El peor día de Felipe VI
Entre el portazo a Forcadell y el banquillo de la infanta Cristina, el 11 de enero de 2016 resume el peso de la Corona sobre los hombros del joven monarca. En un gesto tal vez premonitorio, el rey felicitó las fiestas a sus amigos con un torero de rodillas.
12 enero, 2016 03:22Felipe VI ha enviado estas navidades una felicitación por WhatsApp a sus amigos más cercanos que ha resultado premonitoria: en la imagen que acompaña a los buenos deseos del rey se ve a un torero que espera al toro a puerta gayola (de rodillas) en actitud valiente y desafiante.
El monarca sabe muy bien los retos políticos y personales a los que se enfrenta en su reinado, pero este lunes 11 de enero de 2016 se ha convertido en el mejor ejemplo del tamaño del astado contra el que tiene que lidiar: en un mismo día han coincidido la imagen demoledora de su hermana la infanta Cristina sentada en el banquillo y la necesidad de enfrentarse a un órdago secesionista reforzado dando un portazo a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell.
Por la mañana temprano, poco después de que las fotografías en Palma de Mallorca de su hermana y su cuñado, Iñaki Urdangarin, empezaran a dar la vuelta al mundo, Felipe VI se ha reunido en Zarzuela con sus colaboradores más estrechos para tomar una decisión aparentemente de trámite pero que esconde una carga política importante. Delante tenía dos opciones para recibir la comunicación oficial sobre la investidura del nuevo presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont: audiencia de la presidenta en La Zarzuela o carta de la misma. El monarca se ha decantado por la segunda.
DOS OPCIONES “LEGALMENTE VALIDAS”
Ello, además, después de que Forcadell ya hubiera solicitado ir en persona a Zarzuela el domingo por la noche, justo después de la investidura de Puigdemont. Forcadell había dado por hecho que iba a desplazarse a Madrid para encontrarse con el rey en el salón de audiencias de Zarzuela para luego departir con él en su despacho como fue lo habitual durante el reinado de Juan Carlos I. La decisión del rey ha causado "sorpresa" en su entorno, según Efe.
El rey paró el viaje de Forcadell a Madrid mediante un escrito firmado por Domingo Martínez Palomo, secretario general de La Zarzuela, uno de los cinco tenientes generales que tiene la Guardia Civil en España y uno de los altos cargos más veteranos de palacio. En su escrito, Palomo pidió “con la finalidad de cumplir los trámites establecidos en la Constitución y en el Estatuto de Autonomía de Cataluña” que la “comunicación oficial de la presidenta del Parlamento de Cataluña a Su Majestad el Rey se realice por escrito a través del jefe de la Casa”.
Apenas hora y media después de recibir esta petición, Forcadell envió un correo electrónico a Jaime Alfonsín, el jefe de la Casa del Rey, con la carta en cuestión. A partir de ahí, Felipe VI firmó el decreto que hoy saldrá publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE). Hasta aquí, la impecable liturgia constitucional detrás de todos los actos del rey.
Pero a nadie se le escapa la carga de profundidad del gesto Felipe VI hacia unos representantes políticos cuyo deseo es crear una república catalana independiente de España. Desde Zarzuela se hace hincapié en que el rey no está obligado a decantarse por ninguna de las dos opciones, “ambas legalmente válidas”. Afirman incluso que aunque Forcadell hubiera ido en persona a Zarzuela, habría tenido “traer la carta”. También, que el nuevo rey puede optar por querer imprimir “su propio estilo” a un trámite que su padre, Juan Carlos I, llevó a cabo en ambas modalidades (presencial y escrita).
OTRO CLIMA POLÍTICO
Pero las fuentes políticas consultadas destacan que el anterior jefe del Estado no recibió a ninguno de los presidentes de los parlamentos de Cataluña, País Vasco y Galicia en diciembre de 2012 porque estaba convaleciente de la segunda operación de cadera que sufrió ese año tras la caída en Botsuana. No porque no decidiera hacerlo. Otro ejemplo es el caso del 5 de mayo de 2009, cuando fue investido lehendakari Patxi López: Juan Carlos I tuvo que firmar el decreto en la embajada de España en Vilna porque estaba en viaje de Estado a Lituania.
No obstante, un mes más tarde recibió a toda la mesa del Parlamento vasco en La Zarzuela precisamente porque no pudo recibir a la presidenta, Bakartxo Tejeria (PNV), el día correspondiente.
Este lunes 11, Felipe VI ha tenido la agenda limpia de actos oficiales al igual que el resto de esta semana porque está a la espera de comenzar las consultas políticas para la investidura del presidente del Gobierno central. Las fuentes políticas consultadas destacan el “diferente clima político” que se respiraba en España hace cinco años, cuando Artur Mas fue elegido presidente de la Generalitat por primera vez.
Entonces, en diciembre de 2010, la presidenta del Parlamento catalán, Nuria de Gispert siguió la costumbre y acudió a Zarzuela a ver a Juan Carlos I, con el que estuvo reunida 25 minutos. Al salir, Gispert describió el encuentro ante los periodistas como “cordial, positivo y agradable” y comentó que había hablado con el rey de la profunda crisis económica, una crisis global “que había cogido a España por sorpresa”.
EL HERMANO DE LA IMPUTADA
Gispert recalcó que don Juan Carlos le había trasladado sus cordiales saludos a Mas y a Josep Antoni Duran i Lleida, entonces líder de Unió y hoy retirado de la política. Y curiosamente, señaló que habían hablado de la infanta Cristina, que llevaba entonces un año viviendo en Washington pero que “pronto”, según el rey, volvería a vivir en Barcelona.
Este lunes, sin embargo, no hubo parabienes. El diputado de la CUP, Benet Salellas, ha llegado a celebrar que Felipe VI, “el hermano de la imputada” no haya recibido a Forcadell. "Es un orgullo para los catalanes porque el rey español, hermano de la infanta enjuiciada este lunes por corrupción en la audiencia provincial de Palma, no tendrá nunca la legitimidad democrática de esta cámara", ha afirmado desde el Parlament, informa Efe. Salellas ha añadido que "cuanto menos contacto e intervención" de la Casa Real en el proceso independentista, más se garantizará la futura república catalana.
Los tiempos han cambiado en España y el rey, en su día más difícil, lo ha comprobado.