En el periférico polígono industrial de Coslada (Madrid) se encuentra el IES Miguel Catalán, un centro público que cuenta con 630 alumnos de Secundaria, Bachillerato y Formación profesional guiados por 57 profesores. El núcleo del instituto, “un no parar de entrar y salir estudiantes, docentes y familias”, es el aula de orientación, capitaneada por Juan de Vicente Abad, quien se ha alzado este 2016 con el título de docente más innovador de España.
En este centro conviven alumnos que son capaces de realizar maratones de donación de sangre -que logran que éstas aumenten un 52% en el municipio madrileño-, con otros estudiantes que se convierten en guías del Museo Arqueológico Nacional para los más mayores durante las tardes de los viernes.
También están matriculados aquellos que han logrado hacer un retrato de la España de la posguerra a través de un recetario de sus abuelos o los que se convierten en actores por un día para explicar a los más pequeños la historia de la ópera gracias a una versión propia con canciones de Extremoduro o Bruno Mars.
Este es el resultado del modelo premiado e impulsado por De Vicente, basado en los proyectos interdepartamentales dirigidos a mejorar las relaciones personales en la comunidad educativa y promover la cooperación entre los estudiantes y las instituciones locales.
El profesor premiado, que además de ser el orientador de los chavales también da clases de Psicología en Bachillerato y Educación para la Ciudadanía en la ESO, llegó al centro hace 16 años. Fue desde el primer curso cuando empezó a trabajar temas de convivencia. “Había gente que no lo entendió bien al principio o que te decía que si trabajabas las convivencia era porque había conflictos. Y no es así”, recuerda.
“Empezamos a crear estructuras de alumnos para trabajar aspectos vinculados con las relaciones sociales y la resolución de conflictos. Hicimos una formación para profesores, familias y alumnos y a partir de ahí empezamos a tejer el proyecto”. Su objetivo, según afirma, se ha mantenido intacto hasta hoy en día: “Nos interesa que todos los alumnos tengan éxito tanto en lo académico como en lo persona”.
El pilar fundamental del modelo es lo que De Vicente llama “aprendizaje-servicio”, que pone en contacto las diferentes asignaturas con la realización de un servicio en el entorno. Una forma de educar alternativa a la tradicional, basada en las competencias. Adiós al aprendizaje abstracto y fuera de contexto y bienvenido aquel que sitúa a los chavales en un espacio determinado y ante unas tareas concretas. Desterrado el modelo memorístico de conocimientos -fragmentado y aislado- y aceptado el aprender de manera significativa y funcional, conectado en redes y relacionado con el entorno.
Memoria histórica en recetas de sus abuelos
Los alumnos de 16 años tienen en su temario de Ciencias Sociales la Guerra Civil y los duros años de posguerra. En esta ocasión, para sacar a los alumnos del aula, el aprendizaje-servicio ha versado en un encuentro entre generaciones para trabajar las diferencias entre la alimentación de los años 40 y la actualidad.
En las clases se trabajó este aspecto orientado a la producción final de un libreto con recetas de la posguerra, que los profesores del centro enseñan a EL ESPAÑOL con orgullo.
En él, los chavales recogen las entrevistas que mantuvieron con los mayores de Coslada que participaron. Algunos, familiares de los propios estudiantes, como en el caso de Cintia, que con 17 años admite que nunca antes había hablado “sobre la guerra” con su abuela: “Me tocó en el grupo con ella, y he aprendido muchísimo; qué comían y cómo lo hacían que ella nunca me había contado”.
“Ha sido el proyecto que más me ha gustado desde que llevo aquí”, explica. Y es que esta alumna del último año de la ESO proviene de otro instituto: “Ha sido un gran cambio porque me ha ayudado a crecer como persona”. Según explica, en su anterior centro, la rutina le aburría: "No hacíamos nada, ibas a atender a clase, luego a hacer los deberes y estudiar y nada más”. “Me han acogido muy bien, hacer proyectos juntos me ha ayudado a conocer mejor a mis compañeros”, dice.
De los grupos sanguíneos a elevar la donación
0-, 0+, AB-, AB+. Los alumnos de Biología de 3º de ESO se toparon este curso con el sistema circulatorio humano (además del respiratorio, digestivo y nervioso) en negro sobre blanco. Para luchar contra la monotonía y motivar a los alumnos, el claustro ha promovido una campaña de donación de sangre que culminó el pasado mes de abril en el Maratón del Hospital Universitario del Henares.
Fueron los estudiantes los que crearon desde el lema de la campaña (Hay algo en ti que da mucha vida) hasta la organización de una bicipromo que recorrió toda la localidad madrileña con el fin de concienciar a la población de la importancia de donar sangre de forma regular.
Planearon, con la supervisión siempre de los profesores, cómo promocionar su campaña: se desplazaron hasta distintos puntos de la estación para repartir material que ellos habían creado y difundieron en las redes sociales (hashtag incluído #damuchavida) un video y un blog.
El éxito fue rotundo. Lo dicen los datos: consiguieron que las donaciones de sangre del hospital público aumentaran en un 52% gracias a casi 200 donantes. Los alumnos no pudieron donar por ser menores de edad, pero según explican, están “deseando cumplir 18 años para hacerlo”.
La historia de la ópera con Extromoduro
Es lunes cuando este diario visita el centro y en la clase de Música se encuentran entre ensayos a contrarreloj. En unas semanas tienen la función final de curso y “todavía queda mucho por hacer”. Harán una adaptación de la primera ópera: la fábula de Orfeo y Eurídice del siglo XVII.
En clase, su profesora le ha explicado la historia de este género y para llevarlo al entorno han decidido hacer una representación de guiñoles para los más pequeños de Coslada.
“Queríamos adaptarla al siglo XXI, que los alumnos buscaran en las letras musicales de la actualidad el paralelismo con la historia de Orfeo”. Así, para contar que Orfeo va a buscar a Euridice al infierno y pretende rescatarla a cambio de no mirarla en el camino de vuelta, utilizan canciones de Extremoduro, Bruno Mars o Amaral.
Guías del Museo Arqueológico con 15 años
En Cultura Clásica el profesor de la asignatura, Juanjo Carracedo, ha trabajado con los alumnos la Grecia antigua a través de sus mitos: la muerte, la mujer, el matrimonio, etc, pero con unos invitados de excepción: su vecinos más mayores.
A través de grupos mixtos han tratado, por ejemplo, cómo era el deporte en la época clásica -gracias a los conocimientos del docente-, hace 40 años -con los recuerdos de los ancianos- y hoy en día -gracias a la experiencia de los estudiantes-.
Este proyecto, que todavía no ha finalizado, se encuentra ahora en la fase más práctica y es que los alumnos se convierten los viernes por la tarde en guías del Museo Arqueológico Nacional. Allí enseñan los conocimientos adquiridos en la materia a través de las cerámicas y reliquias de la Grecia clásica a sus compañeros de clase con más experiencia.
Campaña de marketing para Comercio Justo
María Jesús Mancebo es jefa del departamento de Economía y ha estado involucrada “desde el principio” con el equipo de orientación en la realización de proyectos. Algo de lo que no había oido hablar hasta que llegó al Miguel Catalán.
“He cambiado por completo mi visión de la Economía desde que llegué a este centro. Era mucho más academicista, nunca me había planteado dar clases de forma tan interactiva como hago ahora u organizar por grupos de tres personas las clases para que trabajen de forma independiente y que luego lo pongan en común", explica.
Preguntada por el proyecto que más recuerda, menciona la campaña de márketing que hicieron sus alumnos del Ciclo Formativo de Mecanizado a la tienda de Comercio Justo de Coslada. Según cuenta, anticipó los temas de marketing para que tuviesen unas nociones sobre el asunto y trabajaron de manera directa con técnicos del Ayuntamiento de Coslada para hacer vídeos para la tienda.
Además, redecoraron el local para “darle un nuevo aire”, como pidió la empresa, que fue, en esta ocasión, la que acudió al centro para poder participar.
Eso sí, reconoce que “el ir un paso más allá” del manual se lo puede permitir con los alumnos de primero de Bachillerato, ya que con los de segundo no puede perder de vista la Selectividad: “Con la presión externa de la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU) vuelvo a ser mucho más academicista”. “Ahí me debo a mi temario”, reconoce la jefa del Departamento de Economía del centro que cada año sitúa la nota media de sus alumnos en Selectividad por encima de la Comunidad de Madrid.