El 1 de noviembre de 2012 "la codicia, las negligencias, la dejación de funciones y las actuaciones irracionales y temerarias" degeneraron en la muerte de "cinco jóvenes, casi niñas", algo que "pudo y debió haberse evitado", escribió al finalizar la instrucción del caso Madrid Arena el juez Eduardo López-Palop.
Tres años después de que Cristina Arce (18 años), Katia Esteban (18 años), Rocío Oña (18 años), Belén Langdon (17 años) y Teresa Alonso (20 años) perdieran la vida aplastadas por una avalancha humana que se concentró, incontrolada, en un vomitorio del pabellón Madrid Arena, 15 personas se sentarán en el banquillo para responder de porqué esa noche "falló todo lo que podía fallar" durante una macrofiesta en la que actuó el disc jockey Steve Aoki.
Tres de los acusados son directivos de la empresa organizadora del evento, Diviertt S.A.: Miguel Ángel Flores, Santiago Rojo y Miguel Ángel Morcillo. Otros tres son empleados de la empresa municipal Madrid Espacios y Congresos (Madridec), encargada de gestionar el pabellón propiedad del Ayuntamiento de Madrid: Francisco del Amo, Rafael Pastor y José Ruiz Ayuso.
Cuatro acusados pertenecen a Seguriber, contratada por Madridec para encargarse de la seguridad del pabellón: Juan José París, Raúl Monterde, José Antonio Díaz y Roberto Mateos. Carlos Manzanares y Emilio Belliard, responsables de la empresa de seguridad Kontrol 34, contratada por Diviertt, también estarán en el banquillo, al igual que los médicos Simón y Carlos Viñals, al frente de la enfermería del recinto. El último acusado es Emilio Monteagudo, ex inspector jefe de la Policía Municipal de Madrid, que perdió el cargo por su imputación.
Todos ellos se enfrentan a penas de prisión que van desde los 2,5 años a los 10 años, aunque Monteagudo no es acusado por el fiscal, que considera que no se puede responsabilizar a la Policía Municipal de lo ocurrido. Tanto la Fiscalía como las siete acusaciones particulares y las dos acusaciones populares (que ejercen el PSOE y Manos Limpias) reclaman que se declare la responsabilidad civil del Ayuntamiento de Madrid.
A partir del próximo martes, en una vista que se celebrará en la Audiencia Provincial de Madrid y cuya duración está prevista hasta el mes de mayo, las acusaciones sostendrán que hubo cinco homicidios por imprudencia grave y 16 delitos de lesiones por los jóvenes que resultaron heridos y cuyo número algunas acusaciones elevan a 30.
Las entradas doblaron el aforo
Familiares y amigos de las cinco víctimas mortales están llamados a declarar entre el centenar de testigos que acudirá para ayudar a los jueces a aclarar qué pasó esa noche en la que Flores, "movido por un claro ánimo de enriquecerse, con absoluto desprecio de las más elementales normas de cuidado que le eran exigibles por su condición de empresario dedicado al mundo del espectáculo y conocedor de que el aforo por plantas autorizado por Madridec era de 10.620 personas, vendió un mínimo de 22.800 entradas".
De acuerdo con los datos que arrojó la instrucción y que figuran en el escrito de acusación del fiscal, los hechos sucedieron de la siguiente forma:
23:25 horas del 31 de octubre. Se abren las puertas del acceso principal del pabellón situadas en el nivel 2, el más alto de los tres que tiene el Madrid Arena.
Antes de entrar, los asistentes tenían que pasar tres controles: uno en el que se les pedía el DNI "aleatoriamente"; otro donde se registraban, también al azar, los bolsos y a las personas y un tercero donde mostraban el DNI y entregaban la entrada, que, una vez verificada, se metía en unas urnas.
2.00 horas del 1 de noviembre. Quedan 60 minutos para que comience la actuación del DJ Aoki. Según el escrito de acusación del Ministerio Público, los responsables de Madridec y de Diviertt, "con la intención de conseguir que entraran en el pabellón el mayor número de personas en el menor tiempo posible", realizan una serie de acciones que "incrementan el riesgo ya generado con la venta excesiva de entradas".
Una de ellas fue que a partir de las 2 de la madrugada se fueron "flexibilizando" las medidas de inspección "hasta producirse un absoluto descontrol en el acceso al pabellón al permitirse a los asistentes entrar libremente, sin supervisión de ningún tipo ni entrega de entrada alguna".
Las acusaciones particulares y populares dan relevancia al hecho de que en el exterior del Madrid Arena se estaba celebrando un botellón y "muchos" de los participantes en él entraron ebrios en la macrofiesta "sin control de entradas ni de DNI ni de su estado físico", aseguran.
Dentro del recinto el consumo de alcohol estuvo permitido. Durante el evento, patrocinado por una marca de ron, se entregaban tres copas por 10 euros, según el escrito de defensa del Ayuntamiento, que atribuye la responsabilidad a los organizadores del concierto y a los propios consumidores.
2.20-2.30 horas. Se retiran las vallas situadas en el nivel 2 que impedían el acceso a una rampa por la que se desciende a otras entradas situadas en el nivel 1 y en la planta 0. En esta última se encuentra un portón por el que se llega directamente a la pìsta central, donde está el escenario.
Los acusados "sabían que ese portón era una vía de evacuación de los asistentes y de acceso directo a la pista sólo de camiones de gran tonelaje y del personal exterior de emergencias, por lo que debía quedar expedita".
El contrato del DJ Aoki
Pese a ello, "para agilizar el acceso al pabellón y conseguir un aforo rentable", los acusados relacionados con Madridec y Diviertt ordenan abrir el portón del nivel 0. "A partir de ese momento comenzaron a entrar por ese lugar, de forma incesante durante más de veinte minutos, un elevadísimo número de jóvenes. Los organizadores se aseguraron de que todos desembocasen en la pista, reconduciendo a aquellos asistentes que querían tomar una dirección distinta".
¿Por qué actuaron así? El fiscal no lo dice. El escrito de acusación de los padres de Cristina Arce señala que en el contrato firmado con Steve Aoki se solicita expresamente la concurrencia de una multitud de personas en la pista porque "en la actuación hay un momento estelar en el que el artista se tira directamente sobre el público" andando por encima de las cabezas de los espectadores, "de ahí la necesidad de que la pista esté abarrotada".
3.09 horas. Morcillo (Diviertt) abre las puertas del denominado muelle Mónico, que es también una vía de evacuación situada en el nivel 1. Los asistentes comienzan a entrar por esa puerta, de forma continua, hasta las 3.40. Muchos de ellos intentan bajar a la pista y lo hacen a través de las escaleras que dan al vomitorio central del sector A (frente al escenario), donde se produjo la tragedia.
La investigación puso de manifiesto que, en contra de lo establecido en el plan de vigilancia, de los ocho pasillos de entrada/salida existentes en el nivel 0 sólo tres estuvieron abiertos de forma permanente. Otros dos se abrieron a las 3.42 y a las 3.52 horas, cuando los empleados de seguridad se dieron cuenta de las avalanchas que se estaban produciendo en el pasillo central del sector A.
Las cámaras de seguridad situadas en la isla (zona en la que acaba el vomitorio) del sector A graban cuatro "pequeñas avalanchas" entre las 2.26 y las 3.29 horas. Los expertos de la Policía Científica deducen que el vomitorio estaba "colapsado", pero no hay imágenes del pasillo porque la cámara de seguridad situada ahí no funcionaba, era una simple carcasa.
Ese vomitorio, describe el fiscal, era "justo el lugar donde confluían las personas que bajaban por las escaleras desde los niveles 2 y 1 y querían entrar en la zona de la pista con las personas que querían salir de la pista". La aglomeración de espectadores en el área del escenario hizo que no se pudiera "ni respirar", declararon los testigos.
3.11 horas. Roberto Mateos, vigilante de Seguriber encargado del cuarto de cámaras, "abandonó su puesto de trabajo, de forma injustificada, desde las 2.33 a las 2.49 horas y desde las 3.11 a las 3.48 horas, coincidiendo, en este último caso, con el momento en el que se estaban produciendo las avalanchas en el vomitorio central del sector A, por lo que no pudo observarlas y dar la voz de alarma".
3.15 horas. La masificación del citado vomitorio fue tal que, a partir de las 2.59 horas, los vigilantes decidieron prohibir la bajada desde el nivel 1 a la planta 0, permitiendo únicamente subir. "A pesar de que esta actuación estaba resultando eficaz", señala el fiscal, "sólo se mantuvieron los controladores de la escalera de la derecha, dirección pista a isla, ya que los controladores situados en la escalera de la izquierda, cuya identidad no ha podido ser comprobada, desistieron de su labor sobre las 3.15 horas y se marcharon, permitiendo subir y bajar libremente por la misma a los asistentes". La afluencia de gente a la isla es "masiva", describe la Policía.
3.35 horas. Se produce la avalancha mortal. El escrito de acusación del fiscal lo relata así: "A las 3.35 horas volvió a confluir un elevado número de asistentes en ese vomitorio concreto, formándose una nueva avalancha. Por la fuerza ejercida entre unos y otros se generó en este punto una auténtica marea humana en la que, en el intento respectivo de los asistentes de salir y de entrar en la pista, se produjeron pisotones y caídas de unos encima de otros hasta formarse, en pocos segundos, una gran montaña de personas atrapadas".
3.55 horas. El rescate se llevó a cabo "de forma absolutamente descoordinada por los controladores de acceso de Kontrol 34". Algunos espectadores colaboraron "ante la gravedad de la situación, consiguiendo entre todos ellos evacuar a todas las personas atrapadas a las 3.55 horas, por lo que algunos estuvieron atrapados durante 20 minutos".
"Vimos cómo las engullía la masa"
Entre los atrapados estaban Rocío, Cristina y Katia, que habían ido a la macrofiesta junto a otros amigos. Uno de ellos declaró durante la instrucción que trataban de ir hacia la pista pero "era tan angustioso que no podíamos movernos". "Nos sobrevino una avalancha encima" y "vimos que [a las tres víctimas] las va engullendo la masa de gente". Aplastada en el vomitorio y sabiendo que se le iba la vida, Katia le pidió a una amiga: "Dile a mi padre que le quiero".
Uno de los integrantes de la pandilla relató que "otro amigo, de lejos, nos dijo 'iros de aquí, iros de aquí' porque empezaba a ver a gente caída y atrapada que no podía salir. Cristina, Rocío y Katia se hundían entre la gente. Yo pedía auxilio. Como era más alto que ellas podía respirar, pero ellas quedaron hundidas, dejé de verlas".
"La sensación era que mis amigas se hundían, no que se cayeran, no había espacio para caerse. Un chico, de repente, me dio la mano. Y como yo tenía agarrada a mi novia conseguí tirar de ella y sacarla".
Rocío, Cristina y Katia fueron trasladadas a la enfermería, donde, según el fiscal, los doctores Simón y Carlos Viñals las dieron por fallecidas y ni siquiera fueron capaces de reconocer que "al menos las dos primeras, estaban en situación de parada cardiorespiratoria".
Belén Langdon y Teresa Alonso fueron llevadas por vigilantes de seguridad al exterior del pabellón. Las atendieron miembros del Samur que, tras diagnosticar que estaban en parada cardiorespiratoria, consiguieron recuperarlas y trasladarlas al hospital. No obstante, Belén murió el día 3 y Teresa el 29.