Los decibelios que se escucharon este miércoles en el Congreso de los Diputados no lograron ocultar dos incómodas verdades: Podemos tendrá que conformarse con un único grupo parlamentario y esa amarga constatación, de la que culpa a Pedro Sánchez, aleja el pacto de investidura con el PSOE.
Esas dos certidumbres permanecieron soterradas bajo la exuberancia de los gestos con los que Podemos trató de protagonizar un épico primer día en la Cámara Baja. Este miércoles fue el día en el que caducó el "no nos representan" que se escuchó en las plazas españolas el 15 de mayo de 2011, del que la formación de Pablo Iglesias se siente heredera. A gritos de "sí se puede", los 69 diputados de Podemos y sus aliados nacionalistas quisieron trasladar la impresión de que, gracias a su presencia sobre la moqueta de la casta, ya nada será igual.
Los diputados morados prometieron sus cargos en todos los idiomas cooficiales, con fórmulas más allá de lo protocolario, lenguaje de signos, puños en alto o la señal de la victoria. Lloraron, se hicieron una emocionada foto de familia ante los míticos leones de la puerta principal y se pasaron de regazo en regazo a Diego, el bebé de Carolina Bescansa, ante la mirada atónita de los demás parlamentarios. Sorprendieron las rastas del diputado por Tenerife Alberto Rodríguez o la bufanda con los colores del arco iris de Pedro Arrojo, parlamentario por Zaragoza. A más de uno el personal de la cámara le preguntó si era diputado ante unas maneras más frescas y la ausencia de corbatas o camisas.
Los diputados de Podemos también se perdieron por los pasillos. Iglesias fue acribillado a flashes al confundirse cuando iba al baño en lo que fueron sus primeros pasos perdidos en el Congreso.
Podemos pierde su primera batalla
La inflación de emociones de Podemos no evita la evidencia de que el partido ha perdido su primera batalla institucional, que consistía en lograr cuatro grupos parlamentarios pese a las limitaciones del reglamento. Un tiroteo de reproches sobrevoló por ese motivo el palacio de la Carrera de San Jerónimo. Iglesias arremetió contra Pedro Sánchez al considerar que "ya ha elegido" sumarse a una "gran coalición", un "búnker" al resguardo de la nueva política.
El motivo es el pacto que el PSOE fraguó con Ciudadanos sobre la presidencia del Congreso, que recayó en el exlehendakari Patxi López. Según Albert Rivera y el PP, en realidad el pacto fue global y permite a Rajoy quedarse a cambio con más puestos que nadie en la Mesa del Congreso, que dirige las actividades de la Cámara. En cualquier caso, los tres partidos sí estaban de acuerdo en negar a Podemos los cuatro grupos parlamentarios que reclaman: uno liderado por Iglesias y otros tres para sus aliados en Cataluña, Comunidad Valenciana y Galicia. "Si alguien ha puesto tierra de por medio a la posibilidad de un cambio en este país ha sido Pedro Sánchez", lamentó el líder de Podemos ante los medios.
El PSOE, eufórico por el nombramiento de López, acusaba a Iglesias de estar más pendiente de sus "contradicciones internas" que de impedir que el PP siga en el poder. "No es el número de grupos políticos, son las políticas lo que necesitan los ciudadanos", dijo Sánchez en un carrusel de entrevistas en radios y televisiones.
Lo cierto es que Iglesias puede tener en sus manos un regalo envenenado. Si la negativa a cuatro grupos le convierte en líder de 69 diputados, la convivencia interna será un reto continuo por las diferencias ideológicas que ya se dejaron ver el primer día. Bastaba con preguntar si los referéndums de autodeterminación son más importante que el "plan de rescate ciudadano" para encontrar múltiples y variadas respuestas.
Ahora comienza la verdadera partida
Los diputados del PP vagaban desconcertados por los pasillos. Los miembros del Gobierno se fueron inmediatamente, sin casi pararse, conscientes de que no era día de protagonismos. Otros, como los vicesecretarios Pablo Casado o Fernando Martínez Maíllo, se encogían de hombros y se negaban a hacer quinielas sobre las próximas semanas, pero daban por hecho que Rajoy no logrará la investidura ni en la primera ni en la segunda votación, que podrían celebrarse a finales de mes.
Muchos consideraban un "circo" las promesas de los nuevos parlamentarios de Podemos, que repetían uno tras otro su intención de asegurar que "nunca más haya un país sin sus pueblos y sin sus gentes". Otros, como el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, arremetieron contra la "utilización lamentable" del hijo de Bescansa para lograr colarse en los medios de comunicación.
Rajoy apenas habló y circuló a paso rápido y sin amago de ninguna sonrisa por los pasillos del Congreso. La investidura se le ha puesto cuesta arriba y los socialistas confían en que, tras aupar a Patxi López a la presidencia del Congreso, llegue el turno de Pedro Sánchez en la Moncloa.
"Nos enteramos por los medios del pacto del PSOE con Ciudadanos y el PP", lamentaban diputados de Podemos. Los socialistas lo negaban y recordaban que Iglesias se reunió con Sánchez durante una hora este martes, pero no renunció a su exigencia de cuatro grupos, por lo que el acuerdo era imposible.
El dilema de Podemos
Iglesias tendrá ahora que elegir entre permitir un gobierno del Partido Popular con una actitud de "bloqueo" o favorecer una legislatura "de cambio" y "progresista reformista", aseguró Sánchez.
Diputados nacionalistas de Podemos rechazaban que vayan a apoyar a Sánchez, pero en privado. En público se limitaron a arremeter contra el PSOE por empezar con mal pié. "Si comienzan así, ¿cómo van a pretender que les apoyemos?", se preguntaba uno de los nuevos.
Los socialistas siguen asegurando que ahora le toca naufragar al PP. "Y cuanto antes se someta a la investidura, antes le diremos que no", dijo un sonriente César Luena, el número dos del partido. Ante el bloqueo entre el PSOE y Podemos, la diputada Carme Chacón, cercana a Susana Díaz, auguró que "va a ser corta".