Las autoridades aeroportuarias de Turquía devolvieron a España, el pasado mes de abril, a un antiguo caballero legionario español que pretendía engrosar las filas de los peshmergas kurdos en la lucha contra el Estado Islámico. El cocinero, sobrenombre con el que se le conoce por la coartada que utilizó para intentar pasar la última frontera, ha encontrado no obstante una ruta alternativa para unirse a otros exsoldados de las Fuerzas Armadas que ahora combaten contra los yihadistas en el Kurdistán.
La ruta turca ya había sido utilizada por otros militares, o gente con formación castrense, que hacen frente al Estado Islámico en suelo iraquí. Pero las autoridades turcas debieron encontrar algo sospechoso en la historia del legionario, quien, además del sobrenombre de el cocinero, presenta un "nombre de guerra": Juan Astray. Lo apartaron en una sala donde le interrogaron sobre sus intenciones en el país vecino.
Según la versión que esgrimió el legionario, éste viajaría hasta Irak para desempeñarse como cocinero. Las autoridades turcas no encontraron argumento para aplicar sobre él ninguna ley de deportación, pero lo retuvieron el tiempo suficiente como para que perdiese el último vuelo en su escala. Tras esta circunstancia, al antiguo caballero legionario se le ofreció la posibilidad de montar en otra aeronave que le llevase de vuelta a su país de origen. Juan Astray, con las manos atadas al encontrarse sin recursos en el aeropuerto turco, aceptó la invitación.
La agencia Dwekh Nawsha (DNF) ya ha trasladado a decenas de combatientes hasta territorio kurdo. La mayoría de ellos proceden de Europa, pero también ha registrado numerosas peticiones que proceden de América Latina. Los combatientes pagan un mínimo de 1.500 euros para los billetes de avión y gestionar los trámites necesarios para llegar a Irak. Allí deben adquirir el armamento necesario. Una vez en territorio iraquí, se unen a las filas de los peshmergas kurdos, combatientes reconocidos por la comunidad internacional. Además, se les tramita un permiso de armas.
La ruta que empleaba DNF para enviar los combatientes hasta el kurdistán era la misma que empleó Juan Astray. El legionario español, no obstante, no contactó con la agencia francesa: "Me lo he gestionado yo solo, tanto en lo económico como en la manera de poder llegar con seguridad de no ser interceptado de nuevo". Pero esta nueva vía no puede ser revelada "por motivos de seguridad".
Otros españoles en Irak
Juan Astray se ha unido al contingente peshmerga del que ya forman parte otros españoles con pasado en las Fuerzas Armadas. Simón es el sobrenombre con el que se conoce a uno de ellos. Junto a él también se encuentran el paraca, soldado que abandonó el Ejército para luchar en Irak -a quien le espera un juicio por deserción cuando regrese a España- y el gallego. Todos ellos optan por mantener su identidad en secreto.
Los combatientes españoles participaron en un combate reciente que concluyó con la liberación de Bashir, bastión yihadista ubicado en la provincia de Kirkuk, en el que también participaron las tropas oficiales del Ejército iraquí y los chiítas. Respecto a estos últimos, la victoria sirvió para aliviar tensiones con los peshmergas, puesto que ambos bandos mantienen algunos enfrentamientos que a veces se plasman en fuego cruzado.
Los exmilitares españoles que luchan contra el Estado Islámico junto a los peshmergas relatan sus actividades a través de la página de Facebook 'Apoyo Voluntarios Españoles contra DAESH'. A través de ella se conoce que se encuentran en las inmediaciones de Mosul y que están integrados en un batallón compuesto por “voluntarios” extranjeros. Sus labores: escoltar a los mandos peshmergas, desactivar explosivos, atender a desplazados que huyen de los yihadistas y actuar como una unidad de intervención rápida en combate.
El futuro ante la Justicia de los combatientes
De acuerdo a las explicaciones de un amigo de Simón, que actúa como portavoz de los “voluntarios” españoles, la agencia francesa con la que han viajado a Irak ha extremado las precauciones para no incurrir en ninguna ilegalidad. Al combatir junto a los peshmergas, un bando reconocido por la comunidad internacional, no se puede juzgar a los militares por integrarse en ninguna organización terrorista -como ya ocurrió con otros dos jóvenes españoles que lucharon con el PKK, Partido de los Trabajadores del Kurdistán-. Igualmente, sostiene que el permiso de armas que se les entrega permite que porten el armamento con el que van equipados en el Kurdistán.
De acuerdo a fuentes diplomáticas, la intervención de ciudadanos españoles en un conflicto en el que no interviene el Gobierno español de forma oficial podría constituir un delito. Juan Astray admite que le intranquiliza esta posibilidad: "Mi mayor preocupación no es morir en combate, sino que pueda entrar en la cárcel si logro sobrevivir en Irak".