Zaragoza

El zaragozano de 42 años, Ignacio Sánchez, mató a su madre hace un año asfixiándola con dos bolsas de basura. La Audiencia Provincial de Zaragoza le ha impuesto una pena mínima de cárcel pero el condenado, al no tener antecedentes penales, no se le exigirá el ingreso efectivo en prisión. La Fiscalía pedía nueve años de prisión para el zaragozano.

La Audiencia Provincial de Zaragoza le ha reconocido la atenuante de «pietatis causa», algo ya determinado por la jurisprudencia del Supremo, al considerar probado que “hizo lo que su madre le pidió, y actuó en la creencia de que era lo mejor para ella, acompañándola en el último momento, como cualquier hijo desea hacer con su madre, para crearle un ambiente de felicidad y paz”.

Los magistrados señalan de “estremecedor” el relato de Ignacio Sánchez sobre la última conversación con su madre. La asesinada se refería en su último momento de vida a “lo bonito de su muerte acompañada de su hijo, que de ningún modo deseaba que su madre muriera en soledad”.

Se ha tipificado lo ocurrido como un delito de asistencia al suicidio con resultado de muerte pero con las atenuantes de confesión y de parentesco. Los hechos por los que ha sido juzgado ocurrieron en el domicilio familiar en el que el acusado convivía con sus padres.

El Código Penal considera en estos casos condenas de prisión de entre 6 y 10 años. Pese a que la Audiencia Provincial de Zaragoza, entiende indudable que la acción del acusado se corresponde con este delito, ha considerado que le debía de aplicar dos atenuantes: la de confesión, porque desde el primer momento reconoció los hechos al detalle, y la de parentesco por «pietatis causa».

La atenuante de «pietatis causa» que le aplica el tribunal zaragozano al acusado, ha sido impuesta al entender que la madre “ejercía una fuerte influencia” sobre su marido e hijos. Entiende el tribunal que precisamente por esto el acusado accedió a la mortal decisión de la madre, “por el cariño y sumisión” que tenía hacia ella.

La madre no tenía ninguna enfermedad terminal, tampoco graves padecimientos permanentes que le hicieran insufrible la existencia, como reconoce la sentencia. Sí que se ha dado por probado que arrastraba una paranoia con ideaciones persecutorias contra el colectivo médico, por lo que se negaba a recibir asistencia facultativa. Llevaba diez años sin salir de casa y sufría fuertes dolores en la espalda y una gran úlcera en la pierna por diabetes.

La sentencia del tribunal considera probado que la madre le había dicho a su hijo que quería morir, y le pidió que él se encargara de quitarle la vida. Según el relato de la sentencia, la mujer se acicaló para su hora final, se atiborró de brandy y se dispuso a que su hijo le quitara la vida.

El acusado, Ignacio Sánchez Olaso, le colocó una bolsa de basura sobre la cabeza para asfixiarla. La sentencia reconoce que en un momento la madre quiso llevarse las manos a la cabeza, y su hijo se lo impidió para consumar la muerte. Para asegurarse más, le colocó una segunda bolsa de basura hasta que dejó de respirar. Luego, el hijo se quedó velando el cuerpo, sin avisar a nadie, ante el temor de que si acudían servicios médicos de urgencias pudieran reanimarla.

La atenuante de «pietatis causa» que le aplica el tribunal al acusado la ha contemplado tras considerar que la madre ejercía una fuerte influencia sobre su marido e hijos, especialmente sobre el que acabó con su vida. Y entiende la Audiencia de Zaragoza que precisamente por esto el acusado accedió a la mortal decisión de la madre, “por el cariño y sumisión” que tenía hacia ella.

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