Irene Montero (Madrid, 1988) es reina en el juego de tronos de Podemos. Sin la arruga de los treinta, ha dirigido el gabinete del jefe de la tribu, es responsable de los movimientos sociales en la esfera morada y portavoz adjunta en un Congreso mudo y tostado por el agosto. Subrayadora pertinaz, estudiante por placer y enamorada de las anotaciones al margen, bucea en el mar turbio del desgobierno con billete de ida y vuelta: “Un día volveré a mi tesis y trataré de recuperar el tiempo perdido”.
En este “teatrillo” de idas y venidas, un tablero de Risk que ningún candidato a la presidencia consigue conquistar, Montero mira atrás a su etapa como becaria. Le “enternece” recordar y estampa la mirada en el retrovisor casi con síndrome de abstinencia: “Ahora no puedo hacer muchas de las cosas que me encantan”.
Irene Montero fue malabarista en el arte de compaginar. Con dieciséis años iba al colegio y participaba en la Unión de Juventudes Comunistas. Estrenados los veinte, estudiaba psicología y ayudaba a sus profesores a investigar con “lo típico”: “lecturas, resúmenes y trabajos de campo”.
"Cinco horas encerrada en una habitación"
Cuando terminó la carrera, se lanzó al máster. Le gustan esas tardes de “cinco horas encerrada en una habitación”, lo que sofoca a cualquier despistado que pasee sin rumbo por El Retiro. Eligió psicología educativa. Al terminar, llegó la beca. Se la otorgó el ministerio en abril de 2013 y la aprovechó un par de años, hasta que renunció a ella por la lucha contra la casta y su inmersión a tiempo completo en los programas electorales de Podemos.
“Me dio rabia porque en aquellos dos años estuve trazando el armazón de la tesis y tuve que dejarlo. Ahora que está la cosa más parada me da tiempo a avanzar, aunque en realidad no mucho porque no me puedo permitir desconectar”. Montero escogió los niños y sus procesos de aprendizaje. Asistía a una clase que contaba con dos profesoras y dos tipos de alumnos: niños oyentes y otros sordos. En líneas generales, “investigaba cómo se puede educar a alumnos tan distintos en una misma aula”.
Le gustan los niños, entonces.
¡Sí! Pero el trabajo que desempeñaba iba un poco más allá, estaba más centrado en los procesos de aprendizaje del ser humano, tanto niños como adultos.
Ahora se dice mucho que el desgobierno de España es una pelea de niños.
Existen muchas comparaciones y frases hechas que se refieren a la infancia como si fuese tonta. No es así. Les hacemos de menos, pero su capacidad de resolución de problemas es impresionante. En cuanto a lo del Gobierno, aquí estamos, en ese teatrillo. Un día sale uno, mañana el otro… El PSOE tiene toda la presión, mientras no tomen una decisión, seguiremos así.
Las becas de Formación del Profesorado Universitario, por cierto escasas y codiciadas por todo inquilino fijo de biblioteca, exigen un año en el extranjero. Montero prefirió Harvard y obtuvo el plácet, pero llegó Podemos, el lío de las elecciones y su renuncia.
¿Harvard es casta?
No, no -se ríe-. Los investigadores de Harvard no son casta. Casta no es aquel que tiene dinero, sino el que se aprovecha de su posición política o social para explotar su propio beneficio. Esto es una contestación general porque en todos los sitios hay gente buena y mala, como es lógico.
De la universidad a la universidad, un recorrido casi estipulado en Podemos. De Monedero a Iglesias pasando por Errejón.
¿Es posible enseñar política de forma honesta siendo político?
La labor de todo profesor pasa por no aprovechar el mayor conocimiento que tiene sobre el alumno para engañarlo. Pero claro, cuando se habla de ciencias sociales, las verdades absolutas no existen. Cualquier persona tiene una visión de la sociedad, haya participado o no en política.
A Montero le gusta el 'buenrollismo', las cañas para entenderse, aunque reconoce que la diferencia de ideas políticas genera prejuicios y condiciona las relaciones. “Cuando alguien te resulta simpático, te genera una predisposición a escuchar, aunque no sea algo determinante. Por ejemplo, cuando coincides con alguien en el Congreso al que nunca has tratado, pero que ha defendido otras posturas radicalmente distintas a las tuyas, es lógico que eso influya en el trato, aunque como digo no es determinante. Luego te llevas muchas sorpresas.
¿Recibiría a Mariano Rajoy si tuviera una consulta?
Sí, claro. Le escucharía y si me viera sin capacidad para ayudarle, le recomendaría otro psicólogo.
¿Ha oído eso de que Rivera es el becario de Rajoy?
No había pensado en ese símil. Rivera es la muleta de Rajoy y de las élites. Quienes mandan en nuestro país desde hace cuatro décadas sin estar en política y quieren seguir haciéndolo necesitan que Ciudadanos diga sí a Rajoy. Pero no creo que sea su becario… Un becario admira a su maestro y no creo que Rivera crea que Rajoy es un maestro. Tampoco veo una relación fraternal entre ellos.
A Irene Montero le gusta la política, pero confiesa un placer “casi obsesivo” por el estudio, por el análisis de los comportamientos “en busca del método”. De momento, ha aparcado su tesis para asaltar el cielo.