Si a finales de este año un trabajador del Ayuntamiento de Santa Coloma de Gramenet (Barcelona) le cuenta que cobra una parte de su nómina en una moneda que no es el euro, nadie le está engañando. El pleno municipal ha aprobado este martes la creación de una nueva moneda local y digital con la que el Consistorio pagará hasta el 30% del sueldo a sus empleados y cargos electos. El Ayuntamiento también abonará en esa nueva moneda parte de sus subvenciones a entidades y comercios de la ciudad. El nombre de la moneda se elegirá por votación popular. Podría ser un 'parlón', en honor a la alcaldesa de la localidad, la socialista Nuria Parlón.
La nueva divisa tiene como objetivo evitar la fuga de gasto de los vecinos de Santa Coloma, una ciudad del extrarradio barcelonés de 117.000 habitantes. Según cálculos de este Ayuntamiento, se estima que los vecinos gastan un 30% de su dinero fuera de la ciudad. La nueva moneda pretende revertir esa tendencia y contribuir a aumentar la compraventa de productos dentro de la localidad.
Santa Coloma no es la primera ciudad española que genera una moneda municipal, pero sí que es una de las pioneras en confeccionar una exclusivamente digital. Los pagos con la nueva moneda -cuyo nombre se determinará en septiembre tras un proceso participativo- se harán exclusivamente a través del teléfono móvil, tableta o ordenador.
La moneda dará sus primeros pasos en el tercer trimestre de 2016, cuando el Ayuntamiento permitirá pagar una parte o la totalidad de las subvenciones a comercios y entidades con esa nueva divisa. No será hasta 2017 que la moneda llegará a toda la ciudadanía y, una vez, instaurada, se permitirá pagar los impuestos y tributos municipales con ella. Este periódico ha contactado con el Ayuntamiento de Santa Coloma de Gramenet pero no ha podido hablar con ningún miembro del equipo de Gobierno.
Equivalencia con el euro
Según el reglamento aprobado la tarde del martes, la nueva moneda mantendrá la equivalencia con el euro. También se prevé que haya céntimos de esa nueva divisa para equipararlos con los céntimos de euro. La moneda -que de momento se llama UDI (Unidad de Intercambio)- tendrá como usuarios las personas físicas y jurídicas que quieran usarla voluntariamente así como las que realicen una actividad comercial y se hayan adherido al Circuito de Comercio Social que promueve el Ayuntamiento con esta nueva moneda.
Será el Ayuntamiento quien garantizará la paridad con el euro y, para garantizar que esa relación se mantiene inalterable, facilitará la emisión de certificados de deuda reconocida en euros. A su vez, depositará los euros reconocidos en esos certificados en una cuenta bancaria de titularidad municipal y bloqueará ese dinero hasta que el poseedor de UDI’s reclame el intercambio a euros. Según el reglamento aprobado, los ingresos de la actividad de esa cuenta se destinarán a financiar proyectos sociales elegidos “mediante la participación de usuarios, entidades y colectivos de la ciudad en el marco de los valores de la economía social y solidaria”.
Para fomentar su uso, el Consistorio liderado por Núria Parlon (PSC) ha diseñado una serie de incentivos para sus usuarios. El reglamento prevé bonificaciones por cambiar euros por UDI’s. También se bonificará a los usuarios que reciban un pago con esa moneda y decidan seguirla usando en vez de cambiarla por euros. Las bonificaciones también prevén pagos de subvenciones íntegramente en esa nueva divisa y el Ayuntamiento, además, gravará el cambio de UDI’s por euros. Tampoco se podrá cambiar saldos inferiores a 10 UDI’s a no ser que se solicite la baja del sistema.
¿Para qué sirve?
“No todas las moneda locales funcionan y muchas no han pasado de los titulares en prensa”, opina Félix Moreno, consultor y analista de divisas. “Las que han tenido éxito, sin embargo, han conseguido crear comunidad y fomentar la economía local”. Según este experto, los Ayuntamientos diseñan estas monedas para que se hable de la ciudad y para “educar” a sus ciudadanos. Moreno pone el ejemplo de proyectos de moneda local que se han usado para pagar a gente que limpiaba la calle o bien el caso de la ciudad británica de Bristol y su Bristol pound. “Ahí se ha demostrado que es muy útil desde el punto de vista turístico y promocional”.
“El riesgo es cuando se emite sin control y acaba haciendo el efecto contrario al deseado”, añade Moreno. “Pero estas monedas no suelen alcanzar el tamaño necesario para que esto suceda”. Respecto a su capacidad de éxito, este analista opina que es difícil que la gente quiera cambiar grandes cantidades de dinero en esa nueva moneda. “Al final es complicado que la gente se arriesgue con las cosas de comer”, explica. “La otra cosa es que el Ayuntamiento se ponga a repartir dinero gratis en esa nueva moneda”.
Al tratarse de una divisa exclusivamente digital, Moreno también alerta de los posibles ataques informáticos. “Inevitablemente sufrirá ataques y es difícil hacerla segura”, detalla. Moreno recuerda los hackeos de cientos de millones de dólares que ha sufrido recientemente el SWIFT, el sistema usado por la mayoría de bancos del mundo para hacer transacciones internacionales.
Una salida en tiempos de crisis
Las monedas locales y sociales acostumbran a aparecer en tiempos de crisis para fomentar el comercio local. Se calcula que en España hay unas 70 monedas de este tipo, si bien ninguna de ellas tiene la entidad y el apoyo de la administración como la que se pretende instalar en Santa Coloma de Gramenet. Se calcula que se aceptan en unos 500 comercios de todo el Estado y que las usan unas 8.000 personas.
La mayoría de ellas las desarrollan grupos de activistas o asociaciones de comerciantes sin que intervenga la administración. Normalmente estas divisas sirven para fomentar productos de comercio justo, el intercambio o la solidaridad entre algunos vecinos. Así, en Sevilla uno puede pagar en ‘pumas’; en Madrid hacerlo en ‘boniatos’ y en Bilbao abonar algo en ‘ekhis’. El equipo de Ada Colau en el Ayuntamiento de Barcelona también está preparando una moneda local puramente digital, que podría estar lista a principios del año que viene. La medida ha sido calificada por el Banco de España de “imposible además de indeseable”.
Fuera de nuestras fronteras sí que encontramos ciudades mínimamente grandes que cuentan con monedas locales apoyadas por la Administración. Es el caso de la ya mencionada Bristol, en el Reino Unido, o de la ciudad francesa de Toulouse, donde el Ayuntamiento abona una parte de los subsidios de desempleo en una divisa local llamada sol-viollete.