Están condenados a entenderse, pero de momento se resisten hasta a saludarse. Mariano Rajoy y Albert Rivera se sentaron a escasos metros en el acto principal del día de la Comunidad de Madrid. Los dos escucharon con atención la petición de entendimiento de la anfitriona, Cristina Cifuentes, pero ninguno hizo el esfuerzo de acercarse al contrario para escenificar el que sería el primer paso ante futuros acuerdos que se tengan que alcanzar tras el 26J.
En cuanto al calendario electoral, Rajoy cree que los acuerdos irán más rápido en esta ocasión y estima que si las nuevas Cortes Generales se constituirán en torno al 20 de julio, lo "sensato" es que para el 31 de julio "esté todo resuelto" e investido como presidente del Gobierno de la XII legislatura. Con esta afirmación, el líder del PP da por hecho que él mantendrá La Moncloa con el hipotético apoyo de Rivera que en ningún caso tiene asegurado.
Rivera sí saludó a Cifuentes y Santamaría
El líder de Ciudadanos saludó cariñosamente a la presidenta de la Comunidad de Madrid y a la vicepresidenta del Gobierno en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría. Los que vieron el movimiento comentaban que “ellas encarnan el perfil regenerador” que Rivera pone como condición al PP para poder ser futuros aliados y devolver la estabilidad al país. En la misma Real Casa de Correos donde se celebraba el día grande de la región, el líder de la formación naranja volvió a marcar sus líneas rojas e insistió en que tras el 26J tiene que haber “regeneración sí o sí” porque no habrá estabilidad política “si no se regenera” y “no cambia nada”. Y en esa hipotética alianza con el PP, para Ciudadanos es incompatible el nombre de Mariano Rajoy.
Los conservadores se muestran muy optimistas ante los datos internos que manejan sobre la intención de voto el 26J. De hecho, intentan desacreditar las encuestas que vaticinan qué se votará de nuevo en las urnas. El líder del PP insiste en tender la mano y pide a sus rivales políticos que dejen a un lado los vetos mientras sigue haciendo cálculos para encontrar la fórmula que le devuelva la estabilidad en el Gobierno. En la sede de Génova no tienen tan claro que si hay más abstención el 26 de junio que el 20D les beneficie. “No nos fiamos de las encuestas”.
"Hay que hacer bien las sumas"
El equipo del presidente del Gobierno en funciones espera con cierto nerviosismo los resultados electorales. La idea de la gran coalición podría quedar descartada si PP-Ciudadanos consiguen alcanzar los 176 escaños de la mayoría absoluta. O si, al menos, aspiran a rozar esa mayoría. “Hay que hacer bien las sumas”, apuntaba Rajoy después de recordar que quien ha impuesto durante estos cuatro meses los vetos ha sido el PSOE, “y son malos para la democracia”. Una frase que todos aquellos que la oyeron entendieron que el PP intentará primero con Rivera un acuerdo de gobernabilidad si los números no le fallan y vetará a Sánchez siempre que los cálculos salgan como ellos esperan.
Para que esta fórmula triunfe, los asesores de Rajoy diseñan con mucho cuidado cómo recuperar el voto de sus fieles que el 20D confiaron en la opción Rivera. En su primer discurso en el día 2 de mayo como presidenta de la Comunidad, Cifuentes lanzó el mensaje que el PP quiere que cale durante la campaña electoral. “Votar a Ciudadanos es votar socialismo, en estos momentos”. La líder regional, que gobierna gracias precisamente al apoyo que le da Rivera, fue muy cuidadosa con los términos que utilizó, pero no dejó pasar la oportunidad que tenía para lamentar que Ciudadanos haya elegido al PSOE como “pareja de baile” y dé la espalda a su partido.
El trasvase de votos
El objetivo del PP es precisamente que el votante de centroderecha deposite su confianza en ellos alegando que Rivera trabajó para hacer presidente a Pedro Sánchez. El problema es que “el PP suba pero C´s baje y estemos en la misma situación que durante la legislatura fallida”. Sin embargo, los conservadores apuestan por que los votos que Rivera pierda por la derecha los recupere por la izquierda. “Hay mucho voto del PSOE que se pasará a Ciudadanos”. Si sus pronósticos electorales se cumplen, la única esperanza que les queda es que Rivera levante el veto a Mariano Rajoy.
En el acto, sorprendió la buena sintonía que existía entre los expresidentes Alberto Ruiz Gallardón y Esperanza Aguirre, viejos enemigos cuando los dos luchaban por las mismas aspiraciones políticas. La portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid fue la más dura contra Pedro Sánchez, a quien pidió que si es cierto que en ningún caso pactará con el PP, “lo ponga por escrito en su programa electoral”. La precampaña no ha hecho nada más que empezar.