Rajoy y Feijóo, atrapados en el laberinto de su propia sucesión
Los dos son gallegos, los dos aman la política y todo el PP está pendiente de que despejen pronto su futuro.
27 marzo, 2016 01:36Noticias relacionadas
El presidente del Gobierno en funciones y el presidente de la Xunta de Galicia tienen muchas cosas en común. Los dos son gallegos, los dos aman la política y los dos están inmersos en el laberinto de su propia sucesión. Nadie sabe aún cuánto de cerca están de dar un paso al lado, pero ya hay quien en el Partido Popular ve que el camino de los dos conservadores avanza en paralelo.
Alberto Núñez Feijóo ha anunciado que después de Semana Santa dirá si presentará su reválida a la Xunta de Galicia o, por el contrario, su futuro toma otro rumbo que podría estar incluso fuera de la política. Los tiempos no han jugado a favor del líder conservador gallego, que nunca se ha conformado con ser el presidente de una autonomía y siempre ha tenido la espina clavada de dar el salto a la política nacional.
El momento de mudarse a Madrid podría ser ahora si su paisano, Mariano Rajoy, eligiese éste como su momento también para apearse de la carrera electoral. Feijóo aparece en todas quinielas electorales para suceder al líder del PP. Sin embargo, fuentes cercanas al líder gallego reconocen que “nunca traicionaría a Rajoy”. Solo si el de Pontevedra diera un paso al lado, “él daría un paso al frente”. Pero el reloj de Rajoy no va al mismo ritmo que el de Feijóo.
Aunque a nivel nacional nadie se atreve a cuestionar en público al presidente del Gobierno en funciones, el líder conservador sabe que muchos en privado piensan lo que dijo en voz alta el murciano Alberto Garre hizo a través de EL ESPAÑOL: “Rajoy haría un gran servicio a España y al PP si da un paso atrás”. El expresidente de Murcia reconoció a este diario que en menos de un día recibió “más de quinientos mensajes” respaldando su petición. El equipo más cercano al presidente salió en tromba para dinamitar el mensaje del murciano, que fue secundado por el navarro Jaime Ignacio del Burgo. A ambos se les atacó con dureza, incluso utilizando datos personales, para evitar que el mensaje calara. También se ha echado tierra encima a Isabel Benjumea, la militante que lidera la red Floridablanca y reclama cambios en el partido. En su red habló hace unos días el balear José Ramón Bauzá, y tampoco gustó al entorno más cercano al presidente.
Tirar o no la toalla
Ningún partido político quiere pactar un gobierno con el PP, pero Mariano Rajoy sigue resistiéndose a tirar la toalla. Su teoría es que la legislatura pasada falto comunicación, sí, pero la gestión económica fue impecable. El líder del PP recuerda cada vez que puede cómo se encontró España cuando llegó y recita de memoria cómo alteró las cifras. No le parece justo que, después de aquello, pase a la historia como el primer presidente de la Democracia que no revalida su puesto.
Sus asesores más cercanos insisten en que la presión para que renuncie es externa y niegan que haya una rebelión interna que le pida paso. Además, Rajoy se aferra en que él ganó las elecciones y que le corresponde a él intentar formar gobierno. “Por nada del mundo dejará que Pedro Sánchez sea presidente del Gobierno”, reconoce sus más cercanos. Las encuestas internas que manejan todavía no son tan malas como para evitar la disolución de las Cortes.
El paréntesis de Semana Santa
Así como los más cercanos a Feijóo reconocen que el presidente no quiere revalidar su puesto, nadie en Génova se atreve a predecir cuándo decidirá Rajoy dar un paso atrás. Hay quien cree que estos días de descanso de Semana Santa en Doñana pueden ser decisivos para tomar una decisión definitiva. Si el líder del PP “se sacrifica por el bien de España, se podrá ir como un señor. Si se disuelven las Cámaras y se convocan elecciones y es otro el que finalmente consigue ser presidente del Gobierno, ¿cómo pasará a la historia?”, se preguntan los partidarios de que el momento de la renuncia “debe ser ahora”. Los tiempos de Rajoy, sin embargo, “solo los marca él”. El paréntesis de Semana Santa quizá sirva para despejar el futuro. O no. Solo Rajoy lo sabe.