Si Patricia Higsmith hubiera nacido medio siglo más tarde, y conociera lo que ha sucedido y sucede en el PP valenciano y en España, Tom Ripley no hubiera sido un joven con deliriros de grandeza y dispuesto a sostener sus mentiras, a sangre y fuego, hasta el final de la escapada.
Si Higsmith hubiera visto este martes la segunda declaración pública de Rita Barberá, probablemente la protagonista de El talento de Mr. Ripley hubiera sido una exalcaldesa venida a menos, acorralada por el escándalo de una trama de blanqueo organizada en las dependencias que gobernó con mano firme durante 23 años, y decidida, como los alacranes acorralados, a autoinfligirse un último aguijonazo antes que admitir la evidencia de que, a estas alturas de instrucción, su salida de la política no será honrosa.
Lo que explica, a fin de cuentas, el caso Rita, su singular talento para perseverar en negar la evidencia, cuando la apertura parcial de la instrucción de la trama ha sacado a la luz las conversaciones en las que la exedil María José Alcón confiesa a su hijo que en el Ayuntamiento había "mucho dinero negro" y que le habían dado dos billetes de 500 para que ingresara 1.000 euros de su cuenta al PP, es que la senadora sabe que ese último aguijonazo no lo sufrirá sólo ella porque quien le cubre las espaldas es Mariano Rajoy.
La exalcaldesa subrayó que horas antes había hablado por teléfono con Mariano Rajoy, de lo que se desprende que el presidente del PP estaba al tanto y ampara su huida hacia adelante. También que los pendientes y el collar de perlas que lució -y soltó- para mantener su defensa, han sido pacientemente cultivados por el mismo jefe de filas que le ha guardado escaño en el burladero del Senado. La cuenta de despropósitos no tiene desperdicio:
1.- "Todo es mentira". Por segunda vez en apenas un mes la exalcaldesa de Valencia ha insistido en que no ha habido caja B ni pitufeo alguno en el partido. La conversación interceptada por los investigadores entre su exconcejal de Cultura y su hijo, la confesión declarada de dos asesoras y la imputación del PP municipal y de 50 personas de su confianza, entre ellos nueve concejales en activo, no son nada. "La carga de la prueba recae en el que acusa, con pruebas, no con suposiciones ni con pinchazos telefónicos", dijo. Para Barberá las grabaciobnes no son relevantes.
2.- "Yo no sé nada". Por segunda vez, Barberá ha dicho que ella no sabía nada, de tal modo que las imputaciones y las grabaciones ni le van ni le vienen porque "yo sólo me encargaba de la política". Este desconocimiento de Rita de las cosas mundanas de las dependencias municipales de su partido no se compadece con su sentido autoritario del poder, ni con su carácter, ni con el sobrenombre con el que se referían a ella Alcón y el exvicealcalde Alfonso Grau: la butoni, algo así como el hombre del saco en valenciano.
3.- 'El malo es el juez'. La exalcaldesa ha ironizado sobre la "singular figura jurídica" a la que, a su juicio, ha recurrido el instructor, que la ha invitado a testificar voluntariamente, "sin estar imputada y sin abogado", antes de elevar el caso al Tribunal Supremo. Luego ha mostrado su disposición a declarar como una prueba de su voluntad "de colaborar con la Justicia"; lo cierto es que ambas voces no son equivalentes porque se puede declarar sin aclarar nada, como ha hecho ella en sus ruedas de prensa.
4.- "El malo es el PSOE". La multi-imputación del líder del PSOE gallego es la tabla de náufrago a la que se aferra el PP cada vez que un nuevo escándalo de corrupción sale a relucir. Barberá volvió a poner el ventilador y usó la corrupción socialista a modo de escudo.
5.- "El pitufeo es ridículo". Barberá apeló a "grandes figuras de la magistratura" para ridiculizar el pitufeo como forma de blanqueo. La aritmética es clara: 50 imputados, 50.000 euros. El menudeo en el blanqueo ya aparecía en los papeles de Bárcenas. La duda es si el método fue importado de Génova a Valencia, aprendido o emulado.
6.- "No tengo dinero negro". La senadora popular arguyó: "Como no tengo dinero negro no puedo darlo”. Las confesiones de algunos imputados y la conversación entre Alcón y su hijo indican que quien hacía de cajera del cash era la secretaria del grupo popular, María Carmen García Fuster.
7.- "Nada sobre Ciudadanos". La exalcaldesa se permitió el lujo de indultar a Albert Rivera. La última vez que compareció sí acusó a Ciudadanos de financiarse irregularmente porque, a su entender, de otro modo no hubieran podido afrontar tres campañas sin casi estructura. Barberá, que sabe de lo que habla, ha optado en esta ocasión por la indulgencia: "No tengo nada que decir de Ciudadanos".
8.- "No dimito". La tesis de Barberá es que sólo deben dimitir quienes se sienten en el banquillo cuando se abra juicio oral porque así lo dicen los estatutos del partido. Es decir, lo de menos son las pruebas grabadas, las evidencias. Adiós a las líneas rojas y nada de pedirle el acta a nadie.
9.- "Mi secretaria del grupo es honrada". La senadora defendió a la secretaria del grupo, presunta gestora del pitufeo: les unen 30 años de amistad y puede explicar de dónde procedía el dinero negro y quién dio la orden de pedir a concejales y asesores que ingresaran 1.000 euros a la cuenta del partido a cambio de dos billetes de 500.
10.- "Pobre hijo de la concejal". A Rita Barberá le apenó especialmente que el hijo de María José Alcón tenga tan claro que "en este país sólo funciona la corrupción", según consta en una de las grabaciones. "Qué pena que un niño tan joven...", dijo la exalcaldesa. Al mimso también se preguntó si el contenido de las conversaciones que la incriminan "tiene intencionalidad" o "estaba preparado". La posibilidad de que atribuya las alusiones a su persona al depecho de quienes se cayeron de la lista cobra fuerza.
Mariano Rajoy se siente "tranquilo" después de haber oído la rueda de prensa de Rita Barberá y saber que está dispuesta a declarar este tipo de cosas delante del instructor. Es evidente que el talento de Rajoy no tiene nada que envidar al de su protegida.