Vacunas infantiles a mitad de precio. Éste era el reclamo con el que una empleada de farmacia y su marido atraían a clientes de su círculo más cercano hacia una suerte de mercado negro en el que, al menos desde 2010, distribuían remedios para prevenir la meningitis, la varicela, la neumonía o los virus gastrointestinales, entre otras afecciones. En el mercado legal estos productos tienen precios que oscilan entre los 68 y los 108 euros. En este canal ilegal, en el que no se guardaba ni la cadena de frío, el comprador ahorraba el 50%.
La Policía ha arrestado al matrimonio tras la denuncia de la propietaria de una farmacia de la zona Este de Málaga, donde la empleada trabajaba. Hacía meses que la dueña había detectado que los pedidos no coincidían exactamente con los albaranes de entrega, pero no disponía de una prueba directa sobre lo que estaba pasando.
Al fin, a finales de septiembre, la dueña del establecimiento sorprendió a la empleada ‘in fraganti’, mientras sacaba bolsas con vacunas y medicamentos por la puerta de emergencia de la farmacia. Su marido le aguardaba fuera para recibir el lote. Al llegar la Policía halló en el bolso de la trabajadora una vacuna infantil, y en poder de su marido una bolsa llena de medicamentos.
El desfase entre las vacunas enviadas a la farmacia por los distribuidores y las que realmente se vendía a los clientes había llegado en 2016 hasta los 6.000 euros, o lo que es lo mismo, unas 60 vacunas desaparecidas. La Policía cree que el fraude, sin embargo, no era nuevo, y que la empleada llevaba vendiendo género bajo cuerda desde el año 2010.
Las primeras investigaciones han revelado que la empleada aprovechaba los turnos en los que se encontraba sola en la botica para llevarse vacunas y otras medicinas, y más tarde disimularlo en los inventarios. Incluso hizo pedidos extra aprovechando la confianza depositada en ella por la dueña del negocio, una farmacia con un volumen enorme de pedidos, y en los que, según creyó, lo que ella cogía apenas se notaría.
El marido hacía de correo tanto para las entregas como para el cobro de las medicinas. El círculo en el que colocaban la mercancía sustraída era muy cercano. Empezaron por familiares, amigos y vecinos. Poco a poco el número de pedidos se fue ampliando. La oferta también creció; además de vacunas, suministraban otros productos como dispositivos intrauterinos. Para no levantar sospechas entre los compradores, la trabajadora argumentaba tener un descuento como empleada farmacéutico. Pero todo era ilegal.
La Policía acusa al matrimonio de los delitos de apropiación indebida y contra la salud pública, ya que en el manejo de los medicamentos no se cumplían las medidas de seguridad establecidas por ley, como por ejemplo el mantenimiento de la cadena de frío. Entre los enseres y bártulos removidos por la Policía al registrar la vivienda de la pareja detenida los agentes hallaron, de hecho, una vacuna infantil.