Los municipios que declaran non grato al rey, orgullosos de sus 'mociones espectáculo'
Un recorrido por los pueblos de Cataluña que han dado la espalda al Rey.
15 abril, 2016 02:19Noticias relacionadas
Para llegar a Breda hemos subido un puerto de montaña lleno de curvas desde Arenys de Munt, la mítica Sinera de Salvador Espriu. Entramos ya en la comarca de La Selva, un paraíso entre hayedos, alcornoques y pinos en la falda del Montseny. “Los municipios somos el alma de la República Catalana”, dice Dídac Manresa, 29 años, el primer alcalde de ERC desde la II República que elige esta localidad de apenas 3.700 habitantes. “Somos los que desobedecemos, los que nos arriesgamos”.
Efectivamente, el primer riesgo al que se enfrentan aquí es a una multa administrativa por no colgar la bandera española en el balcón del Ayuntamiento, un antiguo monasterio donde sí vemos la senyera, la estelada y el estandarte de una cabra: es el escudo de armas de los vizcondes de Cabrera, los señores feudales que velaban por Breda desde el castillo de Montsoriu. Sentados en el despacho de Manresa, vemos con nitidez el palacio de los Cabrera vigilándonos desde una empinada colina. Debajo queda Breda, rodeada por una muralla y llena de tiendas de cerámica, una de las principales actividades aquí.
Las "mociones espectáculo"
La bucólica estampa chirría con la intensidad política de la conversación con un chico bajito y muy moreno que nos recibe amable y formal. Como el resto de sus colegas en esta improvisada ruta de la República Catalana, se muestra orgulloso de haber puesto en marcha lo que no duda en calificar de “moción-espectáculo”.
Breda es el primer Ayuntamiento de Cataluña que este año- el pasado 26 de enero- declaró persona non grata a Felipe VI porque “representa a un Estado que impide el derecho a decidir del pueblo de Cataluña”. La moción fue aprobada por unanimidad de los 11 miembros del consistorio (6 de ERC, el gobierno municipal; 2 de CiU; 2 de Tots per Breda y 1 de la CUP).
UNA LISTA CON 21 MUNICIPIOS
La iniciativa municipal añade como motivos que la justifican “la falta de respeto institucional” del rey al no recibir a la presidenta del Parlamento, Carme Forcadell, para que ésta le comunicara la elección de Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat. Finalmente, la moción resalta que la monarquía “tiene unos valores completamente alejados de la igualdad entre los ciudadanos”.
A Breda la han seguido en su gesto antimonárquico ocho municipios catalanes más, el último Esparreguera este miércoles por la tarde, justo el día anterior al 85º aniversario de la II República. Cinco (Cervera, Arenys de Munt, Torelló, Esparreguera y Premià de Mar) han declarado persona non grata a Felipe VI; dos (Terrasa y Olot) han decidido retirar el busto y el retrato obligatorios según la normativa estatal, y Girona le ha retirado las condecoraciones y le ha pedido que cambie el nombre de Fundación Princesa de Girona a a Fundación Carles Rahola en recuerdo del periodista fusilado en 1939 por las tropas franquistas.
Unas relaciones emponzoñadas
Eso en cuanto a 2016, en el que las relaciones con la monarquía se han empozoñado por la cita con Forcadell. El movimiento comenzó en 2012 tras la caída de Juan Carlos I en Botsuana: Berga, Ripoll y Santa Eulalia de Riuprimer reaccionaron declando al rey emérito persona non grata. En 2013, el Ayuntamiento de Balaguer pidió al entonces príncipe de Asturias que renunciara al título de señor de Balaguer al tiempo que Montblanc le solicitaba lo mismo en cuanto a duque de Montblanc.
En 2014, coincidiendo con la abdicación de Juan Carlos I, Cervera aprobó una moción para que la nueva princesa de Asturias se abstuviera de utilizar el título de señora de Cervera. Al mismo tiempo, el Ayuntamiento de Girona, entonces encabezado por Carles Puigdemont, hizo saber también que el título de princesa de Girona no representa a la ciudad.
2015 se caracterizó por el efecto dominó de la retirada del busto de Juan Carlos I del Consistorio de Barcelona: al gesto de Ada Colau le siguieron Vacarisses, Badalona, Montcada i Reixach y Torredembarra. Esta última localidad, para evitar los requerimientos judiciales, ha optado por colocar una fotografía tamaño carné del monarca.
ESTELADA VERSUS TRICOLOR
Estos gestos, nos insisten en esta improvisada ruta por la República Catalana, no deben interpretarse como un deseo de instaurar en Cataluña una Tercera República. Nos lo explicaba así, el alcalde de Balaguer, Jordi Ignasi Vidal (ERC): “Nosotros estamos en otra onda, estamos construyendo la República Catalana, hemos pasado pantalla. Si los españoles quieren monarquía o república, eso es problema de ellos”.
De manera ilustrativa, Vidal añade: “Cuando pienso en República, visualizo la estelada. Carlos [García, concejal del PSC con cuyo apoyo gobierna] ve mientras tanto la bandera tricolor”. Igual piensa el alcalde de Arenys de Munt, Joan Rabasseda (ERC), al que sí le ha caído ya una multa por no colgar la bandera de España en el balcón: “En lo que estamos ahora es en la construcción de un Estado nuevo, la República Catalana. Estamos elaborando las tres principales leyes- Hacienda, Seguridad Social y Transición Nacional. El debate monarquía/república es un debate vuestro: nosotros sabemos lo que queremos ser”.
Esas mociones antimonárquicas, reconocen, poco importan a un pueblo más interesado en que se resuelvan los problemas diarios. Así lo reconoce Manresa, que sin embargo subraya que la política tiene una parte “simbólica” que también es importante. Los ayuntamientos catalanes están atomizados desde las elecciones municipales de 2015: normalmente, son la CUP y ERC o la CUP a solas los que proponen estas mociones sobre las que CiU y el PSC se suelen abstener y sólo el PP y Ciudadanos vota en contra.
EL ESTATUT LO EMPEORÓ TODO
Manresa, maestro de profesión que ha decidido mantenerse solo dos legislaturas, coincide también con el resto de los alcaldes entrevistados en que el fiasco del Estaut está detrás del renacimiento del movimiento independentista que ya consideran “imparable”: “Había mucha gente que no se habría vuelto independentista como lo es ahora. Confiaban en un posible encaje con España. Con el rechazo del Estatut se dieron cuenta de que eso no es posible”.
“Ya no hay vuelta atrás”, añade Manresa, que como el resto de sus colegas describe la “desconexión” total que se ha producido ya entre Cataluña y España. “Seremos buenos vecinos, pero nada más”.
El mito y la historia se mezclan en las conversaciones de esta gira tanto como los hechos. En Balaguer, los restos del Castell Formós (el castillo Hermoso) son una herida abierta desde aquel asedio de 1413 que sucedió al compromiso de Caspe y que terminó en la victoria de Fernando I de Aragón (de Antequera o de Trastámara) frente a Jaime II de Urgel, el último representante del condado de Urgel. Los Trastámara crearon el señorío de Balaguer, que según el artículo 57.2 de la Constitución española es un título “vinculado tradicionalmente al sucesor de la Corona de España”.
Ese fue el argumento que utilizó Jaime Alfonsín, el jefe de la Casa del Rey, cuando escribió al ayuntamiento de Cervera para explicar que la infanta Leonor seguirá utilizando el título de condesa de Cervera.
NO SERÁN BIEN RECIBIDOS
“Balaguer resistió, pero Fernando de Antequera redujo a escombros nuestro bello palacio [el castillo de los hudíes elaborado con el mismo estuco preciosista que La Aljafería de Zaragoza]”, relata Vidal, que subraya cómo las fiestas de septiembre giran en torno a la historia medieval dorada de los condes de Urgel con la figura de la arpía [cuerpo de pájaro, cara de mujer] que los árabes representaban en su palacio como personaje destacado.
“Es una historia lejana, pero en la actualidad, el rey de España, aunque no nos representa, podía haber tenido un papel más de mediador con Cataluña, como Isabel II en Inglaterra. Ella nunca dijo nada sobre Escocia, sobre cómo tenían que votar los escoceses en el referéndum”, continúa Balaguer en su despacho del Consistorio, situado en la Plaza Mercadal, donde los judíos fueron obligados a vivir en esa época que él recuerda como dorada de los condes de Urgel en el siglo XIV. “Yo ya he cambiado de opinión, pero en un principio podíamos haberlo aceptado como un jefe del Estado de dos países- España y Cataluña. Como Isabel II en la Commonwealth. Pero ese momento ya ha pasado. Felipe VI ha optado por representar la unidad de España y por oponerse al derecho a decidir de Cataluña. Cuando ya has verbalizado que te separas, cuando ya has tomado la decisión, ¿para qué alargar la agonía? Ha llegado la hora de ser excelentes vecinos, pero nada más”.
¿Qué pasa si los reyes quieren visitar estos lugares que les han dado la espalda? “Las mociones de este tipo no tienen consecuencias legales”, explica Manresa. “Simplemente, no los recibiríamos con honores como haríamos con el presidente de la Generalitat. No aplicaríamos ningún tipo de protocolo, pero no les impediríamos entrar en el municipio. Dios nos libre de hacer algo así”.
SEDUCIR, NO AMENAZAR
Joan Rabasseda, el alcalde de Arenys de Munt, añade que ya es demasiado tarde para que los reyes emprendan una ofensiva de encanto en Cataluña: “Nadie nos ha intentado seducir. Siempre con la Constitución en la mano, lo que han hecho es querer meternos miedo, decirnos que esto no se hace, que es intocable, pero nunca enamorarnos de una idea. Nosotros estamos en otro mundo ya”.
Rabasseda acumula multas y requerimientos: 600 euros por escribir a los vecinos pidiendo el voto el 27-S y 1.500 por no colgar la bandera de España en el balcón. Hoy tampoco está. ¿Por qué? “Nos la han robado”.
El alcalde de Cervera, el convergente Ramón Royes, revalidó el año pasado el título de paer en cap en un consistorio muy fragmentado y sólo como líder de la lista más votada. Dice que no le sorprende la carta que le envió la Casa del Rey el pasado enero defendiendo el uso de condesa de Cervera por parte de la infanta Leonor: “Sabemos que estas mociones son sólo simbólicas y que no tenemos la capacidad de evitar que alguien utilice un título. Pero aunque sean simbólicas, leídas todas juntas tienen un significado importante: que la mayoría en Cataluña no quiere ni a España a la monarquía”.
Royes, al igual que el resto de sus colegas, quiere hacer una lectura positiva de estos gestos: “Las mociones van dirigidas hacia una monarquía que es un anacronismo dentro y fuera de España; que no ha cumplido con su función de ayudar en las dos mayores crisis de los últimos tiempos- la económica y la de refugiados, y que tampoco ha ejercido como mediadora entre España y Cataluña. Pero tenemos mucha simpatía por el pueblo español y queremos ser un país con muy buenas relaciones con España”.