Mariano Rajoy terminó este miércoles la segunda ronda de contactos con los que considera sus socios preferentes de cara a sacar adelante una investidura. El líder del PP se reunió el martes con Pedro Sánchez y el miércoles con Albert Rivera. Tras ese cruce de impresiones, el presidente del Gobierno en funciones solo pudo constatar un hecho: que sigue sin recabar ningún apoyo extra a los 137 diputados que conforman el Grupo Parlamentario Popular.
La cita con el secretario general del PSOE fue mucho peor de lo que esperaban los conservadores. “Estaba enrocado en el no, ni siquiera quería leer el documento que teníamos preparado”. Rajoy salió tan animado de su encuentro con Albert Rivera, que se aventuró a pronosticar que si no tuviera la mínima esperanza de que puede sacar adelante la investidura, no habría aceptado el encargo del rey. “Nadie ha dicho que esto iba a ser ni fácil ni rápido. La más larga caminata comienza siempre con un primer paso”.
Este “primer paso” y la “vía de diálogo permanente” que PP y C´s se han comprometido a abrir para llegar a acuerdos de gobernabilidad han servido de trampolín para que Mariano Rajoy acudiera durante la tarde de este miércoles al despacho del rey en La Zarzuela con los deberes medio hechos. Cuando hace una semana el líder del PP aceptó el encargo de Felipe VI de ser el candidato propuesto por el rey, Rajoy puso por primera vez en la historia de la democracia una condición: solo iría a pedir el respaldo al Parlamento si la Cámara se compromete a darle ese apoyo previamente.
En ningún caso el líder conservador aceptará una sesión de investidura para “humillarse”, como hizo Pedro Sánchez en la legislatura fallida. Ni siquiera contando con el aval de que el PSOE se abstendría en una segunda sesión plenaria que se celebraría antes de que se acercasen las terceras elecciones. Mariano Rajoy quiere ponerse a trabajar con Albert Rivera cuanto antes y tiene previsto volver a reunirse con él la semana que viene. La intención es transmitir la imagen de un presidente interesado en desatascar esta situación y abierto al diálogo con las demás fuerzas políticas.
“Que se vea que es el PSOE el que tiene bloqueada la legislatura y que no quiere oír hablar de ninguna propuesta que llegue desde el Partido Popular”, añaden fuentes conservadoras. Los dos líderes se han comprometido a intercambiar información sobre cuatro temas de enorme importancia para ambos: objetivos de estabilidad presupuestaria y deuda pública, techo de gasto, medidas para cumplir la nueva senda de déficit de Europa y los Presupuestos Generales del Estado para 2017.
Un Ejecutivo "en funciones, no de vacaciones"
El Gobierno en funciones presiona con que es imprescindible que estos temas estén cerrados a finales de septiembre y así a mediados de octubre la Comisión Europea pueda disponer ya del documento sobre el grado de cumplimiento de los compromisos adquiridos por España. Por eso empezará a trabajar ya codo con codo con Ciudadanos, para vender la imagen a los españoles de que el Ejecutivo “está en funciones, pero no de vacaciones”.
Pese al optimismo con el que Rajoy ha salido de la reunión con Rivera, en el Partido Popular se mantienen cautos porque, “sin la abstención del PSOE en la investidura, de nada sirve cerrar un acuerdo de gobernabilidad posterior con C´s”. En su comparecencia de prensa, Rajoy ha subrayado que, sin algún tipo de compromiso del PSOE, no habrá Gobierno y España caminará hacia unas terceras elecciones. Además, también ha señalado al partido de Rivera y ha recordado que “sin el compromiso de Ciudadanos, no habrá estabilidad para gobernar”.
La polémica sesión de investidura
El PP sigue empeñado en que C´s cambie su abstención por el sí en la sesión de investidura y redoblar la presión con el PSOE. Aunque los conservadores mantienen viva “esa esperanza”, Rajoy no le ha pedido personalmente a Rivera ese cambio en el voto de sus 32 diputados. El jefe del Ejecutivo en funciones prefiere empezar hablando con C´s de los Presupuestos y del techo de gasto para terminar hablando de la investidura.
Aunque el líder del PP se resiste a poner una fecha en el calendario para ese pleno que ponga en marcha el 'reloj de la democracia', fuentes parlamentarias apuntan a la última semana de agosto como la óptima para fijarla. La última decisión la tiene la presidenta de la Mesa, Ana Pastor, que tendrá que consensuarla con el candidato, si es que finalmente no declina presentarse.