Durante cuatro días al menos, Barcelona será republicana. Este jueves 14 de Abril- 85º aniversario de la proclamación de la II República- la alcaldesa Ada Colau inaugura el mayor homenaje republicano en España desde la Guerra Civil en el salón gótico de Ciento, donde en el medioevo se originó el gobierno de la ciudad. Aquí se celebrará el primer acto: una conferencia sobre Pi i Sunyer, dos veces alcalde de Barcelona en los años 30 del siglo pasado.
“Vamos a poner toda la carne en el asador”, destacan en el Ayuntamiento, donde bajo el lema de “Tenim republica” (“Tenemos república”- del 14 al 17 de abril) se quiere “poner en valor, no la II República, que es algo del pasado, sino los actuales valores de igualdad, libertad, fraternidad y los valores necesarios para la construcción del bien común”.
La gran celebración llega nueve meses después de que Colau iniciara la eliminación de símbolos monárquicos de la ciudad. Empezó con el busto de Juan Carlos I, que fue retirado del salón de plenos el pasado verano y continúa guardado en el almacén municipal.
“La monarquía está sobrerrepresentada desde el punto de vista iconográfico y simbólico en el Ayuntamiento y en la ciudad. La monarquía es una institución constitucional pero una anomalía en términos democráticos”, explica Gerardo Pisarello, primer teniente de alcalde, diseñador junto a Ricard Vinyes, comisionado de la Memoria Histórica, del homenaje republicano.
El salón de la reina regente
Desde el grandioso salón donde este jueves habla Colau se vislumbra el retrato que da nombre al lugar donde se celebran los plenos, el salón de la reina regente o saló de la reina regent. Esta semana han abierto la sala especialmente una tarde para que EL ESPAÑOL pudiera fotografiarla.
De cerca, el cuadro de la joven viuda María Cristina de Habsburgo-Lorena y su hijo Alfonso XIII adquiere un aire aún más melancólico. El niño-rey tenía apenas dos años cuando vino a Barcelona con motivo de la Exposición Universal de 1888 y Francesc Masriera lo pintó. “Está metido en la pared y forma parte del patrimonio del lugar”, explican en el consistorio de Barcelona. “Quitarlo no tendría sentido”.
La enorme pintura permanecerá pues, pero el nombre del salón de plenos está en el aire. Según fuentes del Ayuntamiento, Colau podría aprovechar las celebraciones de esta semana para desvelar la propuesta sobre una nueva identidad. En revisión está también la plaza de Juan Carlos I, en el epicentro de la celebración republicana de esta semana.
Nueva plaza de la república
“La historia del monumento a la República de Josep Viladomat es emocionante. Este domingo, por fin, podrá descansar”, señalan en el Ayuntamiento en referencia a la escultura de la mujer desnuda que el 12 de abril de 1936 inauguró el presidente de la Generalitat, Luis Companys, en la confluencia de la Diagonal con el paseo de Gracia, justo donde está ahora la plaza de Juan Carlos I. Junto a la estatua se incluyó un medallón de Joan Pié en recuerdo de Pi i Margall, presidente de la Primera República.
En 1939, al final de la Guerra Civil, el gobierno de Franco la mandó destruir y denominó al obelisco- ya sin estatua- De la Victoria franquista. El Ayuntamiento no obedeció y ocultó la escultura en un almacén municipal hasta 1975. Con la llegada de la democracia, la estatua en cuestión inició una variopinta andadura que culminó en 1990 en el plaza Llucmajor, en pleno Nou Barris, el distrito obrero de fuerte tradición antifranquista en el norte de la ciudad que acoge estos cuatro días la mayoría de actos republicanos. Sin placa explicando su procedencia o significado.
Este domingo, los actos se cierran con una fiesta ciudadana justo ahí, en la plaza Llucmajor, que pasa a llamarse de la República. Habrá una ofrenda floral, palabras institucionales y una representación teatral y musical. “Se trata de recuperar la memoria de la ciudad”, explican en el Ayuntamiento. “Barcelona es famosa por el movimiento anarquista, por el feminismo, por la lucha obrera y nadie lo diría a juzgar por la cantidad de símbolos monárquicos que albergamos”.
Plaza de Juan Carlos I
“¿Por qué no ponerle a una calle Emilia Llorca en recuerdo de la dirigente vecinal de la Barceloneta?”, se preguntan en el consistorio, donde piensan que esta activista social muerta hace seis años pudo hacer más por la ciudad luchando contra la subida de los alquileres en el barrio de pescadores que Juan de Borbón, conde de Barcelona, que tiene una avenida a su nombre. También hay un busto de don Juan el Ayuntamiento de incierto futuro.
El sábado por la tarde está previsto otro acto en los jardines de Gracia, en el costado de la plaza de Juan Carlos I, el lugar original de la estatua de la República de Viladomat. La plaza del rey emérito, junto al salón de la reina regente, está así en primera línea de fuego del Nomenclátor, que es como se denomina la lista con una docena de calles monárquicas elaborada por el Ayuntamiento para su eventual eliminación. “Se tiene muy en cuenta el coste del cambio”, señalan en el Consistorio, donde destacan que el cambio de la plaza Llucmajor sólo ha costado 3.000 euros.
El viernes habrá en Nou Barris un acto “poético y musical” con la actuación de la Banda Republicana de Barcelona del Taller de Músicos pero es aquí, en el grandioso salón de Cent, donde este jueves 14 de abril Colau vestirá de largo el homenaje con sus palabras previas a la conferencia sobre Pi i Sunyer. Una vez terminado el acto a cargo del profesor Francesc Vilanova, los invitados pasarán a la plaza de Sant Jaume para la actuación de los populares coros de Clavé, la primera sociedad coral de Cataluña fundada en 1850 por Josep Anselm Clavé.
En el Ayuntamiento, no todos están contentos con esta ronde de celebraciones: Alberto Fernández (PP) ha explicado así en rueda de prensa su postura: “El referente de futuro de Barcelona deben ser los valores de convivencia de la Constitución de hoy y no los de confrontación que representó la República".
Pero desde el gobierno del Consistorio gritan democracia. Así ocurrió con el busto de Juan Carlos I. En octubre de 2015, tres meses después de ser retirado, la delegación del Gobierno envió un requerimiento al Ayuntamiento con la obligación de poner una esfigie o un retrato del rey. En diciembre, el Consistorio respondió con un pleno en el que se aprobó la modificación del artículo 75 del Reglamento Orgánico Municipal (ROM): a partir de entonces, es el Ayuntamiento y no el Estado el que decide sobre los elementos simbólicos e institucionales del pleno. Lo hizo con los votos a favor de Barcelona En Comú, CiU, la CUP y PSC y la oposición del PP y de Ciudadanos.
Según la modificación, cuadros, bustos, banderas y demás símbolos deberán responder a la “singularidad histórica y de capitalidad de Barcelona” así como a “principios democráticos basados en la neutralidad religiosa y la catalanidad”, y tendrán que ser respaldados por una mayoría de dos terceras partes.
“El gobierno sólo tiene 11 de estos 41 asientos”, concluyen en el Consistorio señalando el semicírculo de madera donde se sientan los regidores en torno a la triste mirada de la reina regente. “Pero se aprobó por mayoría. Eso se llama democracia”.