto a siete millones y medio de catalanes en manos de 3.000 asamblearios de un partido de postulados políticos descabellados y eso no puede salir gratis.
5. Mesianismo catalán.
Lo ocurrido ayer en Sabadell es inquietante por docenas de razones .Pero sobre todo porque pone de manifiesto que no existe defensa ciudadana alguna contra la combinación de un burócrata mesiánico necesitado desesperadamente de unos pocos votos para su supervivencia política y la voluntad de bloqueo de una minoría radicalizada poseedora de esos votos.
6. 10 horas.
El momento más surrealista de una jornada ya surrealista de por sí (entre discursos, arengas, votaciones y recuentos la cosa se alargó durante casi 10 horas) fue ese en el que los asamblearios se arrancaron a gritar “independencia, independencia” después de que el portavoz de la CUP anunciara el empate a 1515 votos. Yo en el fondo lo entiendo. Algo había que chillar ahí para ahogar el sonido de las carcajadas que podían oírse en el resto de España. Eso sí: un “visca el pa, visca el vi, visca la mare que ens va parir” habría resultado más pertinente.
7. Otra Cataluña.
La dirección de la CUP, que por lo visto no tiene ninguna responsabilidad de lo sucedido en Sabadell porque sólo pasaba por allí, le ha pedido a Artur Mas que genere “otra propuesta, con una nueva oferta o un nuevo candidato”. Por lo visto, es más fácil “generar” una nueva Cataluña independiente (diferente de la que se ha dibujado hasta ahora) que instaurar el voto de calidad en caso de empate en las asambleas de la CUP. ¿Para qué hacer las cosas fáciles cuando pueden complicarse hasta el paroxismo? ¡Que me pinten un nuevo país que este no me gusta!
8. Decide la casta.
“La construcción de la república catalana deberá ser a través de la participación popular, la asamblea y el voto, y esto es lo que hemos demostrado”, ha dicho Antonio Baños, número uno de la CUP en el Parlament de Cataluña. Y ha añadido: “El resultado no nos plantea un problema sino un reto, el del acuerdo más allá de las aritméticas, que en este proceso son diabólicas”. Eso sí: en caso de empate, deciden los setenta representantes territoriales del Consejo Político de la CUP. Lo cual quiere decir que votar, se vota… con la salvedad de que si después de tres noes y un empate el resultado no es el que nosotros queremos, decide la casta del partido.
9. 3.000 trols.
Ya me gustaría a mí ver a Mariano El Impasible si su investidura dependiera de una asamblea de la CUP. La combinación del pachorrismo gallego de Rajoy y estos 3.000 trols de ultraizquierda capaces de someter a votación asamblearia hasta el sí en su propia boda podría dar lugar a momentos hilarantes. Ni el mismísimo Dalai Lama sería capaz de sobrevivir a una asamblea de la CUP de 10 horas y discursos infinitos de patio de guardería sin arrancarse a bastonazos en un momento u otro al grito de “¡Cerrad el pico, hippies!”.
10. Amanece.
Hoy ha salido el sol en Cataluña. Es una de las pocas cosas en esta comunidad que no dependen de una votación de las CUP. Si así fuera, vayan ustedes a saber qué tipo de cataclismo cósmico habría caído sobre nuestras cabezas. Lo dicho: Amanece en Cataluña, que no es poco.