El fuego se inició este martes en las redes sociales y el Gobierno vasco decidió sofocarlo antes de que se extendiera. La alarma se generó en Twitter y fue recogida por uno de los parlamentarios de EH Bildu más activos en esa plataforma. Xabier Isasi se hizo eco de la polémica y registró en la Cámara vasca una pregunta al lehendakari sobre uno de los interrogantes empleados en una encuesta oficial. El Ejecutivo de Íñigo Urkullu reaccionó rápido y retiró de inmediato la cuestión, referida a la intolerancia social manifestada respecto a determinados colectivos étnicos e ideológicos, de drogodependientes y hasta de profesionales.
La pregunta interpelaba sobre el rechazo ciudadano a tener como vecinos a “varios grupos de gente”, que enumeraba en un listado con trece opciones, dando la posibilidad de marcar cuantas se desearan. En esa clasificación figuraban mezclados, del uno al trece y por este orden, individuos con antecedentes penales, gente de otra raza, extremistas de izquierda o borrokas (identificados con la violencia callejera), dependientes del alcohol, extremistas de derecha o neonazis, gente emocionalmente inestable, gitanos, trabajadores inmigrantes, contagiados de Sida, drogadictos, homosexuales, miembros del Ejército y de las FSE y miembros de ETA.
Un listado para el que se pedía una respuesta con el siguiente enunciado: “¿Podría usted indicarme los [grupos] que no le gustaría tener como vecinos?”.
La pregunta formaba parte del cuestionario de una encuesta destinada a elaborar el próximo Sociómetro vasco, una serie estadística periódica que confecciona el Gabinete de Prospecciones Sociológicas del Ejecutivo para analizar la evolución y realidad social de la comunidad autónoma.
Tras ser difundida parcialmente en Twitter, fuentes de la Presidencia del Gobierno justificaron su existencia debido a que se cumplen veinte años desde el primer Sociómetro y el Gabinete había decidido repetir el mismo cuestionario del inicio para reflejar las diferencias que se han producido en los comportamientos sociales de los vascos a lo largo de estas dos décadas. No supieron explicar, sin embargo, por qué esa pregunta no aparecía reflejada en el informe divulgado en 1996 sobre los resultados de esa encuesta de opinión, llevada a cabo en noviembre de 1995.
Las mismas fuentes, consultadas por EL ESPAÑOL, insistían este miércoles en que “la pregunta es copia exacta de la formulada entonces”, porque la intención era realizar una “comparación idéntica”. Admitían que por el tiempo transcurrido la formulación podía ser extemporánea y sustentaban la retirada de la pregunta en el revuelo originado. “Si la pregunta de una encuesta genera polémica es que no es adecuada, porque un cuestionario no debe suscitar tal reacción”, añadían.
“FUERA DE LUGAR”
En la imagen reproducida el martes en Twitter sólo se recogía la parte superior del listado, hasta la opción número 7, “personas de etnia gitana”, y por ello la indignación expresada en las redes se centraba en la elección que se planteaba sobre neonazis, borrokas, gitanos, borrachos, gente de otra raza y personas emocionalmente inestable o con antecedentes penales.
La reacción de Xabier Isasi se plasmó esa misma tarde en una pregunta parlamentaria a Urkullu en la que se demandaba que el lehendakari diera explicaciones por escrito de lo que estaba pasando.
EH Bildu considera que interpelar a los ciudadanos de esa manera “está fuera de lugar” y que plantear a priori qué grupos de vecinos no gusta tener demuestra una serie de “prejuicios” que inciden “en el racismo y la xenofobia”. “El hecho mismo de que el Gobierno haya retirado la pregunta pone en evidencia su improcedencia”, señalan a este diario desde la coalición abertzale.
ETARRAS Y AMENAZADOS
La polémica es nueva, pero no así el contenido de la pregunta que al menos hasta 2012 se vino produciendo en encuestas del Gobierno, según se puede comprobar en la web del Gabinete de Prospecciones Sociológicas. Lo que cambió fue su formulación; en vez de interpelar por los vecinos no deseados, se preguntaba de forma más abierta al encuestado “si le importaría o no” residir junto a determinados grupos sociales, que no siempre eran exactamente los mismos.
En el informe sobre la Juventud Vasca de 2000, realizado bajo mandato del PNV, se inquiría sustancialmente sobre los colectivos reseñados, aunque con algunas variaciones. Desaparecieron los enfermos de Sida y los miembros de ETA y en el listado sobre “tolerancia vecinal” se introdujo a “prostitutas o gigolós” y “personas que han estado en la cárcel”.
En los Retratos de Juventud de 2012 la clasificación incluía a los amenazados por ETA y los resultados reseñados por el Gobierno vasco, dirigido en aquella legislatura por el lehendakari Patxi López (PSE-EE), fueron objeto de titulares de prensa. Los medios de comunicación se hicieron eco de la práctica igualdad que existía entre los jóvenes vascos (42%) que no querían residir junto a un miembro de ETA y los que expresaban su rechazo (40%) a hacerlo junto a un amenazado por la banda terrorista. Esa similitud porcentual en la respuesta fue valorada como una “quiebra moral” en la sociedad vasca por el entonces director del Gabinete de Prospecciones Sociológicas, Víctor Urrutia.
A partir de 2013, y con la llegada del PNV de nuevo a Ajuria Enea, el apartado sobre valores sociales en el que se incluía “la tolerancia vecinal” desapareció de la encuesta, que dejó de estar enfocada a conocer el grado de cultura democrática existente en la sociedad y pasó a explorar otros ámbitos más acordes con los objetivos de los gobernantes nacionalistas.