Para uno de los protagonistas de la historia que ha conmocionado la campaña a cinco días de las elecciones, lo sucedido en España hasta este miércoles parece sacado de un libro de Mario Puzo, el autor de El Padrino. Para otro, se trata de la demostración última de que en nuestro país el periodismo de investigación es más bien periodismo de filtración: “Ahora va a resultar que Joseph Pulitzer es José Villarejo”.
Esta irónica afirmación equipara al creador de la escuela de periodismo de Columbia y de los premios periodísticos más prestigiosos del mundo con el comisario Villarejo, un veterano policía especialista en inteligencia condecorado en 2014 por el ministro Jorge Fernández Díaz por sus servicios al Estado.
Hay aún un tercer protagonista de esta historia que ve en la difusión de la grabación en el despacho del ministro el cénit de una sucesión de putrefacciones y de fallos orgánicos de una joven democracia que tienen su origen en el Gobierno de Felipe González: las “cloacas del Estado” o el “submundo de Interior” que nacieron entre 1988 y 1993 en el ministerio de José Luis Corcuera, conocido popularmente como el de la patada en la puerta, en alegre convivencia con la voracidad de un poder político -en este caso el PP pero antes fue el PSOE- que se cree con derecho a usar los resortes del Estado en beneficio propio.
La bomba ha estallado en Público. En dos entregas, el diario ha difundido este martes y este miércoles el audio de una conversación entre Fernández Díaz y Daniel de Alfonso, jefe de la Oficina Antifraude de Cataluña, días antes del referéndum independentista de 2014. En él se oye al ministro sugerir a Alfonso que busque la manera de incriminar a dirigentes independentistas como Oriol Junqueras o Francesc Homs y decirle que el presidente Rajoy está al tanto.
Según fuentes solventes, la difusión de la grabación -realizada presumiblemente a través de la red corporativa de la policía- forma parte de la represalia impuesta a Fernández Díaz por proteger al polémico comisario Villarejo desde que éste inició su caída libre en otoño de 2014 por el caso Nicolay (la operación policial en torno al pequeño Nicolás): fue entonces cuando se produjo la grabación ilegal y posterior difusión de una conversación entre el comisario Marcelino Martín-Blas, con el que Villarejo está enfrentado a muerte, otro policía y dos miembros del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), un hombre y una mujer cuyas identidades podían quedar comprometidas por la grabación. Según Martín-Blas, ex jefe de Asuntos Internos de la Policía, su teléfono móvil se transformó en grabadora de esa conversación debido a la intervención de Villarejo.
FUENTES “NO INSTITUCIONALES”
La operación de castigo al ministro se inscribe así en la implosión de un doble enfrentamiento: el primero entre dos clanes policiales (Martín-Blas vs. Villarejo) y el segundo entre Villarejo y el CNI, el servicio secreto con el que en su día colaboró el súpercomisario, pero que en la actualidad lo tiene absolutamente vetado. Esta implosión viene aderezada por ramificaciones políticas: a cinco días de las elecciones el escándalo afecta también a Mariano Rajoy. Y también periodísticas: la semana pasada un informe judicial sobre el caso Nicolay pidió la imputación de varios periodistas, entre ellos Daniel Montero y Esteban Urreiztieta, de EL ESPAÑOL, e incluso el registro de sus domicilios (con la particularidad de que el autor del informe era el propio Martín-Blas y de que el fiscal se opuso rotundamente a esta petición). John Le Carré no podía haberlo hecho mejor.
¿Quién es Villarejo? Bajo el ministerio de Corcuera, “cuando el terrorismo golpeaba muy fuerte y quizá con justificación”, se impuso el criterio de crear “otras fuentes de conocimiento que no fueran las institucionales”. Es ahí donde empezó a operar el comisario en cuestión: como agente encubierto al que incluso sus mayores detractores reconocen “grandes servicios al Estado”. Sobre todo contra el terrorismo de ETA. Por ello, y utilizando el modelo de la DEA (Drug Enforcement Administration, la agencia que lucha contra el narcotráfico en EEUU), a Villarejo se le permitió la creación de empresas propias para utilizarlas como tapadera en distintas operaciones. A día de hoy, Villarejo está adscrito a la Unidad de Inteligencia de la Policía Nacional y depende directamente del Director Adjunto Operativo (DAO), Eugenio Pino.
El propio Villarejo describió así su trabajo en febrero de 2015 en una carta de furiosa respuesta en El Mundo a Fernando Lázaro, que lo describió como “el comisario más oscuro”: “He prestado servicios como infiltrado en escenarios casi siempre relacionados con el terrorismo, primero con ETA y desde los últimos 20 años sobre el fundamentalista islamista, con tareas en Somalia, Irán, Irak, Afganistán, Líbano y Siria entre otros. Y cuando estoy en Líbano fingiendo ser transportista de droga o en Irak de comerciante o en Afganistán simulando ser tratante de caballos, estoy realizando una labor que me apasiona, que es mi vida, que no la cambiaría por nada del mundo... por eso admiro a los periodistas de verdad, que se la juegan, con los que he coincidido en mil escenarios... periodistas de raza, no cronistas de cartón piedra, que engañan al lector, simulando falsa exclusivas”.
CÓMO UTILIZAR LA INFORMACIÓN
Según fuentes solventes, el problema surge cuando Villarejo empieza a tener “mucha información y a pensar en cómo utilizarla”. También, cuando comienza a utilizar esas empresas que crea como tapadera en beneficio propio. Hay una primera etapa, en la década de los 90 del siglo pasado, cuando desarrolla sus vínculos con periodistas como parte de su trabajo al servicio del Estado, como una manera de “controlarlos”.
Más tarde, hacia 2009, comienza la “dinámica pura y dura de utilizar a los periodistas para sacar un rendimiento”, según fuentes conocedoras de la forma de operar del comisario con la prensa: “Es como una droga, él filtra y los periodistas publican sin hacer el trabajo de verificación y cada vez quieren más”. Según estimaciones de las Fuerzas de Seguridad del Estado, la lista de periodistas que utilizan a Villarejo como fuente y que a su vez son utilizados por él incluye a 18 informadores.
Desde Corcuera, todos los ministros, incluido Jorge Fernández Díaz, han coexistido con Villarejo y sus servicios como agente encubierto: “Él tiene información de los unos y los otros, del PSOE y del PP, y los unos y los otros lo han utilizado”. El 16 de noviembre de 2012, el diario El Mundo tituló en portada: “La policía vincula cuentas en Suiza de Pujol y Mas con la corrupción de CiU”. La información la firmaron Eduardo Inda, de quien la comisión judicial del caso Nicolay también pide la imputación, y el citado Urreiztieta. Comenzaba así el ocaso de la familia Pujol justo en el momento en el que soberanismo catalán golpeaba más duro al Gobierno de Madrid. Detrás de este golpe magistral, alentado y defendido por el ministro Fernández Díaz, está la Medalla al Mérito Policial con Distintivo Rojo que Villarejo recibió de manos del ministro en 2014.
OUTING EN EL PAIS
Pero el caso Nicolay y la grabación de dos agentes del CNI empezaron a pesar como una losa sobre el expediente de Villarejo apenas seis meses después de recibir la medalla. Sobre la mente de responsables de la seguridad planea el caso de Valerie Plame, la agente de la CIA cuya identidad fue revelada por un enfrentamiento político en la Casa Blanca. ¿Podría ocurrir algo así en España? El 10 de marzo de 2015, el periodista Javier Ayuso, exjefe de prensa de Casa Real, publicó en El País la información más directa jamás reproducida por un medio de comunicación sobre Villarejo: su patrimonio- 12 sociedades con más de 16 millones de euros de capital social- y una fotografía con su imagen.
Ayuso se había topado con el nombre del comisario en los papeles del pequeño Nicolás. En el verano de 2014, cuando acababa de dejar su empleo en La Zarzuela tras la abdicación del rey, recibió una llamada de María González Pico, jefe de Gabinete de Soraya Sáenz de Santamaría, acerca del pequeño Nicolás, que se hacía pasar por colaborador de Casa Real, para la presidencia del Gobierno y el CNI.
Por experiencia propia, Ayuso sabía que el pequeño Nicolás no trabajaba para Zarzuela. Telefoneó a Moncloa y al CNI, donde también se lo negaron. A partir de ahí, y a lo largo de todo 2015 y 2016, Ayuso tiene una especialización: Villarejo. Su última información, el pasado viernes, recogía la negativa del fiscal a citar como imputados a 14 personas en el caso Nicolay. Entre ellos, el comisario.
PROCEDIMIENTOS OSCUROS
Este lunes, un día antes de la filtración de la grabación de Fernández Díaz a Público, El País publicó un duro editorial titulado “Interior bajo sospecha”, con un claro mensaje a Fernández Díaz: “El funcionamiento del Ministerio del Interior es uno de los temas más oscuros de este país. Se habla poco de ello durante la campaña electoral, y no será porque falten datos. El último es la presunta red de corrupción en el seno de la Policía Nacional, puesta de manifiesto por el levantamiento del secreto del sumario en una pieza separada del llamado caso Nicolay (el procedimiento contra El Pequeño Nicolás). Tan solo la intervención de la Fiscalía ha evitado, por el momento, la investigación sobre cuatro comisarios por presuntos delitos de revelación de secretos, encubrimiento y, en el caso de José Manuel Villarejo, organización criminal. No es la primera vez que los responsables de Interior miran para otro lado”.
El editorial continúa así: “Lejos de acabar de raíz con lo que parece un servicio policial paralelo, nos encontramos con un ministerio convertido en una presunta fábrica de dosieres políticos. Entre ellos, los referidos a la familia Pujol, a Xavier Trias —exalcalde de Barcelona— o el llamado informe PISA (siglas de Pablo Iglesias Sociedad Anónima), documentos difundidos públicamente sin membrete ni responsable alguno con el fin de forzar una investigación oficial. Villarejo lleva muchos años compaginando la actividad policial con negocios particulares. Cuando El País ha dado cuenta de ello, el ministro, Jorge Fernández Díaz, se ha limitado a resaltar sus servicios al Estado”.
Y finaliza: “El ministro Jorge Fernández Díaz ha tenido una gran ventaja sobre cualquiera de sus antecesores: en esta etapa no ha necesitado gestionar la lucha contra ETA. Y las numerosas investigaciones para prevenir el terrorismo yihadista se han hecho con máximo consenso político y con el respaldo judicial. No era tan difícil llevar a cabo una buena gestión. Lamentablemente, se impuso la ideología y la voluntad de utilizar procedimientos oscuros contra enemigos políticos”.
Después de que El País publicara la información sobre las empresas de Villarejo, el ministro no solo lo mantuvo en el puesto, sino que relevó de su puesto a su archienemigo Martín-Blas, lo que fue interpretado como una gran victoria por parte de Villarejo. En el entorno del comisario se insiste en que su enfrentamiento con el CNI se debe a lucha por la competencia de funciones: el servicio secreto no quiere que la policía se dedique a “temas sensibles”.
GAO PING Y CORINNA
Según las fuentes consultadas, en la caída de Villarejo confluyen más casos además del determinante del pequeño Nicolás. La operación Emperador contra la mafia china de Gao Ping tiene en el epicentro a su amigo Carlos Salamanca, el comisario de Barajas que fue acusado de favorecer a los mafiosos. Su caso fue archivado en noviembre de 2014 y Salamanca fue ascendido por Fernández Díaz y pasó a trabajar, como Villarejo, dependiendo directamente del DAO.
También han influido, por su coincidencia en el tiempo, la denuncia que hizo Villarejo sobre los fondos reservados que no llegaron a manos de los terroristas que secuestraron a periodistas españoles en Siria, entre ellos Javier Espinosa, de El Mundo.
Finalmente, no le han ayudado los intentos del comisario por ganarse la confianza de Corinna zu Sayn-Wittgenstein, la expareja sentimental del rey Juan Carlos I. Villarejo fue a visitarla a Mónaco con la excusa de ofrecerle su ayuda para defenderse del CNI y en particular del general Félix Sanz Roldán, al que el comisario califica como “mamporrero del rey”. Demasiados errores en tan solo año y medio. Este mismo miércoles, Villarejo ha sido llamado a declarar como imputado en el caso Nicolay.