A la Fundación Princesa de Asturias (FPA) le preocupa el riesgo reputacional que conlleva albergar en su patronato honorífico a Javier López Madrid, el empresario investigado en tres causas judiciales -tarjetas black; escándalo sexual de la dermatóloga y financiación irregular del PP- y cuyo nombre ha cobrado notoriedad esta semana por un embarazoso chat privado con la reina Letizia. Por ello, en la próxima reunión del 30 de marzo en Oviedo, el Patronato de la Fundación (su órgano de gobierno) estudiará el cese de López Madrid “si no hay cambio en la actual situación”, según fuentes de la FPA.

La espinosa cuestión, que no figura en el orden del día de la primera reunión del órgano de gobierno este año, se convertirá en uno de los puntos principales si López Madrid no ha dimitido para entonces por su propio pie. López Madrid es uno de los 78 miembros del llamado Patronato Princesa de Asturias, el órgano consultivo y honorífico de esta institución privada sin ánimo de lucro creada en en 1980 cuando el actual rey Felipe tenía 13 años.

La presidenta de honor en la actualidad es la princesa Leonor, que tiene 10 años y está representada por sus padres, los reyes Felipe y Letizia. Ni Felipe VI ni la reina consorte tienen cargos estatutarios pero son la cara pública de la FPA hasta que la heredera al trono tenga más edad.

Junto a López Madrid figura en el Patronato honorífico el gotha de la economía española: desde César Alierta (Telefónica) hasta Ana Patricia Botín (Santander), pasando por Alicia Koplowitz (Omega Capital) o el propio suegro de López Madrid, Juan Miguel Villar-Mir (Fundación Juan Miguel Villar-Mir). López Madrid es patrono en representación de Siacapital, la consultora financiera que fundó en 2010. Los estatutos establecen que las empresas que forman parte del patronato de la FPA sólo pueden estar representadas en este por su presidente.

El órgano gestor de la FPA es el llamado Patronato de la Fundación, el que lleva el día a día y está presidido por Matías Rodríguez Inciarte, un ejecutivo histórico del Banco Santander. Cuenta con 9 vocales, entre ellos nombres de gran prestigio como Gonzalo Urquijo Fernández de Araoz (Arcelor Mittal España), Fernando Masaveu Herrero (Corporación Masaveu) o Plácido Arango (Sigla). Su secretario general es otro nombre de mucho peso: el abogado del Estado Adolfo Menéndez Menéndez, socio emérito del despacho Uría & Menéndez.

INFORME SOBRE BUEN GOBIERNO

En 2014, coincidiendo con el cambio de nombre de la FPA debido a la proclamación de Felipe VI, el Patronato de la Fundación encargó un informe a la consultora KPMG para “revisar toda la actividad y reforzar el control en todas las áreas”, según fuentes de la FPA, que subrayan que la decisión se inscribe dentro del “deseo cada vez mayor de la sociedad española de que las instituciones hagan gala de transparencia y buen gobierno”.

Ese informe, que ya está terminado, será presentado el próximo miércoles 30, después de Semana Santa, al órgano de gobierno de la FPA. A partir de ahí, se establecerán criterios más claros sobre, por ejemplo, qué hacer cuando el nombre de un patrono conlleva un riesgo reputacional para la institución. Ese es el caso de las grandes instituciones extranjeras, que tienen normas más claras que la FPA.

El caso de López Madrid está “sobre la mesa” desde hace tiempo, según las fuentes consultadas. Fue en el otoño de 2013 cuando el empresario acudió por última vez Oviedo a la ceremonia de entrega de los premios más destacados del país en todos los ámbitos, desde la literatura hasta la ciencia. Los premios FPA son los auténticos nóbel de España.

Tampoco asistió López Madrid en junio de 2015 a la reunión conjunta de los dos patronatos (el gestor y el honorífico) que presiden los reyes cada año en el Palacio de El Pardo. ¿Tiene sentido entonces mantener como patrono a una persona cuya presencia no es querida en los principales actos de la institución?

Esta pregunta se la llevan haciendo bastante tiempo en la FPA. Sin embargo, López Madrid nunca ha dado el paso de renunciar a un puesto que, como su nombre indica, está relacionado con la honorabilidad del que lo ostenta.

LA FUNDACIÓN COMO EXCUSA

Como informó EL ESPAÑOL, López Madrid usó la necesidad de acudir a la ceremonia de Oviedo en octubre de 2014 para evitar ir a declarar en Madrid al juzgado de instrucción número 39 por el caso de la doctora Pinto, la dermatóloga que lo denunció por acoso sexual el 21 de diciembre de 2013. En realidad, la Casa del Rey ya le había pedido el 21 de octubre de 2014 que no acudiera a la ceremonia de entrega de los premios (el 24 de octubre) porque acababa de estallar el caso de las tarjetas black.

Ese caso de las tarjetas opacas de Bankia forzó la dimisión de Rafael Spottorno como consejero privado de Felipe VI el 7 de octubre de 2014. Spottorno es el único de los ex jefes de la Casa vivos que no es patrono honorífico de la FPA. Así, Fernando Almansa y Alberto Aza, los otros dos ex jefes, son los únicos patronos que no presiden una empresa. Son patronos simplemente por su vinculación a Zarzuela.

Según fuentes de la FPA, los casos de Spottorno y de López Madrid no se pueden comparar porque el primero nunca llegó a ser patrono. Pero en ambos casos pesa la mancha de un proceso judicial con amplio rechazo social. La FPA juega en la liga de las grandes instituciones sin ánimo de lucro del planeta. Esta semana se ha cerrado el plazo de presentación de las candidaturas para 2016: un total de 215 aspirantes de 50 países. La reputación, en este tipo de instituciones, es crucial.

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