La vida de Víctor Salas Coveñas, el dueño del bufete de abogados madrileño en el que este miércoles aparecieron brutalmente asesinadas tres personas, cambió de forma radical cuando tenía 25 años. En su Perú natal, el chico trabajaba como asistente judicial y, sin pretenderlo, se convirtió en un quebradero de cabeza para tres vocales de la Corte Superior de Lima, a los que acusó de favorecer a un narcotraficante israelí, Zeev Chen.
Según una nota publicada por el diario El Comercio de Perú, su delito fue contar la verdad. Tras acusar directamente a la que durante un tiempo fue su jefa, la juez Ana Espinoza Sánchez, Víctor Salas sufrió llamadas telefónicas amenazantes e, incluso, actos de brujería de una empresaria de su país, Myriam Fefer, a quien Espinoza conoció en 2006 en una cena a la que asistió la cúpula del Poder Judicial peruano.
Tras aquel encuentro, ambas mujeres se convirtieron en grandes amigas. Sin embargo, Fefer apareció muerta por estrangulamiento en su apartamento en febrero de 2006. Cuando la Policía encontró el cadáver, los agentes hallaron también sobre una mesita varios objetos usados para prácticas de brujería y una foto del propio abogado.
Emigró a España por temor a amenazas
Víctor Salas, temeroso por las amenazas recibidas, decidió emigrar a España a mediados de 2008. Tres años antes, en octubre de 2005, el abogado denunció que la juez Espinosa había condenado al narcotraficante israelí como si se tratara de un pequeño comercializador de droga y no como jefe de una organización de ‘narcos’, acusación que él mismo aceptó.
Tras la denuncia, la Oficina de Control de la Magistratura (OCMA) de Perú y el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), decidieron destituir a la juez. Según reconoció telefónicamente el propio abogado a El Comercio en 2009, sospechaba que la juez Espinoza, con la ayuda de su amiga Myriam Fefer, “pretendía vengarse por haberla denunciado”.
Ahora, la Policía Nacional ha impuesto vigilancia con guardaespaldas durante las 24 horas del día para el abogado peruano, que terminó sus estudios en España. Aunque no se descarta ninguna hipótesis acerca de la brutal muerte de dos de sus empleadas, de origen cubano, y de un cliente ecuatoriano que le esperaba en su despacho, los investigadores sopesan que el autor o autores de los asesinatos quisieran matarlo a él y lo confundieron con el fallecido, o que el blanco fuese una de las dos mujeres.
Modus operandi
Este miércoles volvieron los fantasmas del pasado al despacho de este abogado peruano. Alguien llamó desde su oficina a Víctor Salas para advertirle de que un tipo extraño quería verle. El desconocido se comportaba de una forma poco habitual e incluso se encerró en el baño durante un momento.
Según ha podido saber EL ESPAÑOL, cuando este "sujeto extraño" regresó a la hora acordada, algo sucedió en el bufete Euroasia, puede que llegara a existir un forcejeo o algo similar y terminó agrediendo con un cuchillo a una de las dos empleadas del despacho, las dos mujeres cubanas que trabajaban para Víctor.
La tercera víctima de este brutal asesinato es un hombre de nacionalidad ecuatoriana de 26 año de edad, una persona de gran envergadura que trabajaba como vigilante jurado y que había acudido a las oficinas como cliente.
Las fuentes consultadas por este diario piensan que este vigilante jurado era un testigo accidental y por eso el asesino acabó también con su vida. El arma utilizada para perpetrar el crimen fue una palanqueta que encontró en la oficina con la que los propios abogados forzaron un armario bloqueado del despacho. El asesino le golpeó en la cabeza y el impacto fue tan brutal que condujo a error al SAMUR y pensaron en un primer momento que el arma homicida utilizada fue un hacha.
La misma palanqueta fue utilizada por el agresor para golpear a otra de las mujeres.
La Policía está analizando uno por uno todos los casos en los que trabajaba el despacho porque la hipótesis de que se haya tratado de un asesinato cometido por sicarios está prácticamente descartada. Las investigaciones se centran ahora en los expedientes del bufete y los entornos de las víctimas.