Las alarmas saltaron solo un día después de que los agentes colocaran las cámaras. El 5 de septiembre de 2014, el Departamento de Apoyo de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil colocó un coche con cámaras ocultas en la entrada del edificio Éboli, en Pinto (Madrid). Allí se encuentra la oficina del empresario David Marjaliza. El objetivo de los agentes era registrar en imagen a todo aquel que visitara al testaferro del exvicepresidente de la Comunidad de Madrid, Francisco Granados. Sin embargo, solo 24 horas después del movimiento, los investigados lo habían descubierto.
La prueba de la filtración llegó gracias a las escuchas telefónicas. A las 12:53 de la mañana siguiente, los agentes escucharon una llamada de Francisco Granados. Al otro lado de la línea, sonaba la voz de José Luis Caro Vinagre, guardia civil en excedencia y uno de los principales imputados en el espionaje a los ex altos cargos de la Comunidad de Madrid Manuel Cobo y Alfredo Prada. En la llamada, el agente le cuenta la conversación que la noche anterior mantuvo con un compañero del cuerpo: alguien que le alertó de que Granados y sus colaboradores estaban siendo investigados.
Las sospechas se centraron pronto en José Manuel Rodríguez Talamino, agente destinado en la UCO, residente en Valdemoro y que formó parte del operativo que colocó las cámaras ocultas en la sede de las empresas de Marjaliza. El sumario del caso recoge varios intentos de Granados por confirmar la información en su contra. Y frente a los movimientos del alto cargo popular, los agentes decidieron ponerle un cebo y crear una operación ficticia.
Una trampa en Alicante
El objetivo del operativo era sacar al topo de Granados de la Operación Púnica sin levantar sospechas. Pero no bastaba con enviarlo a una investigación distinta. Además, Granados y sus colaboradores debían pensar que las pesquisas habían cesado por completo. Solo así la investigación podría seguir sin peligro.
Para conseguir el espejismo, los mandos de la UCO enviaron de nuevo al agente Talamino a retirar las cámaras ocultas frente a la sede de las empresas de Marjaliza. Para darle consistencia, explicaron al agente que la ubicación había sido un error motivado por una identificación confusa en una investigación sobre drogas. La dirección real de los objetivos, de los presuntos narcos que nunca existieron, estaba ubicada en una calle de Alicante.
Con esa coartada, la Sección de Apoyo Técnico Operativo de la UCO (de la que Talamino depende orgánicamente) montó un viaje a Alicante. Sobre el papel, su objetivo era pasar allí cinco días y colocar las cámaras ocultas en el domicilio real de los objetivos. En realidad, lo que perseguían era ocultar al agente las investigaciones más delicadas de la trama Púnica y confirmar su relación con Granados. Y así lo hicieron.
Cambio de teléfonos
Como primera medida y bajo la excusa de un cambio operativo, uno de los superiores de Talamino se quedó el teléfono oficial del agente. El 9 de septiembre de 2014, cuatro días después de la primera filtración, Francisco Granados recibe una nueva llamada del agente Caro Vinagre. Su colaborador le asegura que el día anterior ha hablado con "éste" y desvela su intención de concertar una nueva cita.
Minutos después de esta conversación, el mando que custodiaba el teléfono del agente Talamino recibe por WhatsApp el siguiente mensaje:
A juicio de los investigadores, "de esta manera se objetiva el intercambio que se estaba produciendo entre el guardia civil Talamino y José Luis Caro Vinagre, el cual a su vez no duda en informar a Francisco Granados de todo lo que averigua". Poco después del mensaje, Caro Vinagre llama de nuevo al exvicepresidente madrileño, todavía en prisión preventiva. El agente en excedencia le confirma que su amigo está de viaje y que el viernes han quedado en verse cuando vuelva. Según refleja el sumario del caso, era el día previsto para que el equipo terminara el falso trabajo en Alicante y volviera a Madrid.
A juicio de los investigadores, "la actuación del guardia civil Talamino no respondió a un acto individual y aislado, sino que se extendió en el tiempo, quedado constatados varios encuentros en los que facilitó información y respondió a una actuación voluntaria en la que buscó a uno de los objetivos (Francisco Granados) para informarle tanto de la colocación de un medio oculto como de la naturaleza de la investigación".