Teresa Rodríguez, líder de Podemos Andalucía, levantaba una enorme polvareda al aprovechar el 74 aniversario de la muerte de Miguel Hernández para vincularlo con su compañero de formación, el concejal de Jaén en Común Andrés Bódalo. Condenado a tres años y medio de cárcel por agredir al teniente alcalde del Ayuntamiento de Jódar en 2012 durante una protesta de jornaleros, Bódalo ha sido detenido en la mañana del miércoles después de resistirse a ingresar en prisión en el plazo establecido por ley.
Rodríguez reclamó el indulto cargando contra la "desproporción" de la condena. "Nadie entiende que Andrés Bódalo tenga que entrar en prisión mientras Rita Barberá se pasea por los pasillos y los salones del Senado", declaró. La dirigente de Podemos excusó la agresión justificando que "lo que se estaba pidiendo era empleo, y eso va le va llevar a la cárcel", incidiendo en que Bódalo "lleva trabajando la tierra desde los nueve años" y "deja a una familia de seis miembros a su cargo".
En los orígenes humildes, el activismo político y - admitiendo comparaciones odiosas - la condena a prisión terminan las similitudes con el autor de El rayo que no cesa y las Nanas de la cebolla. Hernández, brillante y precoz poeta autodidacta, falleció de tuberculosis el 28 de marzo de 1942 en una cárcel franquista de Alicante. Tenia 31 años.
Bódalo tiene cuenta de Twitter desde 2012, y gusta de aderezar las proclamas sociales con algo de poesía. Sus figuras recurrentes son la asimilación del activismo y la libertad de conciencia a las fuerzas de la naturaleza. Termina siendo una acumulación repetitiva y un tanto pueril de tropos meteorológicos: lluvia, viento, sol y nubes.
Una tendencia que se percibe al seguirle es el gusto de reproducir su propia imagen como icono, perpetuamente tocado con una gorra revolucionaria, como remedo de un Che Guevara andaluz.
El colmo de la asimilación a los iconos revolucionarios lo logra en 2014 en una visita a Venezuela, cuando alarga el cuello para conseguir salir en la foto junto a Nicolás Maduro.
Incluso trató de ser protagonista de su propio meme.
La cuenta de Twitter de Andrés Bódalo, centrada en los mensajes combativos, ofrece de vez en cuando ventanas a su intimidad. Los retratos, de nuevo, no faltan.
Su confesión sobre su estado de ánimo realizada el pasado enero sin duda estaba influenciada por este dato que retuiteó él mismo tras el 20-D.
También nos ofrece mensajes de Semana Santa ingeniosos, o crípticos según se mire.
En 2014 compartió esta anécdota conmovedora, aunque enunciada de una manera algo complicada de descifrar, que entronca con su imagen de hombre humilde hecho a sí mismo. Bódalo nunca ha celebrado su cumpleaños porque su familia de diez hermanos no se lo podía permitir.
Pero en general, en su abundante producción tuitera se aprecia descuido, negligencia y apresuramiento impropios de un representante político. El autocorrector nos ha pasado malas jugadas a todos, pero resulta incomprensible que el concejal no se diera cuenta de cómo había mutilado el verso de Antonio Machado.
Alguna noticia tuvo que tener, porque el autocorrector se encuentra desactivado en los mensajes posteriores. Las prisas y la falta de revisión de sus textos boicotean entonces las proclamas de Bódalo.
Pero en otras ocasiones, las faltas que encontramos resaltan hasta qué punto la comparativa con Miguel Hernández es disparatada.
Bódalo tiene un vicio particular al escribir que es el de enredarse con las comas, con las que a menudo tropieza en los tuits.
En otros casos le sobran, y termina diciendo lo contrario de lo que quería decir.
En las citas que introduce, con su particular estilo, se aprecia la inspiración para su discurso y su imagen.
Pero, aunque no son la mayoría, también se pueden hallar en su cuenta mensajes impolutos en la forma y el sentido.
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