“No tengo por muy feliz la condición de reina:

en mi vida habría querido serlo. Se padece la

mayor de las coacciones y no se disfruta de ningún

poder. Una es como un ídolo: debe aguantarlo todo

y encima mostrarse contenta”

Palacio de Versalles, 1719: Elisabeth-Charlotte, cuñada de Luis XIV(cita inaugural de Reinas Malditas, por Cristina Morató)

Crac-crac-crac o shsss-shsss-shsss es el ruido molesto que hacen cientos de flashes disparados al unísono, el símil de un arma de fuego, las onomatopeyas propias de Hollywood o de Cannes que se han instalado en el monte de El Pardo. El sonido en cuestión precede siempre a la reina Letizia en las audiencias oficiales, donde su presencia dispara el número de acreditaciones y llena a reventar el bus-lanzadera que sube al palacio de la Zarzuela, semivacío cuando es Felipe VI el que recibe en solitario.

Con la nueva monarquía, que este domingo 19 de junio cumple dos años, los periodistas ajenos a la moda hemos tenido que aprender rápido: ahora hay que distinguir entre magrittes (zapatos), culottes y clutches (ojo, bolsos, no confundir con el inglés crutches, que son muletas). Los culottes son unos pantalones de pata ancha que ahora llevan por encima del tobillo. El último trending topic de la reina Letizia, esta misma semana, lo ha protagonizado esta prenda de cuero negro que ella ha combinado con una blusa de seda de color fucsia.

La reina con sus culottes durante un evento de la fundación Princesa de Asturias. GTRESONLINE

¿Insustancial? Sí y no, teniendo en cuenta que el penúltimo TT de la reina consorte, hace cuatro meses, tuvo de hashtag 'compiyogui' y de protagonista a Javier López Madrid, el empresario doblemente imputado por la justicia y que antes del escándalo fue uno de los mejores amigos de Felipe VI. También que el día de los culottes los reyes recibieron a los patronos de la Fundación Princesa de Asturias, entre los que ya no estaba López Madrid, expulsado del paraíso precisamente tras esos embarazosos mensajes en los que la reina le mostró su apoyo en octubre de 2014, justo después de conocerse su imputación en el caso de las tarjetas black.

Hasta la fecha, el affaire compi-yogui ha sido lo más embarazoso que le ha sucedido a la nueva Corona además del video de Zacatecas, en cuyas imágenes, rodadas por la presidencia de México el pasado verano, se ve al rey intentando recuperar la atención de la reina cuando ésta se aleja del presidente Enrique Peña Nieto y de su mujer. La ubicación: la biblioteca del histórico convento de Guadalupe, uno de cuyos incunables trató de sacar la reina de la estantería.

Las dos versiones de la visita de los reyes al museo de Guadalupe en Zacatecas

RELACION CALIDAD-PRECIO

Estos dos episodios han sacado a la palestra el cliché que arrastra la Letizia Ortiz Rocasolano desde su época como princesa de Asturias: el de una mujer nerviosa y malhumorada, impaciente ante los rigores del protocolo, férrea en sus criterios y en sus convicciones y refractaria a la crítica y los consejos.

A los buenos monárquicos, que en España son minoría, esos que llevan la Corona en el corazón y a veces en los gemelos, les cuesta ver el lado positivo de la reina, y no tienen empacho en atribuirle la autoría del asunto si algo se tuerce, ya sea en el plano público o privado. A juzgar por el estereotipo, Felipe VI es equilibrado, “un tipo estupendo” es la expresión más usado, y la reina Letizia es “impulsiva”. Si algo se tuerce, la mala es ella.

El último ejemplo, cuando Felipe VI atendió el desestimiento de Mariano Rajoy en segunda instancia y nominó a Pedro Sánchez candidato a la presidencia del Gobierno. La rumorología se desató, atizada sobre todo desde la trinchera del PP, hasta el punto de que un miembro del Gobierno llegó a acusar al reina Letizia de favorecer a Sánchez porque fueron al mismo instituto de enseñanza media en Madrid. Las cortes, incluso las del siglo XXI, han sido siempre los mejores caldos de cultivo para las maledicencias. La corte de Madrid no es una excepción.

Las historias de horror abundan, sobre todo entre el establishment político y económico de España, que no es precisamente partidario de la nueva reina. Abundan los comentarios sobre su uso abusivo del teléfono móvil, sus presiones al rey para salir antes de tiempo de un cocktail que se alarga o sus gestos inapropiados de aprobación o de crítica, su divismo, su distanciamiento y su afán controlador. Son legión, y los contadores de historias se retroalimentan.

Zarzuela los conoce al dedillo y quiere que los españoles aprecien y juzguen a la reina con un criterio puramente mercantilista, si el emocional no existe: la relación calidad-precio. Por los impuestos que pagamos, obtenemos una representación institucional impecable y un trabajo para la jefatura del Estado riguroso y permanente.

LA MARCA BORBON

Un viejo monárquico, de corazón y gemelos, le quita importancia al cliché Letizia: “A la reina Sofía le pasó igual cuando llegó de Grecia en los años 60. Las señoras bien del franquismo, la sociedad de entonces, no la tragaba. La griega la llamaban. Ella era diferente, más abierta que señoras de peineta y catecismo de entonces. Ahora, pregunta por doña Sofía y todo el mundo te dirá lo mismo: ha salvado la monarquía en España”.

La reina Sofía, junto a los reyes y las infantas durante la misa de Pascua en Palma de Mallorca. GTRESONLINE

Las encuestas dan la razón a este fan de la Corona. La última, de EL ESPAÑOL, confirma que los españoles aprueban a la reina Sofía y a su hijo Felipe y suspenden a la reina Letizia y a su suegro, el rey Juan Carlos. Las encuestas nos dicen también que los españoles están satisfechos de nuevo con el quehacer de la monarquía, pero que no se muestran apasionados por ella. Felipe VI gusta pero es probable que nunca llegue a batir las marcas de popularidad que tuvo su padre en los años dorados de la democracia.

No hace falta, dicen los expertos. Las actuales monarquías europeas son y serán así: descafeinadas, profesionales, comerciales incluso. La marca Borbón, uno de los principales activos de la marca España, ha superado el reto de los dos primeros años con estos highlights, según Zarzuela: recuperar el prestigio, dejar de ser un problema para los españoles, cumplir con las obligaciones constitucionales y dar estabilidad y confianza a un país con un paisaje político fragmentado y combativo tras una crisis económica que lo ha dejado más pobre y frágil que hace diez años.

MONARQUIA REPUBLICANA

En el horizonte aún queda encontrar y establecer una nueva identidad que pasa, como condición sine qua non por la ausencia de escándalos y la transparencia. Atrás quedan los sobresaltos de los últimos años de Juan Carlos I. El Estado se ha encargado de correr un tupido velo sobre la oscura relación del antiguo rey con la comisionista alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein y sus relaciones con los negocios internacionales. Esta semana se ha cerrado el caso Noos, que provocó un agujero en la línea de flotación de la monarquía española. Faltan las sentencias y, previsiblemente, la entrada en prisión de Iñaki Urdangarin, el único cuñado del rey por el lado Borbón.

El peligro republicano ha quedado conjurado, de momento. Lejos quedan aquellos días de junio de 2014 posteriores a la abdicación de Juan Carlos I, con manifestaciones y miedos. Unidos Podemos, previsiblemente la segunda fuerza política en España, ya no recoge en su programa el establecimiento de una III República como lo hizo Izquierda Unida.

Aun así, desde la fusión de izquierda recuerdan que el modelo de Estado no está en cuestión ahora porque no es fundamental como el paro, pero que en el futuro ha de celebrarse un referéndum para que los españoles decidan entre monarquía y república. “En 1978 no se nos preguntó: en el mismo pack venía la democracia y la monarquía”, señalan desde Unidos Podemos.

¿Cómo será la marca Borbón del siglo XXI? El parón político e institucional de España desde septiembre de 2015 no ha ayudado a desarrollarla. Para algunos, la monarquía parlamentaria, con su papel puramente ornamental, acabará transformándose en el mayor activo de la Marca España: una sensacional fuente de ingresos turísticos como es el caso en el Reino Unido.

Este año, el Gobierno ha cancelado los cuatro viajes oficiales que había previstos al extranjero (Arabia Saudí, Londres, Japón y Corea del Sur). El panorama político no ayuda a pensar que a partir de septiembre habrá un Ejecutivo estable que permita a los reyes salir de España a ejercer su papel de representantes-embajadores. Las interminables consultas y negociaciones apenas han permitido a los reyes ir a Puerto Rico 24 horas y La Mancha otras tantas. Allí, en lugares como Tomelloso o Villanueva de los Infantes pudimos comprobar que a la calle, a las mujeres sobre todo, les gusta saludar a los reyes. Verlos, tocarlos y saciar su curiosidad. Sobre todo, fotografiarse en el móvil con ellos.

EL FUTURO SE LLAMA LEONOR

Son los baños de masas a la antigua usanza, tan escasos este segundo año y tan necesarios, aunque son también los momentos en los que más aflora el cliché Letizia. ¿Existe? La reina consorte no ayuda a combatirlo. Lo que Zarzuela llama “circunstancias puntuales”, como romper la línea de protocolo antes de tiempo o compartir confidencias con los guardaespaldas, están ahí. Se observan, se comentan y como no se publican adquieren el atractivo de lo secreto. Se acaban magnificando.

La infanta Leonor junto a su padre, Vicente del Bosque y Enrique Cerezo. GTRESONLINE

Desde Zarzuela se exasperan cuándo los culottes se imponen sobre el trabajo de la reina Letizia: cáncer, formación profesional, enfermedades raras, lectura infantil y juvenil. A la reina consorte le falta tanta empatía como a la sociedad apertura. Como el tiempo es un bien preciado y escaso en la sociedad digital 24/7, Zarzuela apuesta que su mayor activo, el mejor antídoto a ese cliché Letizia es su hija mayor, la infanta Leonor, la heredera al trono.

Cuanto más crezca la princesa de Asturias, más en un segundo plano irá quedando la reina consorte. Por primera vez este abril, la niña ha acudido con Felipe VI al estadio Vicente Calderón para ver las semifinales de la Champions League. Se espera que este otoño, con 11 años ya, entregue en Oviedo los premios que llevan su nombre. Si no, está al caer. Su padre lo hizo a los 13 años. La marca Borbón se reinventará entonces con una nueva identidad.

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