La discoteca que truena a las puertas de la parada de metro de Tribunal cotiza al alza. Los jóvenes que, todavía fuera, esperan su momento para saltar a la pista de baile encarnan una cola serpenteante que se nutre de la mayoría de aquellos que abandonan el funicular subterráneo.
Van a dar las dos. Los vagones corren por última vez. En uno de sus compartimentos, alguien ha derramado la ginebra en un frenazo y un perfume alcoholizado adereza el viaje. El metro se detiene en Tribunal. Quienes deciden bajar miran perplejos una escalera amarilla, todavía horizontal pero con una clara intención: que alguien descienda a la vía.
De Alfonso XIII a Cifuentes
Media hora más tarde, la presidenta de la Comunidad de Madrid baja por esas escaleras metálicas y amarillas. A la entrada, varios chalecos fosforescentes reposan sobre una mesa adornada con un mantel rojo. Cristina Cifuentes inicia su excursión por las vías del metro cuando los paneles informativos ya han decretado el cierre y piden desde hace media hora el desalojo de los usuarios. La acompañan el consejero de transportes, Pedro Rollán, su equipo de prensa, más de una decena de periodistas y los responsables de una reforma que está a punto de anunciar.
La línea 1 que Cifuentes recorre linterna en mano es la más antigua de España. Fue inaugurada el 17 de octubre de 1919 por Alfonso XIII. Aquel día, el monarca vestía pantalones negros con raya gris, guantes blancos, zapatos de charol y portaba un bastón sobre el que apoyarse, probablemente para un traspiés. Tuvo mala suerte. Varias de las fotos de aquella jornada histórica le pillaron con los ojos cerrados. Más de 56.000 madrileños utilizaron el metro ese día. El nuevo medio de transporte conectaba la Puerta del Sol con Cuatro Caminos.
Esta noche, Cifuentes pasea por la vía abrigada por un plumífero negro, unos pantalones de cuero y unas botas rockeras con las que logra mantener el equilibrio. El motivo de su visita es el anuncio de una inversión de 69 millones de euros que consolidará el túnel, lo impermeabilizará e instalará una catenaria rígida, lo que supondrá unas obras que dejarán inhabilitada esta línea entre el próximo 21 de mayo y el 30 de septiembre.
Como remedio, la compañía de metro habilitará un servicio alternativo y gratuito de autobuses que realizará el mismo recorrido que el suburbano. Quedarán afectadas todas las paradas comprendidas entre Plaza de Castilla y Sierra de Guadalupe. Entre ellas se encuentran zonas tan emblemáticas como Atocha, Sol o Tribunal.
"Esto no es sólo una excursión"
Huele a humedad. Una suave brisa, algo fría, recorre la infinita boca negra. Cifuentes se adelanta acompañada del consejero de transportes y se desplazan unos treinta metros, lejos de las cámaras, para poder ser filmados. La presidenta se agacha y hurga entre las traviesas de las vías. Encuentra un tornillo. "¿Veis?"-dice en broma a los periodistas al regresar- "Esto no es sólo una excursión. Os hemos traído aquí para que veáis el mal estado de esta línea".
Más allá de las lógicas actualizaciones energéticas y de la vía, el responsable de las obras, Carlos Cuadrado, explica que las paredes de ladrillo -rojizas, supurantes y desteñidas- no han sido reformadas desde 1919. "Esto sigue igual, desde que lo inauguró Alfonso XIII".
"Con estas obras -dice Cuadrado ya tras un pequeño atril improvisado en mitad de la vía- se mejorará en comodidad, puntualidad y seguridad".
Una segunda fase
Cuando se marchite el verano y termine la primera fase de la obra, la línea 1 de metro volverá a funcionar. Aunque tendrá que parar de nuevo. El plan comprende un segundo periodo de reformas que ultimará los detalles, aunque todavía no tiene una fecha marcada en el calendario.
Un selfie-periscope
Cuando el equipo de la presidenta abandona la vía a través de aquella escalera amarilla que algunos vieron una hora y media antes con incredulidad, Cifuentes exclama: "¡Tenemos que hacer un selfie-periscope!"
Alza su teléfono y se enfoca a sí misma y al consejero de transporte. Empieza un diálogo con los tuiteros trasnochados que descubren con sorpresa dónde se encuentra la presidenta. Tras anunciar una vez más las próximas reformas en la línea 1, asciende por las escaleras y se despide mirando el reloj: "Son casi las cuatro. ¿Mañana a qué hora empezamos?"
La línea 1 del metro de Madrid, caldera de vida desde las seis de la mañana hasta casi las dos del día siguiente, permanecerá cerrada durante cuatro meses. El Gobierno de la Comunidad se enfrentará al reto de mantener con eficiencia los servicios de transporte público sin contar con la segunda línea más usada por los madrileños.
Porque, como decía Umbral, el metro en Madrid es tan absorbente que uno puede llegar a pensar que "la ciudad no existe, la ciudad es una locura, una invención, una esperanza, una mentira. La sueñan desde allá abajo los que van en Metro (...) No existimos, no tomamos café, no hacemos el amor. Sólo nos sueña, desde lo profundo, un hombre silencioso que va en el metro".