La carta del hijo de Griñán: la “honestidad” de un padre que “no se llevó un céntimo”
No quiere ver a su padre “en el mismo saco que otros cuyas fortunas exceden lo que él ganaría en cien vidas” y por eso estalla. “No es verdad que quien calla otorga. El que calla sufre”, escribe antes de poner el punto final.
19 septiembre, 2016 21:05Noticias relacionadas
El muro de Facebook ha sido el lugar elegido para que dejara su larga lamentación Manuel Griñán, uno de los tres hijos el expresidente de la Junta José Antonio Griñán. El detonante ha sido la petición de la Fiscalía Anticorrupción de seis de cárcel para Griñán en la conocida como pieza política del caso de los ERE, y es ahora cuando su hijo ha explotado y ha querido defender la “honestidad” de un padre que “no se ha llevado un céntimo”. Lo ha hecho para contar el martirio que están sufriendo. Su carta ha corrido por las redes sociales como la pólvora.
Manuel deja claro desde la primera línea que no quiere hablar de política. Sólo habla de ella para recodar el “alto peaje” que ha pagado familia y para intentar borrar la expresión de que todos los políticos son unos “mangantes” y que le hace “hervir la sangre”. La palabra con la que le define a su padre es austeridad: una sola cuenta bancaria, cinco coches (uno por década y alguno de ellos un simple utilitario), una vivienda pagada al borde de la jubilación y una nómina como presidente de la Junta muy inferior a lo que habría cobrado ejerciendo su puesto como funcionario del Estado por oposición (inspector de trabajo).
“He discutido mucho con él, porque una cosa es dar ejemplo y otra muy distinta ser gilipollas”, escribe, en alusión al episodio en el que no dio crédito ante “tan escasa retribución para tamaña responsabilidad, dudo mucho que nadie que no conviva con él vaya a creerlo”. “Muy pocos podrán decir que han dado mayores pruebas de integridad que mi padre, aunque él nunca las cuente”, señala Manuel, quien cree que si su padre, en 1982, “no hubiera tomado la peor decisión de su vida, ahora no solo no estaría pasando por el martirio actual, sino que económicamente habría vivido con mucha más holgura”.
Esa austeridad, según Manuel, es la que ha hecho que su padre sólo haya tenido una sola cuenta en la época de los capitales en Suiza y en Panamá, y de los sobres (los únicos que han entrado en su casa “son los de la correspondencia, que nunca ha traído nada bueno”). “Entonces comprendí que la austeridad constituía una realidad autoimpuesta por su sentido de la responsabilidad y de la honorabilidad”, y fue entonces cuando se sintió orgulloso de su padre. “Tenía argumentos para cuestionar y refutar la frase: los políticos son unos mangantes”.
La “peor de las pesadillas” han sido el caso de los ERE que ha dejado a la familia destrozada e insomne, y con la confianza en la Justicia herida. “Si bien confiaba en que en algún momento el tiempo aflorase la verdad, mes a mes hemos sufrido las puñaladas de la ¿justicia?, de los medios y de la asquerosa política”, protesta.
“No pretendo hablar de política. Cada cual es muy libre de pensar como quiera y de juzgar como le plazca. Con este desahogo solo pretendo contar cómo es mi padre y que, al menos, mis amigos lo sepáis, porque sé que él no lo va a hacer nunca debido a su orgullo que yo llamo estupidez”, sostiene Manuel Griñán.
Las dos varas de medir de la justicia
Está plenamente convencido de que “nadie” podrá probar jamás que su padre se ha apropiado de “un solo céntimo de los ERES” y cree que el caso se limita a “una serie de sujetos de la Consejería de Empleo bien identificados sobre los que él no tenía responsabilidad jerárquica”.
También intenta desmontar la acusación en su contra, basada “en no haber cambiado un procedimiento que él no creó, aun cuando esos sujetos también malversaran dinero público por los procedimientos estipulados”. En este punto, menciona que ese procedimiento fue aprobado en el Parlamento andaluz y que, aunque la justicia lo considera ahora ilegal, “no es ilegal sino inadecuado”.
“Desde niño he oído que uno es inocente hasta que no se pruebe lo contrario pero la realidad es que durante todos estos largos años de instrucción ha sido mi padre quien ha tenido que probar su inocencia aportando infinidad de pruebas”, lamenta el hijo de Griñán, quien ha censurado que se trata de la misma justicia “que se conduce de manera diametralmente opuesta en otros casos conocidos, elevando nuestra desesperación y marchitando todas nuestras esperanzas”.
“¿Cómo es posible que él sea responsable y tuviera conocimiento del uso que hacían del dinero público funcionarios que no trabajaban en su Consejería, que lo consintiese aun sin beneficiarse de ello y, en cambio, el jefe directo de Bárcenas, que durante años estuvo recibiendo sobres con dinero, no supiera nada de los tejemanejes del tesorero y dirija ahora sus jaurías contra mi padre? Es la sinrazón”, apostilla.
Manuel Griñán no quiere ver a su padre “en el mismo saco que otros cuyas fortunas exceden lo que él ganaría en cien vidas” y por eso estalla contando algo que él mismo reconoce que debería haber hecho hace ya mucho tiempo. “Porque no es verdad que quien calla otorga. El que calla sufre”, escribe antes de poner el punto final.