En la tercera temporada de la serie The Wire, un comisario policial decide legalizar de facto las drogas en un lugar de Baltimore. Ese espacio, al que llaman Hamsterdam, se concibe como un experimento para ver si, concentrando la venta de droga en un sólo lugar, baja la tasa de criminalidad y mejora la convivencia en otras zonas. Barcelona ya tiene su propio Hamsterdam, pero en esta ocasión lo que se vende son productos falsificados.
Los Mossos d’Esquadra, la Guardia Urbana y la Policía Portuaria iniciaron esta semana un nuevo operativo para concentrar a todos los manteros en el Paseo San Joan de Borbó, en pleno barrio de la Barceloneta. El objetivo es apartarlos de una zona del puerto donde existe un mercadillo artesanal cuyos comerciantes operan con licencia. El resultado, un gran supermercado de productos falsificados en una zona muy turística que se alarga durante los 700 metros que tiene el paseo. En ese espacio se amontonan unos 800 manteros que reconocen que cada vez son más. Si hace unas semanas los turistas caminaban por un pasillo con productos a ambos lados, ahora ya existe un segundo pasillo de mantas ante la continua llegada de nuevos vendedores.
“¡Aquí podemos vender lo que sea, como si vienes tu y pones la manta!”, reconoce Ibrahim, un mantero gambiano que vende camisetas del Barça y del Real Madrid. “Nos han dicho que si nos quedamos en este paseo y no nos peleamos, no pasará nada”.
Ningún mantero quiere explicar quién les ha dicho que ahí pueden vender sus productos. Todos, sin embargo, afirman que les han comunicado que por el momento pueden quedarse en ese paseo. “No sabemos hasta cuando”, explica otro mantero subsahariano. “Pero de momento aquí nadie tendrá ningún problema ni por vender ni por comprar”. La permisividad en esa zona ha creado un efecto llamada y algunos manteros afirman que han venido desde Italia para aprovechar una oportunidad como esta en plena temporada alta.
La Policía, observando
El pasado martes por la mañana, tres Mossos d’Esquadra apostados en una furgoneta observaban resignados como iban llegando furgonetas que descargaban material falsificado delante suyo. “Si no actuamos es porque tenemos órdenes de no hacerlo”, afirmaba uno de ellos. “Lo único que nos han ordenado es que los manteros no accedan a la zona de las paradas legales”.
Estos tres Mossos d’Esquadra no son los únicos que vigilan a los manteros. El dispositivo policial es amplio y cuenta con varias furgonetas, 5 vehículos y docenas de agentes entre Mossos, Guàrdia Urbana y Policía Portuaria. “Es un escándalo esto que está pasando”, añadía uno de los Mossos. “En los mercadillos también se venden falsificaciones pero como mínimo pagan una licencia”. Otro se sumaba a la conversación añadiendo que vender falsificaciones es mejor que robar, pero que el problema reside en las mafias que tienen estos manteros detrás. Ninguno de ellos opinaba, no obstante, sobre la idoneidad de concentrarlos todos en un mismo sitio. “Ahora mismo ya hay tantos que no sabes dónde meterlos”.
Un problema para Colau
El intento de abordar la venda ambulante desde un punto de vista distinto amenaza con enquistar el problema de los manteros en Barcelona. El Ayuntamiento, a través de una mesa de trabajo específica, diseñó el año pasado un plan de reinserción social para estos vendedores. Por un lado desplegó un plan de ocupación para enseñarles un oficio y por otro se constituyó una cooperativa para que los manteros pudieran comerciar con artículos legales.
La solución propuesta, no obstante, apenas se está notando. Son pocos los manteros que se han sumado a esta iniciativa y en el Ayuntamiento son conscientes de que este verano habrá más manteros que nunca en la ciudad. Policías,comerciantes y vecinos consultados reconocen que nunca habían visto tantos vendedores de este tipo en la capital catalana como durante el último año.
Si bien el comisionado de Seguridad, Amadeu Recasens, aseguró en noviembre que el Ayuntamiento no toleraría “zonas de venta ilegal descontrolada”, parece que finalmente se ha optado por establecer una zona de venta ilegal controlada. El Consistorio no ha querido hacer ninguna declaración a este periódico sobre el asunto. Tampoco Tatiana Guerrero, la asesora que Colau ha designado para abordar la problemática de los vendedores ambulantes.
Los comerciantes, contrariados
Las opiniones de los comerciantes del barrio varían en función de donde tienen situado su local. “Nos está perjudicando mucho”, explica Patri Ortiz, camarera de un pequeño chiringuito situado en medio del nuevo paraíso mantero. Esta joven muestra cómo su terraza está prácticamente vacía a pesar de que el bullicio en el paseo es considerable. “El centro de atención son los manteros y nadie se para en nuestro bar”, se lamenta.
Los comerciantes del mercadillo legal, en cambio, están muy contentos con el nuevo operativo policial. Después de meses manifestándose y mandando cartas al Ayuntamiento y a los grupos políticos, han conseguido que la policía aparte a los manteros de la zona donde tienen sus paradas. Cuando sólo habían transcurrido 24 horas desde el operativo, varios comerciantes aseguraban que habían vendido el doble que en cualquier día anterior.
“El paseo tiene más encanto ahora”, aseguraba Adriana Vázquez, una comerciante. “Llegó un momento en el que la gente ya no podía ni pasear por aquí”. Aún así estos comerciantes, agrupados en la Asociación de Artesanos de Palau de Mar, desconfían del Ayuntamiento y creen que la protección policial va a durar muy poco. El próximo 29 de junio se reunirán con el Ayuntamiento a la espera de que les ofrezcan una solución definitiva. “En el último año no he visto ni una redada”, comentaba Eduard Oriol, el presidente de esta asociación.
A pesar de abonar 60 euros diarios para montar su parada, a estos comerciantes no les parece mal que a pocos metros haya vendedores que no pagan nada por vender sus productos. Así lo afirmaba Ángeles García, otra comerciante que también es secretaria de la asociación de Artesanos: “Prefiero que les tengan a todos ahí que no tenerlos delante de mi parada”.