En las últimas horas ha estallado una cruenta batalla mediática a raíz de los papeles de Panamá. Este lunes El Confidencial y La Sexta publicaban los presuntos vínculos de Juan Luis Cebrián, presidente de Prisa, y su exesposa, Teresa Aranda, con el escándalo de las empresas opacas. El Diario se hacía eco de esas informaciones y ponía el acento en el papel de Aranda.
De ahí han surgido una serie de ataques de Prisa contra los otros medios. En primer lugar, el propio Cebrián anunciaba acciones legales contra El Confidencial, La Sexta y El Diario por los artículos publicados sobre este asunto. Pero la guerra mediática no terminó ahí, ni mucho menos.
Este miércoles, el director de El Diario, Ignacio Escolar, ha anunciado en un artículo publicado en el periódico que dirige que la dirección de la Cadena Ser le ha comunicado que dejará de participar como analista político en el programa Hoy por Hoy. "Salgo de esta radio por el exclusivo empeño de Juan Luis Cebrián, que ha embarcado a todo su grupo en esta guerra personal en la que no tiene razón", asegura entre otras cosas el periodista.
"Cebrián debe explicar sus negocios"
"Es él, Juan Luis Cebrián, quien debería explicar a los muchos oyentes y lectores de sus medios por qué se ha convertido en el primero en España en llevar a otros periodistas a los tribunales por publicar la verdad de los papeles de Panamá. Es el presidente de Prisa quien tendría que aclarar ante sus accionistas y ante su consejo de administración cuáles son sus negocios petroleros en Sudán del Sur y por qué hipoteca la credibilidad de sus medios por un problema personal", narra Escolar. Y agrega que "es Cebrián quien demuestra a los periodistas que allí trabajan que la recompensa por sacar noticias y publicar información veraz es el despido y una demanda judicial".
Horas después, El Mundo desvelaba que el grupo mediático presidido por Cebrián ha decidido que los periodistas a sus órdenes dejen de acudir a las tertulias de La Sexta. Una decisión que pone en una posición complicada a esos informadores, que ahora tendrán que renunciar a sus apariciones televisivas si no quieren recibir las represalias de la empresa para la que trabajan.