La Puerta del Sol tiene algo de agujero negro con el 15-M. El recorrido empezaba en Cibeles y, a media hora de la marcha, apenas había un centenar de personas. "Vamos a estar cuatro gatos", le decía una mujer a su amiga. "Es que aquí tendrían que estar los de Podemos", le contestaba. Estaban, pero a título personal y alejados de sus siglas.
El movimiento de los indignados llegó a su paritorio entre pancartas de la PAH, banderas republicanas, símbolos palestinos y enseñas libertarias. Cinco años después, las cenizas del 15-M prendieron en Sol con una premisa: "Todavía queda mucho por hacer".
Todos iban al mismo sitio, pero el recorrido pendiente tenía mil aristas distintas. El cruce de caminos quedaba reflejado en la dificultad para entonar un cántico común, en la marea de emblemas y en la pluralidad de los manifestantes. Pedían cambio, pero de distinta forma. Unos se sienten representados por Podemos, otros por IU, otros por nadie.
De menos a más. A las seis de la tarde, la Policía ni siquiera había cortado la carretera. Un tipo pasado de rosca, con varias cervezas encima y otra por terminar, trataba de parar a los taxistas: "No os vayáis de aquí, hacedlo por vuestro pueblo". Los que fueron puntuales en Cibeles apenas hacían ruido, pero la Gran Vía y Alcalá harían de afluentes y les llevarían al mar. De repente, la manifestación fue capaz de llenar Sol, aunque se iría desinflando poco a poco.
Monedero como reflejo
Juan Carlos Monedero ilustró pasadas las seis el principal punto de debate. ¿Quién representa al 15-M? Camiseta negra, estrella libertaria y gafas de sol, caminaba por Alcalá en busca de la Plaza. Un manifestante de acento argentino y mala leche le gritó. Llevaba una pancarta: "El 15-M libre de políticos". Abucheó a Monedero y le recriminó su presencia. Los incondicionales del profesor afearon al manifestante su actitud y algunos gritaban: "La democracia no es posible sin políticos".
Monedero, ya en la plaza y tras entonar el "sí se puede", comentó el altercado con EL ESPAÑOL: "Ya lo conocía. Suele estar en las manifestaciones". En palabras del profesor, al 15-M "no lo representa nadie". "Nunca habrás oído eso en boca de Podemos. Otra cosa es que algunos de los que estén aquí puedan sentirse representados. Nadie tiene que apuntarse éxitos que no son suyos. Queda mucho por hacer. De todos modos, acuérdate del mitin tras las elecciones europeas. Nos gritaron 'sí nos representan'. De ahí que muchos de los aquí presentes sientan como suyo a Podemos. Nacimos en parte de aquí. No lo olvidemos".
Monedero repartía besos y abrazos en Sol. Puso las manos en alto, guardó silencio cuando hubo que hacerlo y gritó "sí se puede" con la vista en el futuro.
A José Manuel López, líder de Podemos en la Comunidad de Madrid, le ocurrió lo mismo tan sólo unos pasos más adelante. Calle Alcalá, sol de tarde, americana gris y vaqueros. Y de pronto, el mismo grito. De la misma persona, ese acento del sur. "Su opinión es tan sana como la contraria. Vengo a título personal. No puedo dejar de hacerlo. Llego a la política desde aquí. No voy a olvidarlo", explicaba a este periódico.
Sin grandes líderes
Ni rastro de Garzón e Iglesias. Los dirigentes de la coalición más a la izquierda con posibilidades de entrar en el Gobierno no volvieron a Sol para celebrar el quinto cumpleaños del 15-M. "Es normal. Ellos son la marca en sí mismos y se estarían apropiando de esto", contaba una persona afín a los dos partidos durante la marcha.
Manuela Carmena tampoco estuvo en la plaza, pero sí muchos de sus concejales. Este domingo, manto de manila y chulapera, calificó al movimiento de "maravilloso". Pero prefirió "tenerlo presente todos los días", en lugar de hablar de homenajes.
Dormían y despertaron de nuevo. Cinco años después, algo rezagados y con dudas a pesar de lo recorrido. El Congreso ha cambiado. Han llegado algunos de los que nacieron en Sol aquel 15 de mayo de 2011. Pero no es suficiente. Muchos de sus fundadores se confiesan olvidados, desencantados. Las cenizas no son lo que fueron. La indignación y la respuesta de la calle no han sido las mismas, pero el 15-M mantiene una premisa: no quiere políticos al frente.