Antoni Duran, en el momento de anunciar su dimisión.

Antoni Duran, en el momento de anunciar su dimisión. Efe

España DIMITE EL LÍDER DE UNIÓ

Duran i Lleida, otra víctima del secesionismo

Su marcha se suma a las que ya se ha cobrado una sociedad catalana radicalizada y fracturada.

17 enero, 2016 02:39

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La dimisión de Duran Lleida es el fin de una larga carrera política, no de ninguna aventura personal. Va de drama colectivo. Se trata de una baja catalana más en el exterminio habido, en aquella comunidad, y por parte del secesionismo, de la transversalidad política. Cuando una sociedad radicaliza, se polariza, se vuelve cainita, ¿qué sentido tendría conservar a personas dialogantes, que saben hallar parte de verdad en las posiciones de sus contrincantes? Sería un contrasentido.

Ello no obstante, hay que confiar en que, dando también con el mazo, parafraseando un aforismo jurídico, la causa de la causa pague por el mal causado. Respecto a Duran, el origen de su retirada es el secesionismo enloquecido. Otras víctimas del secesionismo han sido el PSC y la Unió Democràtica Catalunya (UDC) de Duran. Mucho antes lo habían sido AP, UCD y el PP, por lo menos. La mortalidad política interna de Cataluña está aún por contabilizar en su totalidad.

En todo caso, Duran Lleida no tiene por qué sentirse sólo, fuera de la política. Tampoco lo están los millares de cubanos y de venezolanos expatriados temporalmente en Miami, ni las muchas decenas de miles de sirios, kurdos e iraquíes que mueren ahogados o intentan hallar acogida entre nosotros al tener que huir de la barbarie baasista o fundamentalista.

Cataluña fue pionera en la creación de una democracia cristiana cien por cien homologada (UDC) y con buenos contactos europeos. Uno de ellos, poco recordado en el conjunto de España, fue Don Luigi Sturzo (1871-1959), fundador (1919) del Partido Popular italiano y, por lo tanto, de la posterior Democracia Cristiana. Antifascista, pasó la Segunda Guerra Mundial en Londres.

El fundador de UDC fue Manuel Carrasco Formiguera (1890-1938). El golpe de Estado del 1936 le puso en peligro de muerte por parte de la CNT-FAI. Por ello huyó al País Vasco, al ser amigo del lehendakari Aguirre. Podía haberse refugiado en Francia, país que tuvo que atravesar. Detenido en alta mar, antes de llegar a San Sebastián fue fusilado en Burgos por Franco, en 1938. Tampoco eran tiempos de transversalidad.

Duran empezó su carrera política a la sombra del gran reconstructor de UDC, en la clandestinidad, el ingeniero y sobre todo historiador Miquel Coll Alentorn (1904-1990), muy activo en el tardofranquismo y en la Transición. Por ello he recordado muchas veces –en solitario– que Coll era partidario de la unión o confederación entre España y Portugal. O sea que se situaba a la antítesis del secesionismo. He querido escribirlo, una vez más, porque este aspecto está radicalmente escondido en Cataluña. De 1984 al 1988, Coll fue Presidente del Parlamento de Cataluña.

Coligados electoralmente desde 1978, CDC y UDC formaron una federación entre el 2001 y el 2015. Desde el primer día al último, como coalición y como federación, fue un matrimonio mal avenido. En especial, Roca Junyent y Duran Lleida nunca se llevaron bien hasta los tres últimos años en que ambos se concertaron discretamente ante un Mas que hoy no tragan. En estos dos últimos años las relaciones entre Duran y el dirigente del PSC Miquel Iceta también han sido excelentes, sin que los medios de comunicación se apercibiesen.

Una de las situaciones tragicómicas consistió en que Duran fuese, con apoyo del PP, y aquiescencia del PSOE, presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de las Cortes, mientras que, paralela y contradictoriamente, Mas intentaba (infructuosamente) ser recibido por quien fuese para atacar a España y reclamar la independencia de Cataluña.
Entre los años 1993 y 1995, UDC fue salpicada por la corrupción habida en el seno del Consorcio de Turismo de Cataluña y en 1994 se dio el 'caso Trabajo' alrededor de cursos de formación pagados por la Unión Europea. En ambos casos, UDC salió relativamente bien parada.

Un día u otro, el sinsentido secesionista perecerá, a causa de sus millares de insensateces aderezados de una gestión catastrófica. De una manera u otra, deberán tenderse nuevos puentes, hoy dinamitados. Entonces serán necesarias actitudes socialmente transversales. Duran Lleida estaba esperando el inicio de este proceso. Hoy no tiene fecha determinada, mientras que su desaparición política solo podrá ser sustituida por dirigentes de otras generaciones y con otras coordenadas. No es el único partido con estas características. En prácticamente todos los casos constituye un problema añadido y, desde luego, determina un nuevo paradigma. Será transversal o no será.