El juicio por el 'caso Nóos' ha concluido. Seis meses después de vistas, este miércoles se sentaba de nuevo en el banquillo de los acusados la infanta Cristina de Borbón para escuchar el informe de su defensa. La hermana de Felipe VI, al igual que el resto de acusados, han preferido no hacer uso del turno de última palabra.
A partir de ahora, el tribunal, presidido por Samantha Romero, se centrarán en redactar la sentencia, que estará lista en los próximos meses. En sus manos está el condenar por primera vez a un miembro de la realeza. Hasta ocho años de cárcel solicita el sindicato Manos Limpias, única parte en el proceso que ha presentado acusación contra ésta, como cooperadora necesaria de dos delitos fiscales presuntamente cometidos por su marido.
El último abogado en presentar su informe antes de concluir el juicio ha sido Pau Molins, defensor de Cristina de Borbón, quien ha criticado duramente el papel de Manos Limpias y su "enfermiza obsesión" por mantener a la infanta en el banquillo de los acusados a pesar de no haberse presentado ninguna prueba contra ella durante las sesiones.
Molins ha defendido que es "inédito" en la historia judicial española que se acuse a una persona que no es administradora de una sociedad, ni de hecho ni de derecho, por los delitos fiscales cometidos por el otro socio a través de esa sociedad.
"Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio", ha citado Molins al científico Albert Einstein para demostrar que al final las acusaciones a la infanta han quedado impregnadas en los medios de comunicación, a pesar de no tener base alguna. En el último día del juicio, la infanta se ha visto apoyada por su amigo, el diseñador Lorenzo Caprile, que ha acudido a la sala de vistas como púbico para mostrar su apoyo a la hija de Juan Carlos I.
El abogado de la infanta ha mantenido que ella nunca se dedicó a la sociedad Aizoon porque eso correspondía a su marido, Iñaki Urdangarin, dentro del reparto de funciones como matrimonio.