Ambos en traje azul, ambos camisa clara, ambos sin corbata. Este miércoles Rajoy y Sánchez no han podido comparecer más parejos, y a la vez tan distintos. La realidad es que un mundo separa a ambos líderes, cada vez más enrocados en sus posturas. Sánchez, emboscado en un “Rajoy exige nuestra sumisión” apareció de su exilio para dar un ultimátum al PP. Si el viernes de esta semana no hay una fecha de investidura, su grupo presentará en el Congreso una iniciativa parlamentaria ante la presidenta Ana Pastor.
El líder popular no habló en la reunión con su Ejecutiva de las seis condiciones que Ciudadanos le impone a cambio de sus votos. La inacción, la constante incógnita que rodea cada comparecencia de Mariano Rajoy, puede incitar a Sánchez a mantenerse en su posición de bloqueo con el marianismo.
La actitud de Rajoy
Desde el 26-J Sánchez y su Ejecutiva asumieron como propia la frase que Mariano Rajoy le lanzó desde el atril del Congreso en su retórica intervención durante la sesión de investidura fallida. “No es no. ¿Qué parte del ‘no’, no ha entendido?”, aseveraba Rajoy en aquellos días. Sánchez tomó ejemplo y, desde que cayó el telón de las segundas elecciones, ha reiterado por activa, por pasiva y por perifrástica que la decisión de su partido es la de votar “no” a la investidura de Mariano Rajoy.
Hasta ahora, no se ha advertido ni un atisbo de luz en la cúpula de los socialistas, que se reunían el pasado miércoles para escenificar la ratificación a su postura oficial. Tras más de dos horas de reunión, Sánchez recriminó una vez más a Rajoy su inmovilismo y le reprochó su actitud en la rueda de prensa que ofreció pocos minutos ante de que Sánchez saliera a responderle. “Es una tomadura de pelo”.
Una vez más, Rajoy regateó a Rivera, a Sánchez, a la prensa y a la investidura. “Nadie ha dicho una sola palabra sobre la fecha del debate. Nosotros podemos aceptar muchas cosas o no”. Sus continuas evasivas han terminado por cerrar la puerta de Sánchez a cualquier tipo de debate con el Partido Popular. Ni siquiera las declaraciones de Miquel Iceta, quien propone pactar con los populares con un candidato que no sea Rajoy, ha generado acogida entre los de su propio partido.
Alas a Sánchez
Sánchez midió una vez más los tiempos, esperando a la aparición de Rajoy en su guarida de Génova 13 para sacudirle un correctivo al líder de los populares. La actitud elusiva de Rajoy, quien no señaló finalmente cuándo será la fecha de la investidura, ha provocado las peores críticas de Sánchez.
El eco de las palabras de Felipe González resuena hueco en Ferraz. El patriarca, catorce años presidente del Gobierno, alabó la propuesta de Rivera, e instó hace semanas a Sánchez y a los suyos a que se plegasen y terminasen por abstenerse ante los populares.
Pero la cúpula de los socialistas no quieren posicionarse ni apoyar de modo alguno a Mariano Rajoy, que lleva semanas eludiendo pregunta tras pregunta sin despejar la incógnita de la nueva investidura. “No sabemos si se va a presentar, ni tampoco con qué programa va a solicitar la aceptación de la Cámara. Ni Rajoy ni nadie tiene derecho a mantener cautivo a las instituciones y a la democracia del país”, aseveró este miércoles Sánchez. “No nos vamos a abstener ante la corrupción, ante la precariedad y ante el desempleo”, zanjó.
No hay una alternativa
Sin embargo, España navega ahora en la incertidumbre que se advierte ante la certeza de que no existe una sola alternativa posible aparte de una investidura (aunque sea fallida) de Mariano Rajoy. Tampoco Sánchez ofreció el miércoles ninguna solución más allá de esa crítica espoleada por la inacción marianista. Pasan las semanas, corren las horas del famoso reloj de la democracia y las propuestas alternativas al PP escasean.
La reunión de Pedro Sánchez con los suyos se demoró durante toda una mañana, para al final ratificar la postura ya conocida: el no a Rajoy es inamovible. Rajoy se tomó una semana para una decisión cuyo resultado ya se entreveía: carta blanca, vía libre para negociar con Rivera. Pero la indefinición y el no esclarecer la fecha de la investidura podrían hacer que Rajoy no solo perdiera sus apoyos: daría (ya lo hace, de hecho) alas a Sánchez.
Entretanto, desde la otra bancada, Podemos y sus confluencias se mantienen al margen, sin acabar de echar el anzuelo a ver si pica Sánchez. Rajoy tildó de “vodevil” los escarceos del PSOE con Ciudadanos en su legislatura fallida. Si ninguno cede en sus posturas, el barco de la próxima legislatura podría encallar antes incluso de salir del puerto. Eso, o terceras elecciones.