Con aire resignado, Pedro Sánchez leyó su discurso y se dispuso a aguantar el chaparrón que le cayó después en el hemiciclo del Congreso de los Diputados, aunque esté techado salvo por los agujeros de las balas del 23-F.
Su intervención fue calificada por Francesc Homs, portavoz de Democracia y Libertad (la marca de Convergencia Democrática) como un “trámite”. Sánchez la leyó desapasionadamente, consciente de que la suerte estaba echada. Su investidura volvió a ser rechazada por una abrumadura mayoría alimentada sobre todo por el PP y Podemos. No hubo más sorpresas que los sobresaltos vividos por la crispación de varios diputados. Y, sin embargo, el pacto del PSOE con Ciudadanos parece haberse abierto camino definitivamente en la sociedad, según todo tipo de encuestas.
El resultado final fue de 131 votos a favor, uno más que el miércoles (el de Ana Oramas, de Coalición Canaria) y 219 en contra. A partir del lunes, cuando el rey reciba a Patxi López para conocer de manera formal el resultado, se abre una nueva etapa de como mucho 56 días para el acuerdo. Si ningún candidato logra la investidura antes del 3 de mayo, se convocarán nuevas elecciones para el 26 de junio. El rey, que según la Constitución tiene la obligación de tramitar “sucesivas propuestas” de candidaturas al Congreso hasta que alguna lo logre, no convocará a los partidos a una ronda de consultas inminente la semana que viene, informa Ana Romero.
Sánchez lo fía todo a su “responsabilidad”
En su breve discurso, Sánchez trató de convertir el voto a su pacto con Ciudadanos en un referéndum sobre la vuelta a las urnas. “¿Queremos realmente impedir unas nuevas elecciones generales dentro de unos meses? ¿Sí o no?”, se preguntó. Según él, los que este viernes votaron “no” de nuevo buscan un rédito electoral que él ha combatido durante este tiempo con “responsabilidad”.
La “responsabilidad” centró la primera parte de su intervención y es más que probable que protagonice gran parte de su estrategia si la falta de acuerdo conduce al país a unas nuevas elecciones, que serían el 26 de junio. “Pienso que mi único fracaso hubiera sido rechazar el ofrecimiento del jefe del Estado”, dijo, sacando pecho a pesar del varapalo de la votación.
El “Gobierno del bien común” que persigue Sánchez (“el bien general y el sentido común”, dijo para explicarlo) no cuenta con la confianza de la cámara, pero no por las medidas contenidas en el Pacto de El abrazo del PSOE y Ciudadanos. “Hoy, muchos de ustedes, de los 350 diputados y diputadas que están aquí presentes, defensores de un Gobierno de cambio, van a votar en contra de estas 200 mejoras, pero todos sabemos que la mayoría de ustedes está de acuerdo con estas medidas”, dijo Sánchez.
El PSOE pretende asociar a Podemos al PP y encasillar a ambos en la irresponsabilidad y el electoralismo. El líder socialista no parece tener prisa a partir de ahora y recordó que sin él, no habrá Gobierno, advirtió. “Un nuevo Gobierno de cambio tendrá que contar inevitablemente con la participación del Partido Socialista Obrero Español”. En otras palabras: es Podemos quien tiene que ceder para llegar a un acuerdo, porque el PSOE es indispensable en toda ecuación y tiene, de alguna forma, el toro por los cuernos.
Por otra parte, el PSOE ha cumplido con el rey al poner “en marcha el reloj de la democracia”, por lo que si Podemos no cede y le apoya, podría tener más que perder, según la lógica del candidato a la Moncloa. El tiempo corre en contra de Pablo Iglesias, confían en Ferraz.
A su salida, ante los medios, Sánchez fue mucho más allá y cargó con mayor dureza contra Podemos: "En democracia uno es lo que vota y hoy Iglesias ha traicionado a los millones de votantes de Podemos que votaron por el cambio".
Rivera pasa a la ofensiva
Después que hablase Sánchez, Rivera pasó a la ofensiva. “Dejen de destruir y empiecen a construir", dijo al PP. "¿Cuántos ministerios y secretarías de Estado pidió el Partido Comunista" en la Transición? "Ninguno. Pedían libertad", dijo pidiendo a Pablo Iglesias el "sentido de Estado" que entonces tuvo el partido de Santiago Carrillo.
Iglesias "dice que quiere un pacto a la valenciana", pero "teniendo en cuenta los ministerios que pide, con quién va y el referéndum que quiere hacer, quiere un gobierno de traca, más que a la valenciana", dijo Iglesias.
El líder de Ciudadanos llegó a asociar al PP a Podemos, pero también a Bildu o Esquerra Republicana. "Hoy van a votar juntos los que quieren romper España y los que dicen que no quieren cambiar nada”, lamentó. Los diputados populares, furiosos desde el miércoles por la actitud de Rivera, se revolvían en sus escaños.
Las encuestas respaldan el pacto PSOE-Ciudadanos
Los dirigentes del PSOE confían en que esta sesión de investidura haya servido para demostrar ante la opinión pública que el PSOE está más preocupado que el PP y Podemos por los problemas de la sociedad. En otras palabras: el debate de investidura fallido ha servido justo para lo que no pretendían PP y Podemos: un acto de promoción de Pedro Sánchez.
Las expectativas de Albert Rivera son las únicas que suben con claridad, según esta encuesta. Las hechas al calor del debate también favorecen al presidente de Ciudadanos. Los seguidores de EL ESPAÑOL en Twitter tenían claro que Rivera había ganado el debate, algo que concuerda con la valoración aportada por Metroscopia:
Sánchez gana oxígeno dentro del PSOE
Según varios diputados socialistas, Sánchez sale mejor del debate de lo que entró, aunque no haya destacado por su brillantez oratoria y Albert Rivera haya defendido el pacto mejor que él.
“Sánchez sale reforzado y el rey no puede encargarle a otro candidato la investidura”, según uno de ellos. “Y en el PSOE no puede celebrarse un congreso si hay expectativa de que Sánchez sea presidente”, añade.
El PSOE tiene convocado un congreso interno para el mes de mayo, pero la maquinaria del partido comienza dos meses antes, con su convocatoria, la petición de avales o la comprobación del censo.
Según el equipo de Sánchez, aunque la investidura haya sido fallida, el secretario general sale fortalecido de cara a la sociedad y aborta automáticamente la posibilidad de que se levante la marejada interna tan habitual en el PSOE cuando las cosas van mal. En otras palabras, allana la posibilidad de que Sánchez repita como candidato en las próximas elecciones generales, si se repiten. Sin toda la parafernalia de un congreso, Susana Díaz sólo podría hacerle frente en unas primarias.