Xavier Salvador (Barcelona, 1965) es periodista y director del diario digital Crónica Global. Especialista en información económica, coordinó esta sección en distintos medios antes de ponerse al frente del principal digital constitucionalista de Cataluña. Fue subjefe de Economía en el extinto diario El Observador, subdirector de Diari de Barcelona y durante casi 15 años jefe de sección de Economía de El Periódico. Tras asistir a la fundación y dirigir cinco años Economía Digital, se convirtió en director y principal accionista de Crónica Global hace poco más de un año.
Su irrupción en Crónica Global supuso la reinvención del medio y lo ha convertido en una referencia informativa en Cataluña, siendo el segundo digital nativo en número de lectores. En esta entrevista, Salvador analiza el proceso soberanista, la parálisis política española y la reciente alianza empresarial entre EL ESPAÑOL y Crónica Global.
Crónica Global es de los pocos medios catalanes constitucionalistas. ¿Por qué cree que no hay más cabeceras que defienden estos valores desde Cataluña?
Hemos asistido a una transformación del mapa mediático catalán, que tiene mucho que ver con el empuje y la política que ha ejercido el nacionalismo durante los últimos 20-25 años.
Sí que había medios abiertamente constitucionalistas en Cataluña: tanto La Vanguardia como El Periódico lo eran en los años 90 y los primeros 2000. Cuando la situación política se tensa, estos medios quedan a merced de los acuerdos económicos que tienen con el poder institucional catalán, que es uno de sus grandes financiadores, y se ven en la obligación de rendirle pleitesía. Pierden la capacidad crítica, pierden la distancia con el poder político y dejan un espacio mediático huérfano, que es el espacio que acaba ocupando Crónica Global por ausencia de otros competidores.
Además, hacer un periodismo enmarcado en los valores de la Constitución y del consenso se ha convertido en algo difícil en Cataluña en los últimos años. Partidos mayoritarios e instituciones han puesto sus naves a favor de un determinado proyecto que está en contra de esos valores. Sólo hay que observar una de las referencias principales del mapa mediático de cualquier territorio: los medios públicos. Todos ellos están convertidos en artefactos ideológicos e instrumentos para la divulgación del dogma nacionalista.
¿Los medios públicos no hacen su función en Cataluña?
Si los analizamos en el sentido clásico de los principios y las funciones de medios públicos más desarrollados, como la BBC (informar, formar y entretener de acuerdo con criterios de pluralidad y transversalidad), en Cataluña los medios públicos están fuera de este esquema.
¿Hay alguna diferencia respecto a TVE?
TVE es también un medio favorable a los poderes políticos que gobiernan en cada momento en el país. Sucede lo mismo con otras televisiones autonómicas, como Canal Sur o en su día la televisión valenciana. La gran diferencia es que están informativamente aliados con el gobierno de turno pero no existe, como sí pasa en Cataluña, una especie de gran imaginario mediático que abarca la información pero que se extiende también a los usos y costumbres sociales como método de construcción nacional. Los medios públicos catalanes pueden emiten teleseries que generan un determinado estereotipo de catalán moderno, por supuesto nacionalista. O pueden realizar otros programas audiovisuales, incluso los humorísticos, que también están inoculando una determinada ideología de manera sistemática. El problema radica en saber en qué momento dejamos de darnos cuenta de esa manipulación perseverante.
¿Qué papel han jugado los medios catalanes en el proceso soberanista?
Han sido su gran correa de transmisión en términos generales. En un 80-85% el conjunto de medios de comunicación catalanes se ha entregado a las tesis soberanistas. En unos casos por razones económicas, en otros por falta de capacidad crítica o voluntad periodística.
¿Cómo cree que se hubiera desarrollado el proceso independentista con otro tipo de prensa?
No se hubiera desarrollado. Mientras la prensa fue más independiente, mientras estuvo más alejada del poder político y partidario, el independentismo en Cataluña jamás superó el 15% de la estructura social catalana.
No es solo culpa de los medios de comunicación, aunque sí han favorecido, impulsado y magnificado el actual estado de las cosas. Han contribuido decisivamente a la difusión y a la extensión de un dogma identitario, de un imaginario colectivo y de unas determinadas posiciones políticas inequívocamente nacionalistas.
¿Sigue existiendo el llamado ‘oasis catalán’?
Si por el oasis entendemos cierta omertá o cierta distancia de prácticas de transparencia democrática, nunca ha dejado de existir. Y hay interés en que persista. Es un invento de la burguesía catalana para preservar sus intereses y no ha sucedido nada que haya variado esta situación.
¿Cómo ve el panorama de los medios digitales nativos catalanes?
Hay una tremenda atomización de medios en Cataluña, todos ellos de enfoque claramente político -la mayoría de ellos al servicio del proceso independentista- que malviven en su gran mayoría por la incapacidad de obtener recursos y adhesiones procedentes del propio mercado.
Son subsidiarios de la administración pública y son muchos. Porque el nacionalismo tiene muchas familias y cada una de sus filiales quiere sentirse representada. A corto plazo algunos pueden dejar de existir y los que tengan mejor posición de partida o mayor solidez empresarial acabarán agrupándose y consolidándose en un único medio digital nacionalista.
¿Qué aportará Crónica Global a EL ESPAÑOL?
Fundamentalmente un periodismo valiente, acostumbrado a narrar contracorriente, fresco en su formulación, interesado por los temas que más preocupan al conjunto de la sociedad -entre ellos la economía-, y una visión de Cataluña distinta a la que se obtiene fruto de los mensajes propagandistas del Govern de la Generalitat y del entorno comunicativo abducido por el nacionalismo.
¿Y EL ESPAÑOL a Crónica Global?
Nos dará la solidez que proporciona tener un líder al frente con la experiencia de Pedro J. Ramírez, comprometido en mil batallas periodísticas. También nos dará más libertad de creación, nos suma valentía y nos aporta experiencia y dimensión. Ambos nos complementamos y permite solidificar nuestra estructura empresarial. No hay libertad de expresión real sin independencia económica, y uno y otro la tenemos. Es nuestro principal activo.
¿Cómo percibirá el lector la relación entre los dos medios?
Como un complemento. El que hasta ahora sólo era lector de EL ESPAÑOL, hallará nuevos contenidos relacionados con Cataluña o informaciones interesantes del mundo de la economía. El que sólo era lector de Crónica Global, dispondrá de información nacional mucho más exhaustiva, más próxima a las fuentes y de gran nivel y calidad literaria. La suma de firmas de opinión nos hace a ambos mucho más interesantes, más prescriptores y nos permite avanzar en un periodismo de influencia que sólo las grandes cabeceras internacionales de calidad han conseguido hasta la fecha.
El curso político acabó con el Parlament desobedeciendo al Tribunal Constitucional. ¿Cómo cree que será el otoño en Cataluña?
Será un otoño caliente, nuevamente inestable, complejo en lo político y distanciado de lo social y económico.
¿Qué futuro le augura al proceso soberanista?
Creo que aún le quedan meses de actuar como una carraca, de hacer mucho ruido, pero tengo la impresión de que en su sustrato empieza a diluirse. Cada vez hay más personas que empiezan a dudar de las verdaderas intenciones de los dirigentes soberanistas y a vivir con cansancio y hastío la política de permanente enfrentamiento con el resto de España.
¿Y a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell?
Tiene todos los números para ser una de las víctimas propiciatorias del martirologio nacionalista.
¿Comparte la posición de la Fiscalía, partidaria de emprender acciones penales contra Forcadell?
Debemos respetar el Estado de Derecho. Debemos respetar las líneas del campo de juego. No podemos permanentemente parar el partido y decir que nos amplíen la portería del contrario para marcar gol. Los políticos deben ser los primeros que deben predicar con el ejemplo. La presidenta de una institución como el Parlament de Cataluña, que debería representar a todos los catalanes, debería estar más comprometida que nadie respecto a estos valores comúnmente aceptados, votados y apoyados por la mayoría de los catalanes. Vulnerarlos tiene un riesgo, ella lo sabía cuando lo hizo.
Sin embargo, son varios los independentistas que creen que si se actúa contra Forcadell se reforzará el independentismo.
Es lo que citaba antes del martirologio. Al nacionalismo le falta un muerto y un mártir, porque todos los que tiene son antiguos y dudosos. Hay una cierta necesidad de encumbrar algunas víctimas para poder seguir dándole a la carraca y mantener vivo el ruido político ambiental. Recuerde el paseíllo de Artur Mas cuando fue a declarar al juzgado por el proceso del 9N. Allí estaban todos junto al Mesías martirizado.
¿Cree que el PP es una fábrica de independentistas?
Quizás lo de fábrica es un término excesivo, porque los independentistas existen desde hace décadas. Pero lo que sí es cierto que el PP no ha sabido gestionar la cuestión catalana de los últimos años.
¿En qué sentido?
Rajoy ha creído o pensado que el silencio, el ponerse de perfil, era suficiente para resolver cuestiones que estaban en la calle y merecían acción política en mayúsculas. Su inacción, a la que nos tiene tan acostumbrados y que nos tiene constantemente afectados como ciudadanos, ha sido especialmente grave en lo referido al caso catalán.
Cataluña no hubiera llegado al grado de crispación de los últimos meses si en Madrid hubiera existido un liderazgo político al frente del Gobierno y de la propia oposición con capacidad para transaccionar y ejercer realmente la política, entendida como el arte de resolver los problemas de los ciudadanos.
¿La falta de un Gobierno estable en La Moncloa tendrá alguna influencia en el proceso independentista?
Mucha. Lo peor que le puede pasar al soberanismo es que haya un mayoría absoluta gobernando en La Moncloa. Si eso sucediera las posiciones serían mucho más firmes en su contra. El hecho de que haya una inestabilidad permanente a partir de ahora en el Gobierno de España facilita dejar resquicios, grietas legislativas, que no se tomen decisiones urgentes y necesarias y que la política española siga mirando con lejanía la cuestión catalana porque la propia cuestión de inestabilidad española ya será suficientemente importante.
En el caso de unas terceras elecciones, ¿cómo cree que afectará a Ciudadanos haber pactado primero con el PSOE y después con el PP?
Si en la segunda ocasión le llevó a perder por razones de voto útil una parte de su electorado inicial, es posible que en una tercera vuelta su demostración reiterada de actitud pragmática y posibilista como bisagra de la nueva política española pueda ofrecerle réditos positivos.
¿Falta tradición de pacto en España?
Sí. Radicalmente sí. El último pacto que recuerdo fue el del Majestic, con consecuencias funestas para todos, incluido Cataluña.
¿Qué nota le pondría a la democracia española?
En calidad política un 7. Conceptualmente, por su profundidad y como argamasa de la sociedad, un 8,5.
Parece que los casos de corrupción no le suponen un gran coste electoral al PP. ¿Por qué cree que ganó las elecciones a pesar de todos los escándalos que aparecieron durante la legislatura o incluso durante la campaña electoral?
Se ha interiorizado que toda la política es corrupta. Se ha interiorizado que todos los partidos han hecho usos irregulares de los fondos públicos y de una financiación prohibida. Desde hace años defiendo que esa es una asignatura pendiente. La democracia cuesta dinero, hay que pagarla. Sus partidos y sus políticos. Hacernos los pobres con respecto a los cargos públicos nos lleva a convertir ese asunto en un campo abonado para la mediocridad y el arribismo.
Tampoco pareció afectar al partido la publicación de las conversaciones entre Fernández Díaz y Daniel de Alfonso. Incluso una parte de su electorado justifica la ‘guerra sucia’ contra el independentismo
Creo que el Estado tiene algunas obligaciones que debe cumplir, que se deben hacer siguiendo pautas y guías de transparencia y rigor democrático. Pero el Estado no debe renunciar jamás a su condición intrínseca de garante de las normas comunes.
Lo que debería haber sucedido es que Fernández Díaz hubiera dimitido de manera fulminante como ministro del Interior. Fue una auténtica barbaridad que a un ministro que se ocupa de la seguridad del país se le publique una conversación grabada en su despacho. Esa es una demostración más de la gran chapuza nacional del PP.
¿Más por dejarse grabar que por las conversaciones en sí?
Sí. Porque hayan visto la luz. Eso demuestra que nuestra seguridad como país es vulnerable. Eso no es aceptable ni puede tolerarse. La oposición, sin embargo, se lanzó en tromba contra unas conversaciones que por su tono son habituales entre la clase política del país y que se repiten de manera constante entre sus integrantes.
PP y Ciudadanos tienen muy poco apoyo en las elecciones generales en Cataluña. ¿Falta liderazgo en Cataluña en estas fuerzas?
En el caso del PP, clarísimamente. El último líder con un mínimo de potencial intelectual y político fue Josep Piqué y se fue hastiado de sus compañeros de partido y de las estructuras del llamado aparato.
En el caso de Ciudadanos, lo que sucede es que comparte en Cataluña buena parte de su base electoral con el PSC. Se da la circunstancia de que cuando se vota en clave catalana, C’s es un partido político claro mientras que el PSC es ambiguo. Cuando se vota en clave española, la mayoría de ese votante de Ciudadanos prefiere la utilidad del PSOE como elemento frontal al PP.
Usted publicó junto a otros autores un libro sobre el fin del Pujolismo. ¿Cómo ve la nueva generación que se ha puesto al frente de Convergència?
Más dogmáticos que la generación de Pujol. Más nacionalistas, más desinhibidos en lo sentimental y menos formados y racionales en la lectura intelectual de la política catalana.
¿Serán capaces de aguantar el tirón de ERC?
No. Creo que los herederos del pujolismo no son la generación formada por Artur Mas, Francesc Homs, etc. sino los dirigentes de ERC, que poco a poco están tomando el control de ese pastel nacionalista.
¿Quedan cosas por contar de la era Pujol?
Sí, pero empiezan a ser irrelevantes porque lo más sustantivo ya se sabe. El pujolismo fue un modus operandi clientelar, endogámico y tolerado por el estado central. Eso se empezó a edificar en los 80 con el llamado programa 2000, confeccionado por los colaboradores de Pujol de ese momento para capitalizar la educación, los medios de comunicación, el asociacionismo y la sociedad civil en general. Allí empezó todo.
A partir de la confesión del ex presidente sobre su dinero oculto andorrano se abren las puertas y se conoce un poco más lo que fue el sistema con el que operó toda esa generación y ese grupo de políticos. Habría muchos más detalles pero no sorprenderían a nadie porque su gran líder o pastor tuvo que arrodillarse ante la opinión pública por haber cometido la mayor irregularidad: el engaño.
El fin del pujolismo también parece que ha supuesto el fin de una manera de relacionarse con los medios. ¿Qué ha cambiado durante los últimos años?
Los discípulos de Pujol son más desinhibidos. Juegan más al marketing político con los medios de comunicación. Están menos acomplejados. Pujol, al que llamábamos el redactor jefe de Cataluña porque le gustaba escribir sus propias entrevistas y enviar artículos de forma permanente, tenía un cierto respeto a una prensa que venía de la tradición progresista catalana, crítica con el poder. Sus seguidores, discípulos o sucesores han querido dar la vuelta a esa visión y directamente ponerse al frente de los medios de comunicación.
¿Considera que hay más presiones hoy en día?
Hoy no es necesario presionar como hacía Pujol, llamando a directores o creadores de opinión. Los medios están ya sometidos a una autocensura previa fruto de su cuenta de resultados, que depende de manera absoluta de los fondos públicos. Bien sea vía subvención o vía ingresos por publicidad institucional dependiente de las administraciones. Los independentistas rebaten esta tesis diciendo que también la administración central sostiene un determinado periodismo centralista y españolista. No digo que no tengan parte de razón, pero mi opinión es que conociendo ambos extremos de la mesa, lo de mi tierra es excepcional y alarmante.
Le diré una serie de nombres de políticos y me da su opinión sobre ellos.
Felipe González.
Un referente histórico.
José María Aznar.
Un tipo que iba de duro con el nacionalismo pero que era nacionalista español profundo y le entregó Cataluña a las fuerzas del nacionalcatalanismo.
Artur Mas.
Un fracasado permanente.
Oriol Junqueras.
Un predicador.
Ada Colau.
Una actriz frustrada.
Pablo Iglesias.
Un palmero al que le gustaría tocar la guitarra.
Pedro Sánchez.
Necesita progresar.
Felipe VI.
Una víctima de su padre.
Mariano Rajoy.
El estafermo.
Albert Rivera.
Un proyecto de líder.
Miquel Iceta.
Una mente bien amueblada.
Anna Gabriel.
Me gusta más sus voz que sus palabras.
Inés Arrimadas.
Será terrible cuando sea mayor.
Carles Puigdemont.
Cariñosamente, en Crónica Global, le llamamos “Cocomocho”.
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