Era “vanidoso”, “arrogante” y mantenía contactos secretos con los servicios marroquíes. La actividad del agente 8882 del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) traía de cabeza a sus superiores. Sus movimientos despertaron sospechas: las ausencias injustificadas al trabajo, los “enredos y estratagemas”, su comportamiento “deshonesto, desleal, mendaz e inseguro”. Los siete años en los que trabajó como traductor supusieron, según informes del organismo, en “un alto riesgo no asumible”.
El agente 8882 denunció al CNI por haberle despedido cuando atravesaba una baja laboral por problemas psicológicos y el caso llegó a manos de la Audiencia Nacional. El Centro de Inteligencia, adscrito al Ministerio de la Presidencia, presentó entonces un informe en el que detallaba la actividad del exagente.
De acuerdo a aquel texto, el agente estaba acomplejado por su nivel profesional, pero superaba el obstáculo “con rasgos de vanidad y arrogancia” y acudía al engaño. Además, protagonizaba habitualmente casos de “falsificación, fingimiento, enredos, simulaciones y estratagemas”, describe la agencia EFE.
Sus contactos con Marruecos
Era un hombre poco leal y fiable, aseguró el CNI ante la Audiencia Nacional. “La dolencia de índole psicológica del recurrente no se ha tenido en cuenta por la Administración, la cual habla de fiabilidad o no del recurrente”, detalla la sentencia de la Audiencia Nacional, fechada el 15 de enero de 2016. Según esta sentencia, el agente 8882 “mantiene una serie de relaciones personales de riesgo para el CNI y para los intereses nacionales”.
De acuerdo a estas informaciones, el traductor hizo fotos dentro de las instalaciones del CNI que luego envió por Internet y consultó información de sus bases de datos para terceras personas, incluido un ciudadano marroquí. Los contactos con los servicios de inteligencia del país vecino eran, además, frecuentes y realizados a las espaldas de sus superiores. “Se habla del posible inicio de un proceso de captación sobre él, de contrainteligencia -advierte la sentencia de la Audiencia Nacional-. Ha ocultado que se ha puesto en contacto con un islamista radical con el que coincidió en su etapa de estudiante y no informó a sus jefes ni a la división de seguridad”.
Grabó a una compañera manteniendo relaciones
El comportamiento del traductor no encajaba en los cánones habituales de la agencia. Lejos de la discreción que sostiene la actuación de sus miembros, “la mayor parte del entorno del NIP 8882 sabe que es miembro del Centro y éste le hace partícipe de circunstancias e informaciones relacionadas con él, como la identificación de organismos del organigrama del CNI, sus responsabilidades, nombres de personas, destinos, misiones, participación del Centro en operativos policiales que se hecho públicos en medios de comunicación, etc”.
“Tiene afición al engaño en todos los ámbitos de su vida”, apunta el informe presentado por la agencia ante la Audiencia Nacional. “Ha tomado fotos de las instalaciones de la sede central y las ha enviado por Internet. (…) Ha buscado antecedentes en la principal base de datos. (…) Ha transmitido medias verdades, actividades de otros miembros que él se atribuye como propias y sucesos completamente falsos que dan una idea errónea de las misiones del CNI y que afectan negativamente a su prestigio e imagen”.
En el texto además se habla “de su poca fiabilidad y de su falta de honestidad e integridad”: “[Revelador de ello] es el incumplimiento de la normativa en cuanto a la comunicación de salidas al extranjero; grabación de forma oculta a un miembro del Centro manteniendo relaciones sexuales y exhibición de dicha grabación ante otros; posesión de hachís para el consumo; elevado nivel de gastos, muy por encima de sus ingresos; falta de colaboración y persistencia en las mentiras al ser convocado por el responsable de seguridad del Centro para exigirle explicaciones a este comportamiento”.