A principio de la década de los 80 los alumnos de Singapur ocupaban las últimas posiciones de los rankings internacionales de rendimiento académico. Ante los bajos resultados, el Ministerio de Educación de este país asiático decidió buscar por todo el mundo cuáles eran las mejores prácticas educativas para aplicarlas a sus aulas. Tras cuatro décadas, los estudiantes de Singapur acaparan las posiciones más altas de los podios de matemáticas de pruebas internacionales como PISA, TIMSS o PIRSL.
Son los alumnos que mejor saben resolver problemas matemáticos y poseen competencias altamente valoradas como la innovación, habilidad de manejar la incertidumbre y el ansia de experimentar soluciones alternativas. Detrás de estos resultados, un modelo curricular de clase que prepara a los chavales para resolver problemas de la vida real y que está basado en las recomendaciones de expertos como Jerome Bruner, Richard Skemp, Jean Piaget, Lev Vygotsky y Zoltan Deines.
35 años después, el método matemáticas Singapur, llega tímidamente a los colegios españoles -públicos, privados y concertados- a través de editoriales como Polygon Education, que ha implantado su modelo en cinco centros de la Comunidad de Madrid y otra casi decena en ciudades como Valencia o Navarra. EL ESPAÑOL visita el colegio público madrileño Gabriela Mistral que ha comenzado el curso jugando como los alumnos de Singapur.
Pionero entre los más pequeños
El Gabriela Mistral tiene dos líneas de primero de Primaria, casi 50 alumnos de entre cinco y seis años que este año han pasado de Infantil a esta etapa educativa y que se han encontrado con una forma de aprender matemáticas distinta a sus compañeros de segundo. Su maestra, Carmen Sánchez, fue formada a principios de curso para impartir esta materia atendiendo a los principios básicos del modelo que parte de un marco conceptual que tiene como centro del aprendizaje de las matemáticas la resolución de problemas y cinco elementos fundamentales. Estos elementos incluyen tanto las habilidades y conceptos propios de las matemáticas, como los procesos clave para el desarrollo del pensamiento, la metacognición y la promoción de determinadas actitudes en los alumnos.
La clase empieza afianzando los conocimientos aprendidos en la sesión anterior e inmediatamente después, la profesora reparte pequeños bloques a los niños para así realizar una parte crucial del método: la manipulación. “El objetivo es darle al alumno la oportunidad de manipular, ir a lo concreto en primer lugar. Vamos a utilizar los cubos para que los toque, los manipule, los cuente, los valore, etc”, explica Sánchez. Luego, ejercicios en la pizarra virtual que versan sobre las comparaciones y posteriormente, lo abstracto en fichas: las palabras y los números. “Al final los alumnos son capaces de comparar números sin necesidad de algo que puedan tocar o una imagen que lo represente”, explica.
Es decir, la sesión se articula en base al enfoque metodológico CPA, tomado de Jerome Bruner, que introduce la comprensión de los conceptos matemáticos fundamentales a través de la progresión: Concreto > Pictórico > Abstracto. En el primero de ellos, los alumnos comienzan a comprender un concepto con actividades concretas y una amplia variedad de materiales manipulativos y objetos de la vida cotidiana. Más adelante, los alumnos avanzan hacia las representaciones pictóricas, que pueden ser dibujos o imágenes. Por último, llegan al nivel abstracto de la comprensión de ese mismo concepto, sin abandonar nunca las referencias a lo pictórico.
Ricardo Oficialdegui, cofundador de Polygon Education, explica por qué desde la editorial para la que trabajan decidieron traer este método a España: “Hay malos resultados en matemáticas. Nos fijamos en un país que tiene buenos logros porque esta materia se aprende por comprensión y no por repetición como aquí, donde se aprende a sumar sumando y a hacer fracciones a base de hacer muchas”. “Si no comprendo el proceso, el resultado me da igual”, añade.
“Queremos que nuestros alumnos comprendan, les gusten matemáticas y no simplemente las repitan una y otra vez”. Para ello, el modelo implantado se basa en la resolución de problemas “atendiendo a las habilidades que necesita un alumno en el siglo XXI: comunicar, crear y pensar”. “Las dinámicas de aula se basa en la cooperación y en dar la palabra al alumno”.
El rol del profesor en clase
El rol del profesor en la aplicación de esta metodología, analizan, puede compararse “al de un músico que interpreta la partitura de una obra maestra de un gran compositor”. “Una misma partitura, en manos de dos músicos distintos, puede sonar de un modo completamente diferente”.
Por su parte, al interpretar la partitura, el profesor también debe ser consciente de que su rol dentro del aula “no es el de enseñar”, sino el de “conseguir que los alumnos aprendan”. “La tarea del profesor se convierte así en algo único e irremplazable, porque solo él tiene un conocimiento cabal de sus alumnos y sólo él puede ayudarles en el proceso de comprensión, que en cada alumno es siempre algo único e irrepetible”, aseguran desde Polygon.
Y si un buen profesor hace buenos alumnos, cómo se hace a un buen profesor. Desde la editorial apuntan a que la clave está en la formación de los docentes, en la inversión para la especialización y las nuevas metodologías docentes, como es el caso de la maestra Sanchez, que durante tres días a principio de este septiembre recibió clases magistrales para después poderlas poner en práctica con sus alumnos.
La progresión espiral
Según recuerdan desde Polygon Education, Jerome Bruner indicó en El proceso mental en el aprendizaje que un plan de estudios ideal es “aquel que ofrece materiales y contenidos de enseñanza a niveles cada vez más amplios y profundos y, al mismo tiempo, que se adapten a las posibilidades del alumno definidas por su desarrollo evolutivo”. Por tanto, el currículum “debe ser en espiral y no lineal, volviendo constantemente a retomar y a niveles cada vez más elevados a los núcleos básicos o estructuras de cada materia”.
Estas estructuras o núcleos básicos tienen que ser convertidos a los tres modos fundamentales de representación según las posibilidades evolutivas del niño: enactiva -ejecutora o manipulativa, que corresponde al estadio sensoriomotor de Piaget-, y que se refiere a aquello que se adquiere a través de la acción del organismo en el mundo; -icónica corresponde a la etapa preoperativa-; y simbólica -etapa lógico concreta y lógico abstracta-, según que lo predominante en su modo de asimilar la realidad sea la acción, la intuición o la conceptualización.
“¿Cómo es posible que aquí en España se den fracciones en cuarto, quinto y sexto de Primaria y también en la ESO?”, se pregunta Oficialdegui. Él mismo apunta a unas posible causas: “Se da todo los años porque no se profundiza en las fracciones, por ejemplo, porque los alumnos no llegan a comprenderlas”. Según este profesor, con el método Singapur, las fracciones sólo se dan en un curso y cada vez con un nivel más de profundización: “En un año se aprenden, se trabajan y lo que es más importante, se comprenden”.