Del Congreso de los Diputados a La Moncloa, pasando por el Eurogrupo en Bratislava: el 'caso Soria' y sus derivaciones políticas han puesto este viernes punto y final a una semana horribilis.
La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, fortalecida internamente tras el último episodio de guerrilla del Ejecutivo, tachó de “elegante” la decisión del exministro José Manuel Soria de renunciar al puesto en el Banco Mundial que ya daba por seguro. Lo que no quiso explicar -ignoró sucesivas preguntas de los periodistas en la rueda de prensa de Moncloa- es quién propuso para representar a España en Washington al mismo hombre que hace cuatro meses tuvo que dimitir por mentir.
Eso lo hará presumiblemente la semana que viene Luis de Guindos, el ministro de Economía sobre cuyos hombros ha hecho Moncloa recaer toda la culpa de este último episodio de miopía política extrema. Desde Bratislava, Guindos ya había advertido por la mañana de que iría “en el marco de lo que decida el Gobierno”. Horas más tarde, en el palacio de La Moncloa, se supo el porqué de sus palabras: Sáenz de Santamaría anunció que Guindos irá a comisión -quizá el jueves- pero en ningún caso a pleno como habían aprobado el día anterior todos los partidos excepto el PP.
LA DECISIÓN DEL TRIBUNAL
¿El motivo? El Tribunal Constitucional está estudiando desde el pasado mes de junio un conflicto entre el Gobierno y el Congreso según el cual un Ejecutivo en funciones no puede ser controlado por el Legislativo. “A las instituciones hay que respetarlas. Hay que esperar a que el Tribunal Constitucional decida”, dijo Sáenz de Santamaría a pesar de que sabe que el Tribunal no parece dispuesto a hacerlo antes del 31 de octubre, el límite para que se disuelvan las Cortes si nadie ha sido investido presidente del Gobierno. Así, en la XII Legislatura se vivirá una situación excepcional como en la XI: un Gobierno en funciones que puede hacer lo que quiera porque nadie lo controla.
Santamaría esgrimió otra razón: “La excepcionalidad del pleno”. Y una tercera. “Evitar que el Congreso se convierta en el escenario de precampaña de unas siguientes elecciones”, en sus palabras. O “impedir que en la solemnidad del hemiciclo los españoles visualicen de nuevo la soledad política del PP”, en las de la oposición mayoritaria. En la Comisión de Economía, que tiene carácter puramente informativo y en la que Guindos va a informar sobre todo de presupuestos, el desgaste político del Gobierno es inferior.
“Estamos en una anomalía, y en una anomalía hay que aplicar las leyes”, sentenció la vicepresidenta-portavoz, que lleva cinco años al mando de las ruedas de prensa tras los Consejos de Ministros y maneja con desparpajo un doble lenguaje: por un lado pide respeto insistentemente a las instituciones, pero por otro ridiculiza sin piedad al Congreso en el que hay 60 peticiones formuladas para que el Gobierno dé explicaciones.
HIRIENTE
Entre los ejemplos que puso, se mostró particularmente hiriente con el caso del Sáhara Occidental, que Santamaría describió como algo lejano e incomprensible. La realidad es que los diputados quieren saber por qué el Gobierno español no mueve un dedo para denunciar el hecho de que Marruecos ha violado el alto el fuego por primera vez desde 1991 en un territorio sobre el que España tiene una clara responsabilidad moral y una responsabilidad legal que está en el limbo.
A partir del lunes, cuando el Congreso reciba por escrito lo anunciado por Santamaría, Ana Pastor tendrá que decidir si convoca un pleno fantasma en el que se formulen preguntas a una silla vacía. Según fuentes parlamentarias, Pastor quiere “consensuar” la decisión. El caso Soria seguirá así llenando el vacío político que hay en Madrid desde que el foco se trasladó a Galicia y el País Vasco.
El miércoles, Guindos presenta su libro La España amenazada (Península) junto a Mariano Rajoy, que le ha escrito el prólogo. Antes de salir al mercado se ha convertido en uno de los más vendidos en Amazon y ya hay en marcha una segunda edición. En él, Guindos afirma que sufrió “acoso” en su partido por denunciar el caso de las tarjetas black.
¿Qué tiene que decir Santamaría al respecto? “Ante la interpretación auténtica del señor de Guindos la mía solo sería derivada”.