El salón del Congreso está abierto de par en bar. Un par de ujieres charlan a las puertas y miran al interior: no hay nadie. Y así seguirá de momento. En la sala de enfrente, a menos de diez metros, la presidenta de la Cámara, Ana Pastor, anuncia que la Mesa no ha logrado llegar a un acuerdo para distribuir los asientos del Congreso entre los distintos partidos.
La Mesa -órgano rector de las actividades desarrolladas en el hemiciclo- se ha reunido esta mañana y era previsible que al término del encuentro se entregara un dibujo del salón coloreado, con las bancadas ya definidas. Pero las diferencias entre los partidos han motivado que el asunto pase a definirse la semana que viene. "Al ver el desacuerdo, ni siquiera lo hemos tratado".
Convergència, que ya no tiene grupo parlamentario, pasará previsiblemente al gallinero y los ocho huecos que deja en las filas principales son el motivo de la disputa. Esquerra Republicana -ahora con nueve escaños- y Podemos están tratando de mejorar su situación en la Cámara.
El miedo al gallinero, la clave del debate
El miedo al gallinero está condicionando el debate. En la legislatura anterior, PP, PSOE y Ciudadanos acordaron enviar a los diputados del partido morado a las butacas menos visibles del salón, lo que motivó un agrio debate entre las formaciones. Errejón llegó a hablar de "cacicada" y de "decisión vergonzante". Finalmente, y ante un recurso presentado por los de Iglesias, la Mesa acordó redibujar la distribución y otorgó a Podemos algunos asientos en la primera fila, entre ellos el de su secretario general.
Casi mes y medio después de las elecciones, el Congreso no funciona y los diputados no saben siquiera cuál será su sitio. Pastor ha anunciado un acuerdo por la diputación permanente y la puesta en marcha de un par de comisiones de formación estándar y que no suelen suscitar discusiones.
Convergència y la primera línea
Una de las novedades esperadas era el paso de Convergència -ahora Partido Democrático de Cataluña- al gallinero. A pesar de contar con ocho diputados -el mínimo para formar grupo parlamentario es cinco- los nacionalistas no obtuvieron el 15% de los votos requeridos en todas las provincias que se presentaron -el otro requisito exigido-. De ahí que sea probable que los convergentes abandonen la primera línea del Congreso.
Los votos en contra de Ciudadanos y la abstención de socialistas y populares en la penúltima reunión de la Mesa dejaron a Convergència sin grupo parlamentario. El PP no se opuso en un primer momento, pero el último arreón independentista de los de Puigdemont les llevó a la abstención.
Está por ver quién ocupa sus butacas y qué ocurrirá en las filas menos codiciadas, las destinadas al grupo mixto. Incluso en esta zona hay preferencias. Al parecer, la disputa por los mejores huecos del propio gallinero podrían estar retrasando el acuerdo. Los partidos minoritarios pelean por escoger las sillas que disfrutan de un mejor tiro de las cámaras televisivas.