Corrían las tres de la tarde. Dos personas que decían ser funcionarios de Hacienda engañaron a los inquilinos de un piso en la Avenida del Mediterráneo y lograron pasar al interior. Armados, maniataron a la empleada del hogar y controlaron a un hombre de más de noventa años inválido y en silla de ruedas -el dueño de la vivienda-. Cuando el hijo de éste sorprendió a los atracadores, recibió un culatazo en la cabeza, que le ensangrentó el cabello y el rostro.
Al ser descubiertos, los cacos huyeron por la parte trasera del edificio y la policía, geos incluidos, entraron en el piso pensando que los atracadores podían permanecer dentro. El hijo del inquilino fue atendido por el Samur inmediatamente después de salir a la calle. Con la cabeza vendada y conmocionado, fue enviado al hospital en ambulancia. La empleada del hogar fue tratada de algunas heridas en las muñecas fruto de las ataduras y de una crisis de ansiedad, pero no fue necesario su traslado al centro hospitalario.
Poco antes de las cinco, la Policía rompía el cordón que impedía el tránsito en esta mitad de la Avenida del Mediterráneo y lo que, en un primer momento, se creyó un atraco a una clínica dental con rehenes incluidos empezó a percibirse como lo que realmente era: un robo en un domicilio particular.
El hijo del anciano dueño de la vivienda tenía un negocio en el bajo del mismo portal, cuya puerta -aseguraba una vecina- estaba rota. La policía interrogó durante horas a quienes escucharon los ruidos en el rellano y a los tres afectados por el atraco, probablemente con el objetivo de vincular ambos sucesos.
Es probable que el varón de 58 años que fue herido de un culatazo se enterara de que estaban atracando a su padre y, por eso, corriera al piso y así sorprendiera a los ladrones. Manuel, portero de la finca, comía en su casa hacia las tres de la tarde. Escuchó el telefonillo: “Ábreme, que me están atracando”. Lo hizo. Al cabo de unos minutos, otra llamada de la misma persona: “Bájame las llaves de casa de mi padre”. Cuando las cogió y bajó en el ascensor, se encontró con varios policías armados con escudos y metralletas. “Apártese, vuelva arriba”.
Manuel no vio en ningún momento al dueño del negocio cuyo padre estaba siendo atracado, pero supone que esta persona entró en el domicilio y sorprendió a los ladrones. “Mire, la cámara está movida” -dice señalando al objeto que filma a todo aquel que entra al portal-. “Además, tenían que saber que existía una salida trasera desde el parking”, apunta Manuel.
Agentes de la Policía nacional acordonaron el portal hasta pasadas las siete de la tarde, por lo que los interrogatorios y la exploración, tanto de la vivienda como del negocio, se prolongó durante varias horas.