Santiago corta la entrevista cuando suena el himno nacional. "Perdón, es que aquí hay que guardar respeto", apunta, mientras se pone en pie en la silla que ha apostado a un lado del Paseo de Recoletos, en Madrid. Aguarda el momento con solemnidad hasta que se vuelve a sentar. "Es que el que ha pasado por la Legión siempre será legionario, ¿sabe?", añade.
Miles de vecinos de Madrid y de turistas han arropado a las Fuerzas Armadas en el día en el que se conmemoran sus servicios y se rinde homenaje a los caídos de los diferentes Ejércitos y de la Guardia Civil. El Paseo de Recoletos de la capital ha estado abarrotado de gente que no quería dejar de saludar a los Reyes. "Todos los años vengo", asegura Santiago Pereda. "Y paso lista a los que no vienen", advierte riendo.
Porque para Santiago, que durante 18 años (1970-1988) fue cabo primero de la Legión en Melilla, el Día de las Fuerzas Armadas y el de la Fiesta Nacional constituyen las dos jornadas centrales del año. "Siempre encuentro amigos aquí", apunta desde su silla de largas patas. Desde ella, cubierta con banderas militares -"Legionarios a luchar, legionarios a morir", reza el emblema- observa el transcurso del desfile.
"Este año no he podido, pero siempre traigo leche de pantera", lamenta. Porque, según explica, el cóctel compuesto por leche condensada, ginebra y canela es uno de los símbolos que representan al Cuerpo al que sirvió. "Pero ni bebo ni fumo, ¿eh? -sostiene-. Sólo leche de pantera en estos días".
"Es difícil describirlo"
Julián Acevedo y Hermógenes del Real, de 83 y 78 años, acuden juntos al desfile. Van ataviados con algunos de los emblemas que distinguen a los regimientos de los que formaron parte durante su servicio militar: regulares de Tetuán el primero, ingenieros zapadores en Pamplona el segundo. Ambos forman parte de la Real Hermandad de Veteranos de las Fuerzas Armadas y de la Guardia Civil.
"Es difícil describir lo que nos ha aportado la vida en el Ejército", argumentan. Aunque no coincidieron en el Ejército, Julián y Hermógenes comparten las historias que los unen. "Supone empezar a vivir fuera de casa, a adaptarse a la disciplina y a conocer una disciplina distinta". Pero, sobre todo, apuntan a la "camaradería" que surge entre compañeros. "Yo pasé los mejores Sanfermines de mi vida cuando estaba el Ejército", ríe Hermógenes del Real.
Los boinas verdes, asociados
Los miembros de la Asociación de Veteranos de Boinas Verdes Zona Centro no querían perderse el que suponía su primer Día de las Fuerzas Armadas desde su constitución. "Empezamos hace muy poquito, menos de un año", recuerda Pepe Montañas, su presidente. Por eso, siete miembros de la asociación de diferentes promociones han querido "estrechar lazos" acudiendo al desfile celebrado en Madrid.
"Después de treinta y tantos años, aquí seguimos juntos", señala uno de ellos. Porque, según aseguran, aquella experiencia que vivieron en el COE (boinas verdes) les marcó "para toda la vida". Todos ellos permanecen en las inmediaciones de la Plaza de Neptuno, muy cerca de la Plaza de la Lealtad, donde se celebra el homenaje a los caídos. "Es importante reconocer el trabajo que llevan a cabo las Fuerzas Armadas en todas las misiones en las que participan", apuntan.
"También estamos los paracas"
Muy cerca permanecen otros tres veteranos del Ejército. Al escuchar los comentarios de los boinas verdes, bromean: "¡Eh, que también estamos los paracas!". Dos de ellos, José María y Domingo, han acudido al acto perfectamente uniformados. Su regimiento: "Primera Bandera, Tercera Compañía", repiten del tirón. Ambos pasaron por Alcalá de Henares hace 35 años y comparten chanzas de aquellos tiempos. "Compañerismo, sacrificio...", son algunos de los valores que, afirman, aprendieron de aquella etapa.
El tercero, Ángel, considera que los compañeros que conoció representan su "segunda familia": "Pasé unos buenos años como plegador y siempre es un placer encontrarme con otros colegas". Una oportunidad que tiene al alcance de la mano gracias a los actos convocados por la Agrupación Caballeros Legionarios Paracaidistas Veteranos de Madrid.
Entre unos y otros se saludan y se preguntan a qué regimiento pertenecían. En las charlas es recurrente el "pues conocerás a...". Al concluir el acto, algunos de los veteranos se retiran a comer juntos y a seguir contando sus historias. A los que no les queda más remedio que marcharse se les despide con una citación: "¡Hasta el 12 de octubre!".